CRíTICA cine
«North» Entre lapones
Mikel INSAUSTI
Se ha dicho que “Nord” es una snow-movie, el equivalente sobre nieve de las películas de carretera. Pero no cabe duda de que en estilo narrativo pertenece al mismo género, aportando toda la originalidad que en su momento supo imprimirle David Lynch con “Una historia verdadera”, cuando se le ocurrió que el veterano Richard Farnsworth condujera una segadora a paso de burra. En esta insólita ficción del documentalista noruego Rune Denstad Langlo, el protagonismo recae en un esquiador que inicia su viaje en una moto de nieve y lo concluye sobre los esquís. Lo que define la película es el paisaje y, como sucedía con la reciente “Winter’s Bone”, nunca sería igual de haber sido rodada en otro lugar. El destino de esta odisea nórdica es el Valle de Tamok, presidido por la grandiosidad del paisaje ártico con su luz cegadora. Los pocos humanos que allí habitan están definidos en su completo aislamiento por una naturaleza tan extrema.
Las duras condiciones de vida y el recurso del alcohol casero para combatir las gélidas temperaturas dan pie a anécdotas extrañas, dignas de los documentales de Werner Herzog y los dramas existenciales de Aki Kaurismäki. El método de aprovechamiento del poco líquido que queda en el fondo de la garrafa para conseguir la intoxicación etílica, empapándolo en tampones que luego son aplicados sobre la coronilla bien rasurada, es de lo más chocante que he visto en una pantalla de cine. No menos llamativa es la muerte accidental del viejo lapón mientras duerme en su «lavvu», que es la tienda típica de la cultura sami. Como quiera que está encadenado a su moto de nieve, aparcada en el exterior, al ceder la capa de hielo que la soporta y hundirse arrastra consigo al buen hombre, sin que, ni él ni el protagonista viajero, se enteren de nada. Todo es asombroso en la película, visto por los ojos deslumbrados de un antiguo campeón de los deportes de invierno que se encuentra fuera de forma, y que sobrevive trabajando desganadamente en una estación de esquí.