Azerbaiyán celebraba ayer por todo lo alto su primera victoria en el concurso de Eurovisión de la canción, una «publicidad super» en Europa para esta ex república soviética del Cáucaso con mayoría musulmana, más conocida por su petróleo que por sus talentos musicales.

Tal y como manda la tradición, Azerbaiyán acogerá la edición de año que viene después de la victoria en el concurso de su dúo formado por Ell y Nikki. Esta victoria es un acontecimiento sin precedentes para unos nueve millones de habitantes de este país fronterizo con Irán, de Rusia y de Turquía.

El orgullo y la alegría dominaban los periódicos y de las principales cadenas de televisión de este joven país, independiente de la URSS exactamente desde hace veinte años.

Los habitantes de Bakú, la capital azerbayana, dejaron estallar su alegría cuando se supo el veredicto durante la noche del sábado al domingo, más aún teniendo en cuenta que este país participaba en Eurovisión sólo por cuarta vez. A pesar de la lluvia y la hora tardía, miles de personas descendieron a las calles, con la bandera azerbaiyana. «En lo sucesivo, Europa va a saber de verdad lo que es Azerbaiyán. Es una publicidad super para nuestro país», decía exultante Sakina Akhmedova, una contable.

Eurovisión es seguido cada año por decenas de millones de telespectadores, y difundido por todas partes en Europa, pero también en Australia, en Canadá, en los Estados Unidos en Egipto o en la India.

La canción de amor de Ell y Nikki llegó a la cabeza de los 25 finalistas del espectáculo, organizado en Düsseldorf, Alemania. La representante española, por cierto, quedó en antepenúltimo lugar.