Raimundo Fitero
Cagalera
Hoy no se puede. Mañana sí. O tampoco. Todo depende. La dignidad. Grito silencioso. Bello. Grita. Vota. Bota. ¿Se prohibirán las misas que son un claro y conocido lugar de petición del voto reaccionario y de extrema derecha local o estatal? ¿Los resultados del fútbol de ayer no eran mensajes partidarios? Abstracción. Zapea que algo queda. Fianza de un millón de dólares. El dolor del dinero. La justicia capitalista es ciega pero no tonta.
Cuando la vida está tan cargada de acontecimientos de relevancia, las programaciones habituales de las televisiones adquieren un valor todavía más relativo. Si cambia la realidad política, si se regenera el tejido democrático, por fuerza, se cambiarán las programaciones televisivas, se buscarán otras posibilidades de entretenimiento no tan alienantes. Miro por ejemplo a «Supervivientes», y me parece un tumor enquistado. No desaparecerá nunca. Jamás. Produce un cúmulo de sensaciones morbosas que no hay duda que siempre tendrá su legión de consumidores. Que Toni Genil se haya convertido en uno de los frikis de culto en esta edición no es de extrañar. Es un personaje de ficción, un compendio de tics, patologías y complejos con DNI y biografía televisiva, y además acumula las circunstancias más remarcables, más ridículas, como es una diarrea que se convierte en una cagalera sufrida en directo, o un insecto que le ataca en sus partes pudendas para que pueda mostrar su culo, pirulo.
¿Es una frivolidad hablar de este tipo de intoxicación televisiva en un día como el de hoy? Puede ser. Pero colocado en la zona tóxica del pensamiento mercantil, resulta que este programa tiene una audiencia clasificable importante. Y que esos seres que allí habitan, de carne, hueso y silicona, se exhiben sin pudor en situaciones bastante complicadas, haciendo algo totalmente inútil y antiproductivo, por un puñado de miles de euros, algo que no deja de ser un síntoma más de la sociedad en que vivimos. Seguramente muchos los miran como unos seres extraños, se ríen de ellos, pero cuidado con la soberbia porque en muchos trazos parecen ser el reflejo de nuestro propio espejo. A alguno le va a entrar cagalera esta noche.