ULna cancioncilla ha colocado durante unos cuantos días a Azerbaiyán en el mapa colectivo. Además con un dúo de consenso, competían para ser elegidos para representar a su cadena estatal y se unieron, es decir que hicieron algo parecido a lo que se entendería como un pacto patriótico. Unir fuerzas para derrotar al resto de los cantantes de una Unión Europea de Radiotelevisión UER, que crea desde hace un montón de décadas un lugar extraño en el universo llamado Festival de la Canción de Eurovisión.

Desde luego para columnistas, especialistas, asociados y tertulianos de vermú, nos proporciona, cuando menos, un artículo anual. Para la risa. Para la obsesión. Para constatar el cinismo y la bipolaridad en la que funcionamos ya que nadie confiesa que ha visto su retransmisión pero como los números cantan, nunca mejor dicho, y consigue este invento unas audiencias absolutamente descomunales, en términos locales, estatales o globales. Será el morbo, el choteo, la atracción de lo friki con lentejuelas, algo tiene este espectáculo cutre para que acudan tantas moscas.

Mantengo una teoría tan exenta de autoridad científica como casi todas: ninguno de los entes que concurren por compromisos políticos y comerciales quiere ganar. Manan a zombis, a productos casuales, por si suena la flauta. Los mandan a que se quemen, a que tengan sus semana de gloria local y su ridículo global. Pero alguien debe ganar, ahí entran cuestiones de diversa índole que han ido variando históricamente, según cambiaba el mapa geoestratégico. Nadie quiere ganar porque organizar al año siguiente la ceremonia requiere de mucha inversión. Por lo tanto o cae sobre países emergentes con ganas de colocarse en las agencias de viajes, o les toca por sorteo a los más pringados. O simplemente todo es fruto de un error descomunal, de una falla intelectual y ética que produce estos terremotos.

Al estribillo todo funciona mejor, a mí me produce pesadillas. Gran angustia. Euskal Herria independiente, admitida su televisión en la UER, ¿a quién mandamos al matadero cantarín? ¿Corrompemos a los jurados para ganar o para perder? Se suceden imágenes de candi- datos. ¡Qué miedo!