La Naval continúa en caída libre. La propietaria del astillero, Construcciones Navales del Norte, anunció oficialmente ayer su intención de despedir al 41% de la plantilla, es decir, a 150 de sus 368 trabajadores. La noticia refrenda la tendencia acentuada desde su privatización en el año 2006. Lo que se presentó como la «única salida posible», la alternativa que aseguraría carga de trabajo estable y empleo, es hoy una herida abierta que está desangrando, más todavía, una zona altamente desindustrializada y castigada. Los argumentos de dificultades de financiación, complicaciones de acceso al crédito y caída de pedidos no son justificaciones convincentes, como tampoco lo es la ecuación de despidos masivos igual a viabilidad del astillero.

Euskal Herria es un país que siempre ha mirado y surcado los mares. Los astilleros son estratégicos para el país. La Naval tiene futuro. Éste pasa primeramente por depurar responsabilidades entre quienes han hecho y deshecho -incluidos UGT y CCOO- en la disparatada privatización. Pasa por construir unos astilleros vascos, públicos e independientes, que funcionen con el buen oficio industrial y la cultura del trabajo que este país sabiamente ha atesorado.