Martín Lasarte trasmitió en su despedida como entrenador de la Real un conglomerado de sentimientos entre los que destacaban el dolor, la satisfacción y el agradecimiento. Así señaló que «me voy dolido porque me vuelven a la memoria las charlas, las pautas de recobrar la identidad, de manejarnos con una estructura en la que el 80% sea gente del club, que se hizo, de ascender y mantenerse... Me voy con la tremenda satisfacción de haber cumplido con lo que se pidió a nivel deportivo y humano. Ya comenté que para mí era un desafío personal muy ligado a mis raíces, a la figura de mi padre, y me voy muy contento con lo que me tocó vivir».

Se mostró agradecido porque «todo lo que ha ocurrido aquí me ha quedado para toda mi vida. Estos dos años nadie me los va a quitar». Durante fases de la rueda de prensa no pudo ocultar su malestar con Loren y Aperribay por retirarle la confianza y destituirlo, pero al final también se mostró agradecido a los que le dieron la oportunidad de vivir estos dos años: «En aquel momento era una situación delicada traer a alguien que no era conocido. Se la jugaron y debo estar agradecido y si estoy aquí es porque esa decisión se tomó en su momento».

Lasarte vio que su futuro en el club no estaba claro «cuatro o cinco semanas atrás. Noté que la situación había cambiado y que era otro el ambiente». Y entendía que el momento lógico para su destitución era «si perdemos o empatamos contra el Sporting. Estaba claro que si perdían me cambiaban, pero una vez que se solventa eso, las cosas cambian».

Pese a su malestar, manifestaba que «no me voy con rencor con nadie. No comparto algún tipo de decisiones y pensamientos y los que dirigen toman decisiones. Pero no tengo rencor y me gustaría volver a la Real. Es un lugar ideal para trabajar y vivir. No hay cosa más bonita que salir un lunes por Donostia tras ganar. Te crees el amo del mundo. Esta es una ciudad de calidad de vida, quizás los que viven aquí no se den cuenta».

Aparte de elogiar a la ciudad y lo que ha conocido en Gipuzkoa, sobre todo ensalzó a sus compañeros en el cuadro técnico, especialmente a Pablo Balbi, y a los jugadores, cuyo respaldo sintió: «Después de ganar al Barcelona el lunes esto era un funeral. Estaban molestos porque habían leído que Bielsa estuvo en el partido de cara a una posible incorporación. Eso me congratula mucho. No es fácil trabajar con 25 personas con su narcisismo satisfecho, que ganan dinero y son famosos, muy competitivos y cada uno quiere su parcela. Pero en los momentos delicados, fueran titulares o no, han mostrado una gran adhesión a la manera de trabajar, a nuestro discurso y a nuestra persona. Más de uno nos ha defendido porque era el momento de estar juntos».

El factor Rivas

Lo único desafortunado de la rueda de prensa fue cuando dijo que alinear a Rivas «me ha pasado factura» para no seguir. Se le preguntó si recibió instrucciones para no alinearlo y dijo que «cuando no recibes presiones es peor, porque sobrevuela. En algún momento hubo algo, pero comenté que soy entrenador y que tengo unos jugadores por lo menos este año. Otra cosa es que el jugador no estuviera. A partir del año próximo se vería».

En la misma línea manifestó que «me quedo muy tranquilo por haber cumplido con lo que se me pidió y porque tomé decisiones en base a lo que pensé. Más allá de que el objetivo se concretó, nos congratula perder con la mía. Me deja con mucha satisfacción. No perdí con las decisiones de otros».

No denotó demasiada confianza en su plantilla cuando dijo que «tuvimos un equipo con cantidad de gente joven novata en Primera, gente que había bajado hace tres años y otros tres. Me dolería que al valorar nuestro trabajo no se valore eso y que para otro colega las condiciones sean distintas. Es muy importante para crecer, plantar una semilla y ahora viene otro a pasar el rastrillo. No digo que venía lo mejor, pero ahora venía lo más bonito tras lograr algo que parecía muy difícil».