El rascacielos más alto de Europa crea polémica en Londres
El rascacielos «The Shard» lanza sus pisos hacia el cielo de Londres, mientras pugna, en opinión de unos, por convertirse en el nuevo icono de la capital británica, mientras que otros le acusan de «aplastar» desde su altura a la Catedral de St. Paul, símbolo de Londres desde hace tres siglos.
Marie-Pierre FEREY (AFP) |
Cuando lo hayan terminado en 2012, este rascacielos diseñado por el italiano Renzo Piano, el creador del Centro Pompidou de París o el Centro Paul Klee en Berna -y que recientemente ha rechazado el premio Príncipe de Viana de la Cultura de Nafarroa-, alcanzará su «cumbre» a 310 metros de altura, convirtiéndose en la torre más alta de Europa. La cuestión es por cuánto tiempo. La vista que ya se puede apreciar desde el piso 72 (tendrá 87) es asombrosa.
Actualmente se están construyendo seis rascacielos en Londres, como si se retase a la crisis económica: está el «Walkie talkie», el «Rallador de queso» («Cheesegrater»), la «Máquina de afeitar eléctrica», la «Torre Heron» y el «Pinnacle», también conocido como «Helter Skelter» por una canción de los Beatles. Peter Rees, encargado de la planificación urbana en la ciudad de Londres desde hace 25 años, se muestra encantado por la proliferación de apodos. «Son pequeños nombres descriptivos que la gente no se los daría a un edificio sin personalidad o que no le gustase», dice Peter Rees. «Los ingleses aman los apodos. Si usted es un cliente habitual de un bar, rápidamente tendrá uno», dice sonriendo Rees.
Todo comenzó en 2003 con «Erotic Gherkin» o el «Pepinillo erótico», cuya forma fálica se ha alzado como una de las atracciones de Londres, para disgusto de la compañía de seguros Swiss Re, que en vano ha tratado de mantener el nombre oficial (St. Mary Axe). Visto desde fuera de Inglaterra, el «Skyline» de Londres parece rivalizar en audacia, y las torres crecen como champiñones. La realidad es menos optimista y el promotor del «Shard», Irvine Sellar, ha necesitado casi doce años para completar su proyecto.
La esbelta torre de cristal, situada en London Bridge, fuera de la City, se ha encontrado con la firme oposición de los conservacionistas como el English Heritage, que le acusan de atentar contra las vistas en un entorno tan emblemático como la Catedral de St. Paul. «Es un edificio maravilloso, pero en el lugar equivocado», explica Paddy Pugh, director Regional de English Heritage, el organismo responsable de la protección del patrimonio. «Afecta a varias vistas de los monumentos históricos más importantes de Londres».
Ciudad sin límites
A diferencia de París, Londres no marca una altura máxima de los edificios, sino que protege sus edificios históricos teniendo en cuenta su situación a partir de lugares estratégicos situados cerca del río o sobre las colinas de los alrededores; son los llamados «corredores de puntos de vista», como apunta el geógrafo francés Manuel Appert, especialista en la materia.
Las vistas panorámicas sobre St. Paul, el Parlamento, la Torre de Londres y el Palacio de Buckingham están protegidas a partir de lugares como la colina del Parliament Hill. Es precisamente desde la colina de Parliament Hill desde donde parece que el rascacielos «Shard» parece aplastar a St. Paul con toda su altura, aunque en realidad se encuentra a un kilómetro de distancia, al otro lado del Támesis.
Después de una larga investigación pública, el entonces Gobierno Laborista falló a favor del rascacielos.
¿Sacrilegio? St. Paul, el edificio más alto de Londres hasta 1964, no fue adoptado de inmediato como símbolo de la capital.
«St. Paul era totalmente diferente a todo lo que se había construido hasta el momento (1675) en Londres, como las catedrales góticas con sus flechas», dijo Peter Rees. «Esta invención continental de la cúpula ha dividido al pueblo en dos bandos, pero Christopher Wren fue innovador y creo que las ciudades necesitan este tipo de estimulación visual».
El «Shard» es ahora como una espina en el costado de sus rivales, pero ha tenido un efecto saludable a sus ojos: desde su llegada, el alcalde de Londres, Boris Johnson, ha ampliado los «corredores de punto de vista» que su predecesor Ken Livingstone redujo al mínimo.