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Juan Mari Arazuri Colectivo Malatextos

¿La democracia «alibia»?

¿Dónde queda el pueblo libio? El Gobierno español vendió en 2010 una enormidad de armas al gobierno del que hoy consideran un sátrapa, y son esas armas las que se estarán usando para bombardear al pueblo

L os gobernantes occidentales se han posicionado tras las revueltas en Túnez, Libia, Egipto.... Sus eslóganes y grandes palabras atronan en nuestros oídos a través de los grandes grupos de comunicación: «exigimos respeto a los derechos humanos»; «estas revoluciones son muestra de las ansias de democracia»; «condenas sin paliativos hacia los dictadores»... Pero ¿acaso, no han sido estos dictadores y sus regímenes, aliados de estos mismos gobiernos formalmente democráticos que ahora les condenan? Hay algo que nuestros gobernantes tienen absoluta- mente claro: los negocios son los negocios, muy por encima de cualquier persona o pueblo y sus derechos.

Y si lo que está en juego es el petróleo y el gas, combustibles de los que somos dramática y voluntariamente dependientes, la cosa se pone todavía peor.

Hay que garantizar su distribución y contener su precio, si no queremos que se dispare la inflación y por arte de birlibirloque se incremente el paro (nadie entiende esto, pero es lo que nos repiten una y otra vez).

De ahí que, poco a poco, han ido desapareciendo de las noticias aquellos países que no son ricos en estos recursos, y el foco informativo se ha ido centrando en Libia.

En cuanto revueltas de tipo social, el único interés de los países occidentales es que no se desmadren y que los nuevos dirigentes les sigan sirviendo como aliados en la zona, como meros mamporreros de occidente. Para ello, hablan de «transición democrática» y aparecen figuras ajenas al pueblo -quienes han realizado las revueltas y expuesto incluso sus vidas- que con la ayuda inestimable de gobiernos y medios de comunicación tratan de prostituir las legítimas aspiraciones de la gente, intentando maquillar todo para ahogar ese primer y saludable impulso popular.

Pondrán un presidente, habrá elecciones, los miserables lo seguirán siendo y las grandes fortunas y clases medias se jactarán de su situación de privilegio haciendo loas a la «nueva democracia» deseada por «todos».

Más que las aspiraciones de las poblaciones, interesan el petróleo y el gas. No es un secreto ya para nadie que la escasez de combustibles fósiles es un hecho, y que los más optimistas de los analistas sitúan en torno a 20 años su vida útil. Las revueltas de tipo social se cruzan con los intereses esenciales del capitalismo, y ¡ay, amigo!, eso requiere una actuación manu militari pero muy democrática y respetuosa con los derechos humanos. Este sería el caso de Libia, en el que nos bombardean con la necesidad de parar a un sátrapa que ataca a su propio pueblo. ¡Tranquilos compadres!, la OTAN tiene un plan que sólo llevará a cabo bajo mandato de la ONU (así los muertos resucitarán antes), se engrasa de paso la industria de guerra, se controla el abastecimiento de combustible y alargamos un poquito más la agonía del sistema.

Pero, ¿dónde queda el pueblo libio?. El Gobierno español vendió en 2010 una enormidad de armas al gobierno del que hoy consideran un sátrapa, y son esas armas las que se estarán utilizando para bombardear al pueblo.

Todo lo que nos rodea es asqueroso. Todo se limita a un intercambio cruel entre grandes compañías y políticos que legislan en favor de éstas, legalizando y dando una capa de humanismo a cualquier tipo de abuso que sirva al sacrosanto «crecimiento económico» que, a su vez, servirá para presentar ante las sociedades occidentales «datos económicos positivos», lo que de paso, los situará en las encuestas como «buenos gestores» y, por tanto, bien colocados en la carrera hacia el poder de sus países,. Lo que, cerrando el círculo, les permitirá seguir legislando en favor de las grandes compañías. Luego vendrá el retiro en alguna de ellas como pago al servicio prestado.

¿Dónde quedamos los trabajadores en este teatrillo lleno de malos actores? Pues ni siquiera en el olvido, cosa que sería un alivio. En occidente nos quieren para explotarnos mediante el trabajo y exprimirnos mediante el consumo. Y en los países empobrecidos ni siquiera importa que consuman, porque sus materias primas y los productos que manufacturan no son para ellos, los hacen para nosotros, así que da igual que se mueran o malvivan, ya que su suerte no le importa a nadie.

Caso aparte lo constituyen las mujeres. La situación de la mujer en estos países, su explotación e invisibilidad, es a menudo mentada por los guardianes de la democracias, ocultando que su sufrimiento tiene un componente socioeconómico global, como productoras y como garantes de la sostenibilidad social de un sistema que beneficia enormemente a occidente. Cuando llegue la democracia, poco o nada cambiará para ellas. Todo esto lo conocemos, sabemos cómo funciona el mundo. Y si lo sabemos, ¿porqué seguimos consintiendo que pase? Da igual, olvidémoslo, nosotros votamos cada 2 años y al menos, sólo nos explotan. Ahora a pensar en las municipales y forales, ¡qué asco!, ¡qué asco dan!, ¡qué asco damos!

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