Txisko Fernández Periodista
En el frente y atrincherados
Cuando se hizo oficial que los votos que coseche hoy Bildu van a servir para configurar las nuevas instituciones forales y municipales de Hego Euskal Herria, los dirigentes y candidatos de PNV y PSOE actualizaron sus discursos subrayando que, por fin, iban a poder debatir con la coalición soberanista sobre los proyectos concretos que afectan a la vida cotidiana de las gentes de este país.
Bueno, pues resulta que, concluida la campaña, el resultado de ese debate está claro: PSOE y PNV, al igual que PP y UPN, no quieren cambiar ni el fondo ni las formas a la hora de gestionar las instituciones. Por poner sólo dos ejemplos: el único compromiso firme e inequívoco que ha tomado el candidato Miguel Buen es el de hacer todo lo posible para que la recogida de residuos urbanos puerta a puerta no siga extendiéndose por Gipuzkoa; por su parte, su contrincante electoral y, al mismo tiempo, compañero de viaje ideológico Markel Olano cerró campaña asegurando que su partido «no va a permitir» que se paralicen proyectos como el TAV o el superpuerto proyectado en Jaizkibel.
Son mensajes que reflejan una imagen de trinchera muy nítida. Para que no se enrede Urkullu, lo diré más claro: PNV y PSOE han marcado una línea imaginaria al otro lado de la cual les gustaría que se quedara Bildu sola y desorientada.
Esa trinchera que con tanto ahínco han cavado, codo con codo, puede convertirse a partir de hoy en su fosa si, como todo apunta, gran parte de la ciudadanía de este país opta por un nuevo sistema de funcionamiento institucional y por un futuro basado en mejorar la calidad de vida y no en inflar las cuentas de beneficio de empresas privadas a costa de exprimir aún más el erario público.
Y sobre esos principios se puede hablar de proyectos muy concretos y realistas. Se puede proponer, por ejemplo, construir un superhospital en la zona exterior de Cruces, revitalizar el de Santiago en Gasteiz, publificar la Clínica del Opus en Iruñea y desdoblar, como las autopistas, el Oncológico de Donostia. Y que el Metro de Bilbo llegue a Eibar o el Topo de Donostia hasta Durango...
Lo que no se puede permitir es que nos entierren en sus trincheras, en el fango de su tediosa continuidad. Hay que rellenar esos fosos con toneladas de esperanzas renovadas.