¿Cuáles son los principales cambios que hay que dar a la política de la Diputación?

Primero, las formas, las actitudes de imposición y de nulo respeto a la ciudadanía y a las organizaciones que trabajan en distintos ámbitos. Se debe democratizar la Diputación y las Juntas Generales abriendo canales de participación y toma de decisiones a la ciudadanía. Y, luego, se han de cambiar las prioridades, pasando de una política basada en grandes infraestructuras y en la proliferación del cemento y el ladrillo, a una política que responda a las necesidades sociales, que cree empleo de calidad y en todos los ámbitos, que ponga límites a la degradación ambiental y que impulse el desarrollo equilibrado e integral de todas las comarcas.

Además, es urgente acometer una profunda reforma fiscal, o algo tan elemental como que el euskara sea la lengua a priorizar o que de una vez por todas Bizkaia aporte y trabaje por la construcción nacional de Euskal Herria.

Quienes han gobernado la Diputación o les han apoyado basan sus programas en proyectos tractores en el ámbito empresarial, cultural o turístico. ¿Son necesarios?

Debemos resaltar que esos proyectos sin ningún tipo de sentido que se pretenden imponer a las distintas comarcas demuestran el fracaso absoluto de la Diputación en relación al desarrollo socioeconómico integral de Bizkaia. ¿Cómo se puede tener la cara de prometer 1.100 puestos de trabajo en Enkarterriak apoyándose en un proyecto -Habidite- sin ningún tipo de garantía y sustentado por un personaje como Jabier Fernández que no ha hecho más que estafar a todos? ¿Cómo es posible que se quiera imponer un modelo eminentemente turístico a todo Busturialdea con la construcción del Guggenheim? ¿Cómo es posible que se hayan gastado más de 1.000 millones de euros en la Supersur, que se destrocen entornos valiosísimos, cuando está claro que no va a ser utilizada y que va a ser un sonoro fraude y agujero económico? Lo cierto es que mientras José Luis Bilbao nos intenta vender todos estos fracasos, cada vez más gente se queda en el paro o sin ayuda social, mientras se sigue despilfarrando dinero en proyectos no reales ni necesarios.

¿Cuál es su apuesta?

Apostamos por un desarrollo comarcal equilibrado que impulse y tenga en cuenta a todos los sectores; una política de promoción al primer sector que tenga como objetivo la soberanía alimentaria; un desarrollo industrial con proyectos reales y no especulativos que sea respetuoso con el medio y que aporte valor añadido al entorno. Hay que poner freno a la degradación ambiental, preservando nuestro valioso medio natural e impulsando medidas para su puesta en valor. Abogamos por invertir dinero en los servicios públicos y por la creación de empleo en ellos, puesto que es ahora, cuando las necesidades sociales son cada vez más importantes, cuando se debe apostar por servicios públicos y de calidad.

Las diferencias entre comarcas son destacables, ¿cuál es su fórmula para atajarlas?

Seguir el ejemplo de Busturialdea. En 1998 se aprobó un plan en el que se planteaban actuaciones en el ámbito socioeconómico, se subrayaba la necesidad de impulsar una serie de infraestructuras como el tren y de actuaciones concretas de mejora medioambiental. Se realizó con la participación de todo el tejido social, político, organizativo, empresarial e institucional. Ese plan ha sido ninguneado y marginado por la Diputación y el Gobierno Vasco durante años; ese plan demostraba que, frente al falso argumento de Diputación que llega a decir que para Busturialdea la Reserva de la Biosfera de Urdaibai ha sido un freno, es una oportunidad para su desarrollo integral. Pero, claro, ese plan participativo, integral y respetuoso con el medio ambiente no casa con la política especulativa y del cemento y el ladrillo que impulsa el PNV.

Parece que PNV, PSE y PP apuestan por el copago en los servicios asistenciales, especialmente los dirigidos a los mayores.

Estamos absolutamente en contra del copago. Reivindicamos unos servicios públicos universales. El argumento de su insostenibilidad es una gran mentira. ¿Acaso son sostenibles las grandes infraestructuras como los túneles de Artxanda, que han supuesto un agujero de más de 70 millones de euros para las arcas públicas, o la Supersur, que a día de hoy no sabemos el costo de su mantenimiento y del peaje, algo que el PNV está retrasando hasta después de las elecciones? Ya es hora de ver los servicios sociales, no como gasto, sino como fuente de empleo y riqueza. Y es por ello que se ha de acabar con su privatización y subcontratación.

La clave parece estar en la política fiscal. ¿Pagarán vizcainas y vizcainos más impuestos?

Proponemos un cambio radical en la política fiscal, algo tan simple como que verdaderamente los que más tienen paguen más. La presión fiscal media de la UE ha sido del 39,8% del PIB, mientras que en la CAV es el 33,7% y en Nafarroa el 32,5%. Esto supone que en 2007 se recaudaron en Hego Euskal Herria 5.360 millones de euros menos que lo que se obtendría de tener la presión fiscal media de la UE (4.020 millones en la CAV y 1.340 en Nafarroa). Es necesario aumentar la presión fiscal, pero no de forma igual para todos.

A día de hoy somos la clase trabajadora los que más aportamos. Si analizamos los impuestos directos, de 100 euros recaudados, 78 los han pagado trabajadores y trabajadoras en el IRPF, 20 las empresas en el Impuesto de Sociedades, y 2 euros las rentas de capital. Las rentas de capital pagan el 20% independientemente de la cantidad invertida, mientras que las del trabajo cotizan entre un 23% y un 45%. Exigimos que las rentas del capital y las del trabajo se consideren conjuntamente y se pague por tramos. Y, además, se ha de luchar contra el fraude fiscal con todos los medios.