La memoria. Cuando oigo la palabra cultura me echo la mano a la pistola. Frase histórica. ¿Quién la compra? Parafraseemos y cambiemos pistola por cartera. O por presupuestos generales. Inmovilismo esquemático. ¿Sufres vida? Otra frase. El teatro es lo que me redime de la vida. ¿Sufres teatro? Rompe la foto fija.

La gestión cultural es a la cultura lo que la música militar a la música. Seguimos atrapados en la red tópica. Lo orgánico y la reproducción asistida conviven en el mismo plano administrativo.

¿Es esencial la cultura? Más retórica, pero con sifón: ¿a qué llamamos cultura?

Los desmemoriados. Sin ruidos, garabatos, gestos y suspiros, la oscuridad precede a la oscuridad. Plomos fundidos.

¿Cultura, qué cultura? A la jota, jota, que bailan los perros. Pan y circo. Pan con pan. Dame pan y llámame tonto. Pánico en los despachos. ¿Quién etiqueta la cultura? Amanece en gris, con pájaros afónicos, la brisa convierte en estatuas los geranios, la niña riega su tarjeta de crédito. Mamá, cómprame una botas para bailar. ¿Quién debe pagar a cultura?

Demagogos del mundo, uníos. Pon un poeta en tu mesa. Llegan hordas de bufones castrados del gen de la ironía crítica. En el camino hacia la nada los espectros bailan al suelto y confunde las peras con las cítaras. De los árboles cuelgan las ilusiones con los pies desnudos.

Manos arriba, esto es un atraco. ¿La bolsa o la cultura? Me han dado la medalla al desmérito cultural dotada con una pensión vitalicia. Se ofrece artista servicial multidisciplinar para campaña. No importa partido. Vendo eslogan: vota Cultura.