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El sarcófago de Chernóbil se retrasa a 2015 por la radiación y falta de fondos

Después de 25 años del peor accidente nuclear de la historia, la radiación sigue escapando de Chernóbil y la construcción del segundo sarcófago que pueda contenerla se retrasa. Las dificultades de trabajar con esas emisiones no son la única causa. Los países donantes han prometido menos de 800 de los más de 2.300 millones de dólares necesarios para construirlo. Mientras tanto, el saldo mortal y de enfermedades crece en toda Europa.

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Julio GODOY | BERLÍN

Un cuarto de siglo después de la explosión del reactor nuclear de Chernóbil, que provocó una de las peores catástrofes ambientales de la historia, sus ruinas aún contienen casi 95% del combustible original, altamente radiactivo. El sarcófago que cubre esas ruinas no es hermético y la radiación actual del lugar, 100 kilómetros al norte de Kiev, es 100 veces superior a la natural, según mediciones recientes llevadas a cabo por expertos ambientalistas.

«La radiactividad que medimos en Chernóbil viene de la planta nuclear. El sarcófago del reactor número 4 tiene múltiples agujeros y debe ser remplazado lo más pronto posible», afirma a la agencia Tierramérica el experto nuclear Heinz Smital, de Greenpeace.

Smital, que visitó hace poco la zona, indicó que el segundo sarcófago está en construcción desde fines de 2010. «Pero, dada la alta radiactividad, que tiene efectos mortales en poco tiempo, es imposible trabajar en las cercanías del reactor, lo que obliga a construir el nuevo sarcófago lejos del sitio y transportarlo luego sobre rieles hasta Chernóbil», explica.

Ayer se cumplieron 25 años de la explosión. Diversas mediciones indican que en el recinto del reactor la radiación que se absorbe durante seis segundos sobrepasa el máximo anual permitido para trabajadores de centrales nucleares.

El nuevo sarcófago de acero y hormigón pesará unas 29.000 toneladas y costará unos 2.300 millones de dólares, de acuerdo con una nueva estimación publicada en una conferencia de donantes celebrada en Kiev el pasado lunes.

Ucrania esperaba obtener de ese encuentro unos 1.100 millones de dólares para financiar las obras pero los donantes se comprometieron a entregar algo menos de 800 millones. La conferencia, convocada por el grupo de los ocho países más poderosos -Alemania, Canadá, Estados Unidos, Estado francés, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia- y en la que participó también la Unión Europea, discutió las necesidades financieras del nuevo sarcófago, que debió estar terminado en 2007 y que, según la nueva planificación, podría instalarse en 2015. Este retraso por falta de fondos empeoró el saldo mortal del accidente nuclear.

Saldo mortal

Según el estudio «Consecuencias para la salud de Chernóbil - 25 años después», divulgado por la sección alemana de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, el desastre mató a unos 112.000 de los llamados «liquidadores», soldados y empleados estatales que trabajaron en la construcción del primer sarcófago en los meses siguientes a la explosión.

Además, según la asociación, hasta 90% de las 830.000 personas que trabajaron en la contención del desastre sufren distintas formas de cáncer. Otras 5.000 murieron en Europa, víctimas de la nube radiactiva que emitió el reactor y que cubrió todo el continente, desde Suecia y Finlandia hasta Italia y el Estado español. Otros estudios documentan casos de cáncer y de mutaciones genéticas en niños nacidos tras la catástrofe. La Organización Mundial de la Salud estima que en Bielorusia más de 50.000 niños sufren o sufrirán cáncer de tiroides.

El Comité Científico de las Naciones Unidas sobre los Efectos de las Radiaciones Atómicas estima que en todo el mundo, entre 30.000 y 207.500 niños han nacido con defectos genéticos por el accidente de Chernóbil, aunque sólo reconoció la muerte de 31 trabajadores y bomberos por efecto directo de la radiación.

