Iñaki LEKUONA Periodista
A, B, C, D, S, K... X y Z
En días como hoy, las combinaciones entre letras y números centra el interés informativo. Acrónimos y números se estiran en interminables tablas que recorren la geografía de Euskal Herria y más allá. Y en muchos de los editoriales de hoy, la irrupción de Bildu en las urnas se llevará más de un párrafo de reflexiones, muchas de ellas alabando una jornada que algunos flipados llaman sin sonrojarse «la fiesta de la democracia», como si la democracia se redujera a una visita periódica a las urnas municipales, autonómicas o estatales.
Los de la Puerta del Sol son conscientes de que precisamente eso no es democracia. Y son igualmente conscientes de que el sistema que nos obligan a comprar por la fuerza no es ni mucho menos democrático. Nos lo acaba de demostrar Dominique Strauss-Kahn después de hacerse un harakiri en el bajo vientre. Porque, ¿quién nos gobierna realmente? ¿Un tipo elegido «democráticamente» en las urnas para gobernar el país? ¿O un tipo que desde las alturas del Fondo Monetario Internacional le dice al gobernante de turno lo que tiene o no que hacer? Ahora que el rey del FMI se ha depuesto a sí mismo castrando su futuro político, comienzan las ecuaciones para despejar la X sucesoria. Y no serán quienes votaron ayer los que decidan si el trono se lo llevará la gala Christine Lagarde, el turco Kemal Dervis o algún otro líder espiritual neoliberal. Porque los ciudadanos no pasan de ser la Z de este abecedario, los últimos de este sistema construido por y para los que detentan el poder. Aunque no para siempre: cada vez son más quienes se dan cuenta de que justamente por ser el último, es el pueblo quien debe tener la última palabra.