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Mikel Jauregi | Kazetaria

La final deseada: 0-1 y a casa

El plan inicial era ver un par de capítulos de «House» y acostarme. Me gusta el fútbol y soy un devoto antimadridista, ¿pero qué se me perdía a mí en la final de Valencia? De hecho, el sábado, con motivo del primero de los cuatro «clásicos» de estas dos semanas, ya actué de igual forma: me desenganché del balompié en la primera parte e hice zapping hasta dar con una película recién comenzada. Con tal de no aguantar a los Mou, Pep, Ronaldo, Messi, Cortito Ramos... Me tragué toda la peli como quien no quiere la cosa y supe del resultado de otro «partido del siglo» por el teletexto.

Pero ayer [el miércoles por la noche para el lector] no pudo ser. Antes de que llegara la hora para que el médico más cabrón de la tele comenzara a hacer de las suyas, pulsé en el mando el número de la «televisión de todos» para seguir los primeros minutos de la final de Copa. Y ocurrió: me enganché y me olvidé de House, Cameron, Wilson, Cuddy y compañía. Me convertí en uno de esos millones de espectadores de todo el mundo que no se perdieron detalle del Barça-Madrid.

Todos conocen ya la historia: partido vibrante, empate a cero al final de los 90 minutos, gol de Cristiano en la prórroga y la Copa para Madrid. Y oigan, que tampoco me dolió tanto.

Lo que sí hizo que me levantara del sofá un tanto irritado, más bien jodido, fueron las muestras de alegría -aunque fueran pocas- que hubo en el barrio. Y en una de ésas, ataviado él con la zamarra blanca, escucho decir a un vecino de la casa de enfrente: «Mou 1, Barça 0. Las finales son así». Se lo trasmitía a un culé que, también asomado a la ventana, digería la derrota como mejor podía.

Qué razón tiene ese merengón. Las finales son así: puedes ganarlas o perderlas, pero hay que jugarlas. ¡Y qué ganas tengo de que mi equipo juegue la suya! ¡Y la gane! ¡Y se traiga el trofeo a casa! Ha llegado la hora de que este partido «largo, duro y difícil» llegue al pitido final con un 0-1 -jugamos en campo contrario y con un árbitro más que casero de por medio- favorable a mis colores. Nos lo merecemos.

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