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Objetivo cumplido

Celebración, esta vez sí

El equipo rojiblanco ganó gracias a dos minutos de fortuna, se clasificó sexto y los jugadores terminaron celebrando el meritorio logro en el centro del campo y agradeciendo su apoyo a los aficionados que se desplazaron hasta el Sardinero

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RACING 1

ATHLETIC 2

Joseba VIVANCO | BILBO

Dicen que Joaquín Caparrós tiene una flor, marchita esta primavera, pero que ayer la regó justo en el momento en que el juego del Athletic parecía más seco. Corría el minuto 20 de partido y la estadística reflejaba cinco tiros a puerta del Racing por ninguno del Athletic. Los locales salieron a esperar las ansias bilbainas y contraatacar; y a fe que lograron su propósito.

Para los tres minutos de encuentro, el habilidoso Giovanni do Santos -Castillo soñaba con él despierto- ya había tenido dos ocasiones, una de ellas, un mano a mano con Iraizoz, que sacó éste. De cerca, de lejos, por la derecha, por la izquierda, los cántabros metieron la quinta y los visitantes se limitaban a correr detrás del balón. Y cuando peor pintaban las cosas, en eso, apareció la flor.

Minuto 20. Falta típica a Llorente al borde del área santanderina. Ejecuta David López con maestría y a la red. Golazo. Su sexto esta temporada. Pero tan nervioso estaba en la banda Caparrós, que le llamó acto seguido no para tirarle de la oreja, sino para corregirle al oído algunos de sus movimientos en el campo. Porque el Athletic hacía aguas.

Sólo un minuto después, balón largo desde la defensa a Llorente, que escapa de sus marcadores, encara a Toño y de vaselina hace el segundo. Su gol número 18, cifra que empataba a la lograda por Cuco Ziganda y Julen Guerrero en la temporada 1993-94. Y, esta vez, abrazo conjunto de titulares y suplentes junto al banquillo.

Sin querer, el Athletic se encontraba con un inmerecido y excesivo premio. Gorka Iraizoz -ayer sí, inmenso- había sacado ya dos balones de gol con el 0-0. Pero es que en los minutos siguientes al 0-2, el Athletic, lejos de atemperar el partido, permitió que el portero navarro volviera a salvar al equipo al ganar dos mano a mano a Rosenberg.

Los minutos restantes de la primera parte se volvieron un tanto locos e incluso Muniain pudo elevar la cuenta en una escapada por la banda y en la que sólo ante Toño, perdió la partida. Al final de los primeros 45 minutos, los cántabros sumaban cuatro ocasiones de gol, por tres los bilbainos.

Al final, sufrimiento

En el segundo tiempo, con una defensa más entonada que en la primera parte, el Athletic se hizo dueño del juego ante la imprecisión local. Arriba, el joven Muniain -desaparecido hasta entonces- cogía su fusil, se metía en el encuentro y comenzaba a acuchillar su banda y adueñarse de la pelota. En una de esas acciones, abrió hacia David López, éste hizo otra de las cosas que mejor se le dan, como es ponerla en la cabeza de Llorente, y es Toño el que saca bajo palos. El propio David López tuvo dos ocasiones de gol casi consecutivas, pero esta vez la dirección de los disparos cambió de muñeco: Iraizoz por Toño.

Pero si el arquero navarro fue el protagonista en la primera parte, en la reanudación el testigo lo tomaba Muniain. No sólo volvió a fallar otro mano a mano con el inspirado Toño, sino que en otra de sus cabalgadas por la izquierda, Francis sólo pudo frenarle con una dura entrada. Era su segunda amarilla y se iba a la calle. El partido se ponía aún más cuesta abajo para el Athletic. Y esta vez, como sucediera contra el Málaga, no había que especular, los rojiblancos estaban metidos de lleno en el encuentro y no era lógico dejarle la iniciativa al Racing.

El resto del partido fue un dejarlo morir por parte de los rojiblancos, gracias a la cómoda ventaja y la falta de intensidad de los racinguistas. Pero en esas, en el minuto 87, una desafortunada jugada en la zaga rojiblanca, mal despeje de Javi Martínez, el balón llega a Kennedy, que chuta y Amorebieta desvía al fondo de la red. Y por delante, apenas cuatro minutos para sufrir. «¡A por ellos!», se envalentonaba la afición cántabra en las gradas con el peligroso remate de un jugador cántabro por encima del larguero, en el 91.

Los tres minutos de prolongación fueron una película de miedo a la que la afición rojiblanca ya está acostumbrada. Córner en contra en el último suspiro y final del partido. Sextos y piña rojiblanca en el centro del campo. Esta vez sí. Los jugadores y hasta Caparrós volvieron a salir al campo a agradecer el apoyo. Objetivo cumplido.

 

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