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Es hora de levantar todos los obstáculos

Los resultados electorales del domingo han sacudido el escenario político vasco de tal forma que las noticias se suceden a gran velocidad y cada uno de los agentes trata de situarse en la mejor posición posible ante un nuevo tiempo que va a ser muy diferente del previo al 22-M. En este contexto hay que situar las declaraciones efectuadas por Odón Elorza y Jesús Eguiguren. Uno desde el ámbito institucional y el otro fijando su mirada más allá de lo que va a estar en juego en las próximas semanas.

Por un lado, el anuncio del alcalde en funciones de Donostia de que renunciará a cualquier posibilidad de repetir en el cargo constituye en sí mismo una noticia de primer orden, al cerrar una etapa iniciada hace veinte años y que, sin duda, ha dejado su impronta en la capital guipuzcoana. Elorza asumió su derrota electoral y explicó que ha mantenido silencio -relativo- hasta ayer porque así se lo pidieron en su partido, al tiempo que dijo no querer ser «un obstáculo». Esta última afirmación es especialmente significativa, puesto que no concretó para qué o para quién no quiere ser una traba, y permite especular sobre los pactos que se pueden estar fraguando tanto en Donostia como en el conjunto de Gipuzkoa. En este sentido, todas las miradas vuelven a centrarse en el PNV, partido que el miércoles dijo que no quería a Elorza como alcalde, pero que dejó abiertas todas las demás opciones en este herrialde.

Desde el Parlamento de Gasteiz, Jesús Eguiguren se refirió también a la formación jeltzale, y apostó por alcanzar acuerdos en clave de estabilidad con ella, aunque no renegó del pacto que su partido mantiene con el PP. En todo caso, el presidente del PSE consideró que el Ejecutivo que lidera Patxi López debe cambiar «radicalmente» de política, y sostuvo que debería hacer más para alcanzar un escenario de paz. En esto último no le falta razón a Eguiguren, si bien teniendo en cuenta cómo llegó el PSE a Ajuria Enea y la fotografía que dejan las últimas elecciones, el cambio «radical» que exige la sociedad pasa por un cambio de gobierno y de parlamento. Mantener instituciones distorsionadas por el apartheid sí que es un obstáculo en el camino.

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