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Ainara Lertxundi Periodista

No sólo en Chile, también en casa

Victoria Saavedra jamás pensó que un día viajaría a Donostia ni que participaría en su Festival de Cine y Derechos Humanos presentando el documental «Nostalgia de la luz», del director chileno Patricio Guzmán.

Sentada en el avión, se atrevió por primera vez a leer el libro que escribió años atrás. En él relata la detención, muerte y búsqueda de su hermano en el árido desierto de Atacama.

Augusto Pinochet y sus militares le cambiaron la vida. Las torturas y fusilamiento de su Pepe la llevaron a comprometerse con la defensa de los derechos humanos y con la preservación de la memoria histórica. La exigencia de justicia y de la verdad son su bandera.

Ante un Victoria Eugenia casi lleno, lamentó que en su Chile natal no interese hablar de las secuelas que dejaron tantos años de represión. A los responsables directos de la dictadura y a aquellos que prefirieron mirar hacia otro lado no les interesa «abrir las heridas del pasado». Lo mismo de siempre.

A modo de ejemplo, citó las dificultades que encontró Patricio Guzmán para estrenar este trabajo que, a través de la astronomía y de la inmensidad del cosmos del desierto, rescata la voz de los desaparecidos y sus familiares. Finalmente, se visionó en «una pequeña sala» de Santiago de Chile.

A su lado, el presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi Paco Etxeberria se hizo eco de esta reflexión. Desde su larga trayectoria exhumando las fosas de la guerra y desde su amplia experiencia como médico forense apuntó que siempre es más fácil hablar de las violaciones de derechos humanos a miles de kilómetros de distancia que retratar el maltrato, abusos policiales, torturas... en casa propia.

Sin duda, este festival y el teatro donostiarra serían un inmejorable escenario para proyectar, por ejemplo, un documental sobre la desaparición y muerte de Joxean Lasa y Joxi Zabala, o de Mikel Zabalza o .... Porque, mientras sigamos mirando únicamente a latitudes lejanas, será imposible saldar las deudas con nuestro pasado y cicatrizar las heridas aún abiertas con dignidad, verdad y justicia.

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