El presidente marfileño, Alassane Ouattara, de 69 años, fue investido solemnemente ayer en Yamusukro como nuevo mandatario de la República de Costa de Marfil, tras seis meses de sangrienta crisis postelectoral.

Ouattara fue investido seis meses después de la celebración, el 28 de noviembre, de las elecciones presidenciales perdidas por el anterior jefe del Estado, Laurent Gbagbo, quien rechazó abandonar el poder, dando paso así a una violenta crisis que causó cerca de 3.000 muertos en todo el país. El nuevo presidente se hizo con el poder tras la detención el 11 de abril de Gbagbo, después de 15 días de guerra. Fue proclamado presidente el 5 de mayo y al día siguiente juró el cargo. La ceremonia oficial se celebró ayer en la capital política del país, con la presencia de una veintena de jefes de Estado y dirigentes africanos, entre ellos el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy.

Grupos pro Derechos Humanos entienden que la principal tarea de Ouattara será la de restaurar un país dividido y resolver los numerosos casos de violencia, desapariciones y abusos sexuales pendientes.