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«Los jóvenes preguntan a dónde nos ha llevado la no violencia»

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Chungdak Koren
Candidata al Parlamento tibetano en el exilio

Desde que China invadió Tíbet en 1951, Chungdak Koren no ha pisado suelo tibetano por las restricciones que impone la ocupación china. Desde la Noruega en donde vive, ahora quiere poner voz y voto a los tibetanos que viven en Europa.

Ainara RODRÍGUEZ | DONOSTIA

El 20 de marzo los tibetanos celebraron los comicios para constituir el Parlamento tibetano en el exilio; un día significativo transcurrido a la sombra de la decisión del Dalai Lama de ceder su cargo político. GARA ha querido percibir esas sensaciones junto a Chungdak Koren, en una entrevista realizada antes de conocer los resultados finales.

Hace un mes de las elecciones para elegir al primer ministro y el nuevo Parlamento tibetano en el exilio. ¿Qué balance hace de los comicios?

Hubo una participación de un 80%; se involucró muchísima gente en las votaciones, porque eran unas elecciones muy importantes comparando con las anteriores. Hubo muchos debates entre los candidatos, cosa que antes no se solía hacer, y la gente se lo tomó con mucha seriedad. Por otra parte, es la primera vez que se han llevado a cabo con observadores internacionales de la Unión Europea, Canadá, Estados Unidos... y el informe que han presentado es muy positivo.

¿Por qué son tan importantes?

El que era hasta ahora primer ministro era una persona muy conocida, no tenía casi oposición. Ahora que su legislatura ha acabado y no se puede volver a presentar, se han presentado un montón de candidatos. La elección, por tanto, se prevé complicada. Por otro lado, este nuevo Parlamento que se constituye va a tener que realizar muchos cambios, tanto en su modo de trabajar, como en la Constitución. Por lo tanto, es importante saber quién va a liderar este nuevo Parlamento.

Las elecciones han transcurrido a la sombra de la decisión del Dalai Lama de ceder su cargo político. ¿Cómo valora esa decisión?

La decisión no ha sido repentina, ya llevaba muchos años advirtiéndolo y cediendo cada vez más responsabilidades. Lo que pasa es que ahora ha sido una decisión clara. Él quiere que la gente se prepare para cuando no esté; quiere enseñarnos para que sigamos adelante con absoluta normalidad cuando él muera.

El mismo aseguró que será una decisión beneficiosa a largo plazo. Pero ¿cómo afectará al día a día?

Para empezar, el traspaso de todos los poderes político-administrativos al primer ministro, porque hasta ahora los desempeñaba él. Además, hasta ahora ha sido tanto el jefe espiritual como el político. Y es él mismo quien reconoce que el Gobierno tiene que convertirse en un Gobierno secular, que hay que separar la figura religiosa del político, y que el hecho de que los dos poderes recaigan en una misma persona está caducado. Al otro lado tenemos a la propia comunidad tibetana, tradicionalmente muy espiritual y que tiene una grandísima devoción hacia esa figura. El Dalai Lama está ahí por voluntad del pueblo; no pasa como en el mundo árabe, el pueblo quiere que se quede. Es nuestro verdadero símbolo de unión, como Mandela lo fue en Sudáfrica.

China promulgó una ley en la que se autoproclamó único designador del sucesor del Dalai Lama una vez éste muera. ¿Cómo valora esa ley?

Ellos saben que en Tíbet adoramos al Dalai Lama y que tras decenas de años de conflicto y represión, no han conseguido quitarnos esa idea de la cabeza. Lo que yo creo es que están intentado controlar esa sucesión, pensando que si controlan al Dalai Lama, tendrán en sus manos a la comunidad tibetana. Es una ingerencia absoluta en nuestro pueblo, y no se dan cuenta de que aunque ellos nombren a otro, nuestro pueblo no lo va a admitir. Además, piensan que de morirse el Dalai Lama, el conflicto se acaba con él. Nada más lejos de la realidad, porque nuestra comunidad tiene muy claro que la lucha va a continuar; lo que no sabemos es en qué va a convertirse, ya que quizá ese escenario de lucha de no violencia se acabe. Hasta ahora quien hacía de freno era el mismo Dalai, pero cuando falte...

