Los historiadores coinciden en señalar que Maria Antonieta nunca pronunció la frase «si no quieren pan, que coman pasteles», en referencia a quienes, empujados por el hambre y la injusticia, comenzaban a rebelarse en la Francia previa a la Revolución. No obstante, esa sentencia simboliza la incapacidad innata de los poderosos para entender que no pueden pisar a la gente más allá de los límites humanos sin que estos se rebelen.

Las protestas de Madrid han pillado a la clase política española en un «momento Maria Antonieta». Al escuchar los testimonios de quienes permanecen concentrados en la Puerta del Sol, pienso que la vivencia que están teniendo ahora es algo que miles de vascos ya han pasado antes: en la ocupación y resistencia de un Gaztetxe, en las calles delante de toda clase de policías, en huelgas estudiantiles y laborales, frente a todo tipo de prohibiciones, en las mil y una manifestaciones a las que han asistido durante años. De un modo y otro, miles de vascos han denunciado que la transición española es una farsa que sólo ha traído la homologación del franquismo, un neoliberalismo depredador y una involución democrática galopante. Pero en la guerra contra la disidencia vasca los españoles habían perdido la opción de discrepar. Ahora la intentan recuperar, y eso es positivo.

En Euskal Herria, tras más de cinco décadas exigiendo democracia real, con la capacidad de indignarse intacta, habiendo creado las condiciones para un cambio estructural y con un programa claro, nadie debería quedarse en su palacio de cristal comiendo pasteles. No es momento de perder la cabeza, es un momento para disfrutar.