Hace tiempo que siento unas morbosas e irrefrenables ganas de hablar de la parejita de moda, pero siempre me contengo porque la actualidad de Penélope Cruz y Javier Bardem está más ligada a la crónica rosa que a la información cinematográfica en sí. Sin embargo, al ver en la prensa su última foto juntos ya no he podido resistirme más.

La instantánea de marras fue tomada durante un concierto californiano de Prince, y en ella se puede ver a Penélope y Javier haciendo literalmente el ridículo sobre el escenario. Parece ser que el cantante les invitó a subir en plena actuación, siendo la respuesta de ella ponerse a bailar como una posesa desde la altura de sus tacones de vértigo, mientras a su maridito sólo se le ocurría dar palmas para jalear al resto del público.

La imagen es bochornosa, de las que le sacan los colores a cualquiera. Ahora bien, si ése es el precio a pagar a cambio de la fama tampoco parece tanta penitencia. De hecho, no produciría semejante reacción de vergüenza ajena si los protagonistas fueran dos seres anónimos.

Penélope Cruz y Javier Bardem se han hartado de reclamar el derecho a la privacidad, lo cual choca de plano con los numeritos que montan para mantenerse en el candelero, para no pasar desapercibidos en los mentideros de Hollywood. Ella es una chica de Alcobendas que ha logrado su sueño, pero él proviene de una familia con otro tipo de compromiso moral e ideológico dentro de la profesión. Definitivamente, Javier no parece hijo de Pilar Bardem, ni sobrino de Juan Antonio Bardem. Los tiempos también cambian para los cómicos de la legua.