A la Schengen callando
Los Estados europeos que a lo largo de la Historia abrieron cicatrices sobre este continente nunca han pretendido disimularlas, ni siquiera con el tratado de libre circulación. Schengen ha sido un hito, en efecto; el que marca la muga de lo que nunca será la Comunidad Europea. Porque el corazón de esta unión es la economía y no sus habitantes, y si se promovió la libre circulación de personas fue porque sólo así se culminaba el objetivo principal: el libre comercio.
Ahora acaban de saltar las alarmas. El anuncio de Dinamarca sobre el restablecimiento de los controles fronterizos con Alemania y Suecia parece haber provocado un cortocircuito en la sala de control de Bruselas. El gobierno danés ha intentado reinstaurar la calma asegurando que no se trata de «implantar controles personales o de pasaportes», porque eso supondría violar la normativa de Schengen, sino «controles de fronteras» cuyo objetivo no sería otro que impedir «actividades criminales transfronterizas». Copenhague ha recordado además que «otra nación europea», de cuyo nombre no ha querido acordarse, «ya está aplicando los mismos controles desde hace tiempo».
Y en esa estábamos, cuando de repente, vaya usted a saber qué mosca le habrá picado, el superministro Alfredo Pérez Rubalcaba ha saltado con eso de que Schengen «es un régimen de libertad al que España no está dispuesta a renunciar de ninguna manera». Mientras, a diario, en Euskal Herria Policía Nacional y Guardia Civil se turnan mañana, tarde y noche para establecer controles interminables en los antiguos pasos fronterizos. Será que perdieron la libertad y todavía la andan buscando. A la Schengen callando.
Iñaki LEKUONA
Periodista