Raimundo Fitero
La Paqui
Le decía Jorge Javier Vázquez a Jaime Peñafiel. «Pues a mí me parece algo normal, cosas que pasan en todas las familias, incluso en las de alto rango». Y era que el cronista de las monarquías y las coronas se tapaba la cara mientras en el plató de «Sálvame» se vivía una de esas circunstancias televisivas que nos acercan a la náusea. Peñafiel hablaba de los límites, de sus límites, y en esta ocasión estoy de acuerdo, lo que hacen con esa mujer que se llama Paqui, que es capaz de vender su supuesto embarazo, con prueba de Predictor emitido en directo, que explica las circunstancias de su vida sin vergüenza y que su manera de actuar, de hablar, de comportarse nos coloca ante los límites. A primera vista parece que le falte un hervor. Su nivel de entendimiento de los conceptos es bastante bajo y que su manera de expresarse nos muestra una persona de educación mínima y de manejo del lenguaje muy pobre.
Esta Paqui se ha convertido en otro de los habituales de este programa, y es obvio que la audiencia puede sentir empatía con esta mujer porque entre otras cosas, sufre desvanecimientos en vivo y en directo. ¿O los finge? La acusación la hace su propia hermana, en un tono bastante agresivo, tanto, que están a punto de engancharse por los pelos y debe intervenir la seguridad del programa. Sea o no sea un montaje, sea la Paqui una actriz en ciernes, su hermana es otra persona que de manera expresa ha decidido buscarse la vida económica en los platós televisivos a costa de vender la dignidad, la intimidad o la infancia, da lo mismo, la cuestión es cobrar.
La escena contemplada en directo nos sitúa ante un nuevo paso más en el descenso a la impudicia absoluta. Es ahí donde creo que ha puesto el límite Jaime Peñafiel. El utilizar esas necesidades, esos seres tan aparentemente débiles como carnaza para el entretenimiento, el sentir una especie de pena y conmiseración mezclada con la risa ante el dolor o la insuficiencia ajena. Un límite que no le afecta al conductor del programa, ni a la dirección, ni al equipo, ni a la cadena, ni siquiera a la audiencia que le sigue de manera millonaria, lo que hay que analizar en profundidad.