Una nueva camada de cachorros para apuntalar el futuro rojiblanco
Los siete mejores equipos de categoría juvenil disputarán la Copa de Campeones del 2 al 7 de mayo en Lepe (Huelva). Allí estará, por tercer año consecutivo, el Athletic. En busca del título, como todos, aunque el triunfo no sea el único objetivo de la nueva camada de cachorros.
Amaia U. LASAGABASTER
Tras un desenlace liguero de lo más hitchkockiano, con suspense hasta el último minuto, el Athletic volverá a repetir experiencia en la Copa de Campeones juvenil, aunque la victoria no sea todavía el único objetivo en unas categorías esencialmente destinadas a la formación de jugadores.
Pero ganar nunca está de más. Y más cuando se trata de títulos como éste, del que gusta presumir a todos los equipos. «Son equipos de referencia para los clubes -explica el entrenador del Athletic juvenil Bingen Arostegi- porque lo toman como un espejo del estado de las canteras». Aunque el reflejo no siempre se traduce en promoción a los primeros equipos. Canteras de «moda» -como la de Barcelona, Espanyol o Villarreal- o canteras siempre reconocidas -la del propio Athletic, Real Sociedad o Sporting- comparten, o incluso ceden espacio en el palmarés del torneo, a clubes como Málaga, Valencia, Atlético o, sobre todo, al Real Madrid -gran dominador del campeonato, con ocho títulos-, más acostumbrados a conformar sus primeros equipos a base de talonario.
En opinión de Arostegi, es una cuestión de «camadas» y, sobre todo, de filosofía. «El Albacete ganó la Copa hace cuatro años, pero medio equipo lo fichó el Villarreal y mira dónde están ahora unos y otros. Nosotros tenemos una ventaja respecto a otros, que el primer equipo se nutre de la cantera, así que por un lado nuestro trabajo es mucho más gratificante y, por otro, hay más posibilidades de que los chavales lleguen arriba».
La formación por encima de los títulos
Una política de trabajo que prima la formación de los jugadores por encima de los títulos. De ahí que el Athletic se haya plantado en tres fases finales consecutivas con tres equipos muy diferentes, frente a rivales en muchos casos más experimentados. «El club intenta que los jugadores que tienen buen nivel jueguen en categorías superiores, aunque bajen para partidos puntuales. Si además de eso consigues ganar, mucho mejor, pero si hay que elegir, lo importante es que los jugadores se formen y vayan subiendo peldaños hacia el primer equipo».
A fin de cuentas, Lezama es una factoría en la que cada eslabón importa, pero en la que prima el producto final. «Es como una fábrica -ratifica Arostegi-, en la que cada uno cubre una etapa para fabricar jugadores. La mía es con los juveniles, pero los chavales empiezan muy jóvenes en Lezama y para cuando llegan aquí ya hay muchos otros que han hecho su trabajo, como los habrá después. Y por encima de eso hay un responsable de metodología, la dirección técnica... Más entrenadores, preparadores físicos, médicos... En Lezama trabaja mucha gente y se hacen muchas más cosas de lo que la gente puede ver desde fuera».
Y lo que ve la gente es, sobre todo, el primer equipo. Que este año, pese a que ese tipo de polémicas no suelen aparecer cuando los resultados acompañan, se ha visto en el centro del debate, después de que -por primera vez en la historia- el Athletic saltase al campo sin un solo jugador vizcaino.
El peso -menor del deseable- de los jugadores formados en Lezama entre los que más minutos acumulan tampoco ha pasado desapercibido. La tercera camada de campeones a las órdenes de Arostegi puede cambiar la situación en un futuro, aunque el bermeotarra no cree que la situación actual resulte especialmente preocupante.
«Hay gente que ha venido de fuera, pero también hay jugadores importantes como Llorente, Iraola, Muniain... que han estado en Lezama. Y tampoco hay que echarse las manos a la cabeza por el tema de los vizcainos. Porque puede ser una cuestión generacional, pero sobre todo porque todos los jugadores que están en la cantera, ya sean vizcainos, navarros o guipuzcoanos, son del Athletic, que es lo que importa».
