Una situación que recuerda a la vivida con Lillo y Lasarte hace dos temporadas
Joseba ITURRIA
Lasarte merece el agradecimiento y el reconocimiento por su trabajo en los dos años en los que ha estado en la Real y por su contribución a la consecución de los objetivos y por su comportamiento como persona. Sin embargo, Lasarte en una cosa no estuvo a la altura de su trayectoria impecable y a uno le hizo recordar la despedida de Juanma Lillo hace dos años.
Un entrenador debe admitir que de la misma manera que un día alguien lo elige para encargarse de un club en lugar de otro colega, en otro momento puede decantarse por otro para sustituirlo. En su caso debe estar agradecido a Loren y Aperribay porque le han dado la opción de vivir dos años muy positivos para él y para la Real. Pidió a toda la familia blanquiazul que «no se desunan», pero el único motivo que dio para no ser renovado, no quiso escuchar los que le iban a dar Loren y Aperribay, era que le pesó alinear a Rivas. Eso no ayuda a unir. No puede decir eso y al mismo tiempo reconocer que no ha recibido presiones para no utilizarlo. Rivas jugaba mucho y nadie le cuestionaba y planificaba la próxima temporada. Cuando menos ha jugado es cuando se ha decidido sustituirle. Lasarte no es entrenador de la Real porque el equipo se ha desplomado y ha sumado 11 puntos y ha encajado 29 goles en los últimos 14 partidos. Y las tres victorias, con goles de fortuna y errores arbitrales favorables. Y no ha confiado en el conjunto de la plantilla y en los jóvenes del Sanse. Por eso, por nada más. Ojalá que su cambio sea un acierto como lo fue contratarle y acabar el ciclo de Lillo, que también hizo un gran trabajo y es una gran persona.