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Antxon Mendizabal Profesor de la UPV-EHU

Las entrañas de la Revolución Bolivariana

Pocos autores penetran como Darío Azzellini en el fragor y el fulgor del Proyecto de la Revolución Bolivariana. Autor de varias películas sobre la experiencia venezolana, recoge en su reciente tesis doctoral una brillante y novedosa exposición del sujeto y dialéctica del proceso bolivariano en Venezuela. La reflexión y debate sobre este proceso es hoy materia obligada para todos los que luchamos por la democracia, la soberanía y el socialismo en Euskal Herria. Se podría argumentar con razón que Venezuela tiene hoy una democracia avanzada, mientras que la del Estado español en Euskal Herria es una democracia de sometimiento y represión, dominada por las prácticas y valores de la sociedad franquista.

Es cierto, pero el devenir de un pueblo vivo como el nuestro, en un contexto de globalización, nos obliga al estudio y a la investigación de las experiencias contemporáneas de transformación social. Por todo ello, recogemos aquí un resumen muy sintetizado de las tesis y categorías analíticas expuestas por Darío Azzellini en el estudio de esta nueva referencia mundial en la lucha por la emancipación humana.

Poder constituyente y poder constituido. En el proceso venezolano, el poder constituyente, o sea la capacidad creadora de las personas que se expresa en los movimientos sociales, es el principal agente de cambio. Mientras el poder constituido, es decir, el Estado y las instituciones, deben garantizar el marco y las condiciones del proceso. Esta dialéctica ha mantenido y profundizado el proceso de transformación social en Venezuela.

Al principio, el proceso bolivariano postula la construcción de una democracia participativa y protagónica, mientras orienta la transformación económica hacia una economía humanista y solidaria. A partir de 2003 establece los programas sociales, llamados «misiones», con una amplia participación desde abajo. Y a partir de 2007 la participación popular protagónica es ubicada oficialmente en un contexto de poder popular, democracia revolucionaria y socialismo. La meta se define como Socialismo del Siglo XXI, y el nombre sirve para diferenciarlo de los socialismos reales del siglo XX. El proceso esta orientado por valores como colectividad, comunidad, igualdad, solidaridad, soberanía y libertad.

La estrategia de transformación. El foco de desarrollo se pone en «el ámbito local» y se concreta en un sistema comunal. A partir de enero de 2007 la idea principal es que se formen estructuras de consejos de todo tipo: consejos comunales, comunas y ciudades comunales, que irán sustituyendo gradualmente al Estado burgués. El Estado se concibe como producto integral del capitalismo que debe ser superado. Se construye así un estado comunal que debe estar subordinado al poder popular, el cual suplanta la vieja sociedad civil.

Frente a la falta de verdades objetivas sobre la construcción del socialismo, el «inventamos o erramos» de Simón Rodríguez se convierte en un lema central en la práctica de transformación. La estrategia desde arriba, más ligada al Estado, a la institucionalidad y a la soberanía, puede convivir con la democracia representativa y ve al Estado como actor central de transformación. La estrategia desde abajo critica la burocracia en las instituciones y los partidos, acusándolos de monopolizar decisiones y de promover intereses partidarios y la desmovilización. Se trata de una dialéctica entre el poder constituyente y el poder constituido.

La conformación de la corriente histórica por el cambio. El desarrollo del proceso bolivariano se puede describir como la conformación de una corriente histórica por el cambio compuesta por diferentes corrientes que confluyen en un proyecto común. Es esta gran diversidad política histórica la característica del proceso bolivariano y ello constituye su inmensa riqueza. La multiplicidad de sujetos implica la multiplicación de los frentes de lucha, la diversidad de estrategias puestas en marcha para luchar por la democratización radical de la sociedad venezolana, y su capacidad de movilización para defender el proceso revolucionario cuando éste ha estado en peligro.

Las referencias centrales están en Simón Bolívar, su maestro Simón Rodríguez, el general campesino Ezequiel Zamora, la resistencia indígena y la resistencia afro de Venezuela. El movimiento popular comienza a fortalecerse cuando el movimiento político comienza a entender que hay que darle al pueblo los instrumentos para que se organice. Una de sus consecuencias es la incorporación de la «participación popular» en la reconfiguración política del nuevo siglo.

El poder constituyente. Una idea fundamental del proceso bolivariano reside en la prioridad del poder constituyente. Se trata de fomentar la capacidad de la base para analizar, evaluar y decidir lo que concierne a su vida. El poder constituyente es la capacidad legítima de los seres humanos para crear algo nuevo. De esta manera, el poder constituyente se transforma en el motor más grande de la historia, la fuerza social innovadora más potente y significativa.

El concepto de revolución. La revolución no se entiende como un acto de toma de poder, sino como un proceso amplio de construcción de lo nuevo; un acto de creación e invención. La consigna central de las asambleas de los barrios es «no queremos ser gobierno, queremos gobernar». Las organizaciones políticas tradicionales e incluso los mandos militares tienen que aceptar el concepto incontrolable del poder constituyente como parte de una estrategia revolucionaria dual. Y el protagonismo desde abajo busca superar la lógica representativa institucional y el racionalismo partidista de la izquierda tradicional.

De esta manera aparece un nuevo sujeto de cambio radical entre las y los pobres y marginalizados, allá donde no había sujeto de emancipación. Este proceso de creación de lo nuevo, no centrado en la toma del poder, crea un conjunto de derechos, libertades, espacios de transformación y lugares de autogobierno popular. Es la nueva democracia participativa y protagónica que abarca lo social, lo económico y lo político.

El poder popular. La idea del poder popular está estrechamente relacionada con el concepto del poder constituyente. Desde el 2005, el socialismo y la democracia participativa y protagónica han sido conectadas en el discurso oficial con el poder popular. El poder popular refleja la capacidad de las y los oprimidos y marginalizados de cambiar las relaciones de poder a través de sus procesos de organización, coordinación y formación para administrar y decidir sobre sus propias vidas. Es un proceso de búsqueda y creación que se nutre de siglos de experiencia de luchas y organización. Históricamente el poder popular era sometido, en un proceso revolucionario, al partido y/o al estado revolucionario. En Venezuela, contrariamente a otros procesos revolucionarios anteriores, el poder popular no es concebido como eslabón intermedio, sino como camino y meta.

Los consejos comunales. Los consejos comunales representan la forma más importante de organización local territorial. En Venezuela el sujeto de cambio más activo siguen siendo los habitantes de los barrios urbanos y las comunidades campesinas. En 2009, se contaban alrededor de 30.000 consejos comunales en el conjunto del territorio. Estos consejos comunales reciben su financiamiento directamente del Estado, evitando la interferencia de las alcaldías. En la realidad, la relación entre los consejos comunales y las instituciones está marcada por el conflicto y no es precisamente armónica.

La conjunción de varios consejos comunales en un mismo territorio lleva a la conformación de las comunas socialistas. Las decisiones siguen siendo tomadas en las asambleas de los consejos comunales. Cuando las diferentes áreas municipales se organizan en consejos comunales y comunas, tenemos las «ciudades comunales». La idea de la comuna como lugar de construcción de la participación, el autogobierno y el socialismo remite aquí la tradición comunista comunitaria de la Comuna de París, de Simón Rodríguez, de José Carlos Mariategui y, de manera muy especial, a la experiencia histórica indígena y afro-americana.

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