El técnico, además, prefiere quedarse con la presencia de futbolistas jovencísimos, y de cantera, en la primera plantilla. «En cualquier equipo de Primera no hay dos juveniles. Y nosotros tenemos a Aurtenetxe, que ha estado lesionado, pero que empezó la temporada jugando, y a Muniain, que empezó a jugar ya la temporada pasada».
Una circunstancia que -al igual que los entrenamientos a los que acuden con el primer equipo, o incluso los amistosos que disputan de cuando en cuando a las órdenes de Joaquín Caparrós- añade motivación a los técnicos de categorías inferiores y, sobre todo, a los propios chavales. Aunque la motivación a veces haya que encaminarla.
«Les veo bien, centrados, pero hay que enseñarles cuál es su sitio, que tienen que ir paso a paso. Que aprovechen esas oportunidades, pero que sepan que su sitio es éste y que tienen que seguir con su trabajo aquí. La verdad es que es una edad bonita para trabajar. Han empezado ya en el fútbol de «mayores», pero se siguen formando, tienen buenas oportunidades pero se llevan palos... Y hay que enseñarles a llevar todo eso».
No hay conflicto entre formar y competir
Trabajo psicológico que se añade al técnico. Con más razón en las grandes canteras, a las que a menudo se achaca mimar en exceso a sus jugadores, primando la calidad por encima de la competitividad. «Hay que formarse, pero tienes que aprender a competir -sentencia Arostegi-. Al menos yo no entiendo el fútbol sin competición. Y no creo que haya conflicto entre formar y competir, porque es como cuando hablas de defender o atacar. Para jugar a fútbol hacen falta los dos conceptos y para hacer un jugador completo, también. No quiero un buen jugador que no sepa competir, como tampoco quiero un competidor que no sepa jugar. Las dos cosas tienen que ir de la mano, y es una de nuestras responsabilidades».
Una suma que, de producirse, puede acabar con esos chavales en el Athletic. Aunque el camino no pueda reducirse a una simple cuestión matemática. «Depende de muchos factores. Qué evolución tiene el jugador en los años posteriores, qué entrenadores hay arriba o, sobre todo, qué necesidades tienen. Porque si un jugador con muy buena progresión tiene futbolistas muy buenos en su puesto en el primer equipo, sus opciones se reducen. Es difícil augurar nada, aunque en este equipo hay jugadores que pueden tener un gran futuro». A partir del lunes, tienen otro peldaño que puede conducirles a él.
Tendrán que seguir la pelea entre campeones desde la distancia pero, a partir del próximo 15 de mayo, la Copa ofrecerá a Real Sociedad y Osasuna la oportunidad de dar un final feliz a la temporada. Los donostiarras se enfrentarán en octavos al Deportivo y Osasuna al Real Madrid, mientras el Athletic se medirá con el Celta.
Es probable que los donostiarras lo agradezcan especialmente, después de que la Liga volara de Zubieta de forma inesperada en el último suspiro. «Fue duro -reconoce su técnico Jagoba Arrasate-, pero estas cosas pasan en el fútbol y hay que saber darles la vuelta. Aunque también es casualidad que en el Torneo de la Real nos haya pasado algo parecido y, por un gol de última hora, después de haber ganado al Real Madrid, fuera el Celta el que se clasificara para la final».
Palos de los que también se aprende. «Y mejor que lleguen cuando todavía estás en formación. A todos nos gusta ganar y en juveniles ya se empieza a dar importancia al resultado. Pero también es verdad que coger un poco de escarmiento no viene mal para mirar hacia arriba, porque el camino posterior no es fácil nunca».
Jagoba Arrasate cree que, al margen del desenlace final, su primera temporada al frente del juvenil blanquiazul se ha saldado de forma satisfactoria. «Sobre todo porque se ha visto una evolución en los jugadores, la mayoría son mejores ahora que cuando empezó la temporada. Y al final nuestro objetivo es ése -recalca-, que vayan mejorando para poder subir otro escalón. Y además, hemos estado arriba toda la temporada, hasta la última jornada; tampoco es mala señal».
A partir del 15 de mayo podrán sacarse la espinita con la Copa. «La estamos preparando con ganas, porque es una oportunidad bonita y más después de que estos años nos hayamos ido a la calle a la primera. A ver si esta vez llegamos más lejos y acabamos con una buena sensación». A.U.L.