Frente a la amenaza constante de Pekín, ¿cúales son las prioridades de acción del Parlamento tibetano en el exilio?

Creo que el Parlamento tendrá que recuperar y reflexionar sobre las diferentes estrategias que se han llevado a cabo todos estos años, y ver que partes han tenido éxito, cuales no... y por otro lado, otra cosa que es muy importante: contar con la opinión pública. Ya en 2008 empezamos a organizar una Asamblea Popular con la participación de todo los tibetanos que quisieran asistir en el exilio, para que cada uno pudiese aportar su opinión; dentro de poco vamos a realizar otra, porque también hay grupos que ejercen su oposición. Evidentemente nos reunimos sólo los que estamos en el exilio, ya que los que se encuentran en el mismo Tíbet no tienen la opción de salir; pero es verdad que hacen llegar sus opiniones mediante escritos y notas clandestinamente.

Hoy por hoy, ¿cómo afecta el colonialismo chino al pueblo tibetano?

Antes de que llegara la ocupación de China, Tíbet era independiente; quiero que quede claro. La estrategia del Gobierno chino ha estado centrada en la destrucción de nuestra cultura e identidad. Reconozco que Tíbet antes de la ocupación no era perfecto, ni mucho menos. Pero eso no justifica una invasión; además, China proclama que llegó a Tíbet para liberarles del viejo sistema, pero en lugar de eso, lo que hace es violar sistemáticamente cada uno de los derechos universales reconocidos. La intención ha sido siempre el genocidio; no tenemos derecho a votar, no tenemos derecho a poner un cartel ni a sacar una bandera, juntarnos más de tres personas ya es delito, no tenemos derecho a la crítica, no tenemos ningún derecho en el ámbito laboral, a las mujeres les hacen test de virginidad para poder acceder a un trabajo, te llegan a detener por gritar nada más que `Free Tíbet'... sin olvidar que, aparte de torturar a los detenidos, corren el grave riesgo de sufrir la pena de muerte, como actualmente se encuentran cerca de 1.000 tibetanos. En estos momentos hay un foco de resistencia bastante fuerte, en el que sobre todo los jóvenes llevan la iniciativa. Critican mucho a la comunidad internacional, ya que piensan que se les llena la boca con el rechazo a la violencia y la lucha pacífica. Dicen que ellos llevan décadas con la lucha no violenta, y no les hacen caso ni les apoyan de manera real; piensan que quizá habrá que cambiar de táctica para ver si consiguen esa atención que anhelan.

Precisamente, después de los duros disturbios que enfrentaron a monjes budistas y policías en 2008, hubo gente que calificó esas movilizaciones como un divorcio entre los jóvenes tibetanos y el liderazgo en el exilio. ¿Qué opinión le merecen dichos comentarios?

En realidad las protestas de 2008 fueron protestas no violentas; quienes así lo quisieron fueron los policías. Los monjes pedían a voz en grito el respeto a sus derechos fundamentales y el retorno del Dalai Lama a Tíbet. Aquello no fue más que una señal de la frustración y el descontento con el que viven los tibetanos que dentro de Tíbet.

El Dalai Lama renunció en su día a la opción de la independencia a favor de una autonomía real para el pueblo tibetano. ¿Cree que de ese modo conseguirán hacer respetar los derechos de su pueblo?

Si yo pudiese optar por la autonomía o por la independencia, claramente optaría por la independencia, al igual que lo haría la mayoría de los tibetanos. El Dalai ya propuso en los setenta la opción de la negociación del termino medio o autonomía, porque pensaba que, años atrás, mientras él estaba intentado llevar a cabo estas negociaciones, la cultura y lengua tibetana estaban desapareciendo a marchas forzadas. La lucha por la independencia podría alargarse en el tiempo, y de llegar a ese punto, veía que quizá entonces no habría nada por lo que seguir luchando. Es por eso por lo que propuso ese camino; había que dar prioridad a la preservación de la cultura y su lengua, conseguir el respeto de los derechos primordiales. Pensaba además que la opción de autonomía era más admisible, por así decirlo, para China.

Se puede decir, entonces, que es un alto en el camino hacia la absoluta independencia...

Nuestro trabajo es primero llegar hasta ese punto; cuando lleguen o lleguemos, las generaciones que lideren ese momento decidirán qué camino tomar.


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