Aunque no hay cifras definitivas, Chernóbil habría provocado la muerte de unas 900.000 personas en Europa. Incluso la Agencia Internacional de Energía Atómica, favorable al uso civil de la radiactividad, llega a conclusiones alarmantes sobre el aumento de la mortalidad infantil en los países escandinavos, enfermedades en Alemania o altas concentraciones de cesio 137 en setas recogidas y en animales cazados en los bosques alemanes. El accidente se produjo el 26 de abril de 1986 a consecuencia de una simulación de corte de electricidad realizada por el personal de la central. El ensayo provocó un súbito aumento de la potencia y el recalentamiento del reactor 4, y luego una explosión del hidrógeno acumulado en su interior que lanzó el techo a unos 15 metros de altura.

La explosión liberó ocho de las 190,2 toneladas de combustible nuclear contenido en el reactor, y las esparció por toda Europa. La URSS tardó días en reconocer lo sucedido y la alerta partió de Suecia cuando ya había sido alcanzada por la nube radiactiva, que contenía dióxido de uranio, cesio 136, carburo de boro y otros materiales. Su toxicidad fue considerada unas 500 veces superior a la de la bomba atómica que EEUU arrojó sobre Hiroshima.

Las otras 182 toneladas de combustible aún presentes bajo el primer sarcófago de Chernóbil constituyen un magma infernal a mantener aislado. «Ese es el objetivo del nuevo sarcófago», señala el ingeniero Hosni Bouzid, director del proyecto de construcción, comisionado por un consorcio de las empresas francesas Vinci y Bouygues.

«Durante los preparativos en 2010, encontramos en el sitio todo tipo de materiales, todos contaminados, incluyendo grúas, restos de helicópteros y de los andamios utilizados hace 25 años para la construcción del primer sarcófago», describió. La obra es un reto técnico, ambiental y sanitario, pues implica acercarse y eventualmente abrir la caja de Pandora que sigue siendo Chernóbil. Además de por la necesidad de fondos, el aniversario está marcado por el accidente de la central nuclear de Fukushima en Japón que ha vuelto a disparar las alarmas por la inseguridad atómica.

Sin embargo, el Gobierno japonés minimizó ayer sus consecuencias al afirmar que la cantidad de radiactividad liberada en Fukushima representa una décima parte de la de la central ucraniana y se ha evitado las explosión de los reactores. No obstante, las fugas se mantendrán durante meses en Fukushima.

Medvedev y Ianoukovitch

Los presidentes de Rusia, Dmitri Medvedev, y Ucrania, Viktor Ianoukovitch, recordaron ayer cerca de Chernóbil el 125 aniversario del accidente, pero mantuvieron su apuesta por la energía nuclear. «Conmemoramos una fecha trágica, han pasado 25 años y hemos comprendido que los accidentes nucleares tienen consecuencias inmensas para la población», declaró Ianoukovitch.

Medvedev rindió un homenaje a los «liquidadores» de la URSS y propuso «nuevas convenciones internacionales» sobre seguridad nuclear. No obstante, mantiene que la energía nuclear es «esencial» y que «nadie, hasta ahora, ha propuesto otra fuente de energía».

Una opinión que comparte el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, que en el mismo aniversario de Chernóbil defendió la construcción de una central nuclear en una región bielorrusa contaminada por la radiación despedida hace 25 años por la planta ucraniana.

El monumento a las víctimas de Chernóbil, en Slavutitch, ciudad construida tras la catástrofe para acoger a los empleados de la central evacuados reunió también a numerosas personas.

2.300 millones

Los países que iban a donar fondos para construir el sarcófago de acero y hormigón sólo comprometieron 800 de los 2.300 millones de dólares que costará, según las últimas estimaciones. Debería haberse concluido en 2007.

los efectos siguen

Greenpeace alerta de que tanto los efectos de Chernóbil como de Fukushima se seguirán notando a largo plazo porque las radiaciones se distribuyen de forma irregular contaminando unas áreas por cesio, otras por plutonio y otras por yodo u otros contaminantes.

180.000 millones

El primer ministro ucraniano, Nikolái Azárov, estimó ayer en 180.000 millones de dólares las pérdidas causadas por la catástrofe de Chernóbil. «El porcentaje de gastos destinados a superar las secuelas del accidente llegaron a suponer el 10% del presupuesto anual de Ucrania», señalo Azárov.

concentración

Una concentración en la explanada del Museo Guggenheim de Bilbo, con velas como símbolo de luz y visibilidad para todas las personas que se vieron afectadas recordó ayer la catástrofe nuclear de Chernóbil.

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