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La selección regresa a casa con buen sabor de boca y algunos temas para el análisis

Segundo partido en menos de seis meses, opción de salir fuera a jugar y una nueva victoria. El balance de la cita ante Estonia tiene que ser positiva, pero quedan algunos temas a considerar, como la repercusión social que debiera tener una cita de valor eminentemente simbólico.

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Asier AIESTARAN

Noche cerrada sobre la lejana Tallín. Son las doce y cuarto pasadas y, aunque hace más de cuarenta minutos que ha terminado el partido entre Estonia y la selección vasca, un centenar de personas se agolpa en la puerta cero del estadio Le Coq para saludar-despedir a los jugadores de la tricolor. Bien con gritos a favor de la independencia, bien con el único objetivo de conseguir alguna prenda de recuerdo, los seguidores acompañan hasta el último segundo a sus futbolistas haciendo frente a las bajas temperaturas.

La afición ha sido, precisamente, una de las grandes protagonistas en la visita de la selección a tierras bálticas, dotando de ambiente y color a un partido que, si no fuera por ellos, perdería gran parte del valor simbólico que tiene. Como se puede apreciar en las imágenes, la ikurriña estuvo muy presente durante todo el viaje.

Y es que la repercusión del encuentro del miércoles en Estonia ha sido relativa. Por un lado, nos aseguran que en la televisión se ha hablado bastante de ello. Por ejemplo, en un magazine de la televisión nacional invitaron a un vasco residente en Tallín para hablar sobre Euskal Herria y su selección de fútbol. El partido también fue televisado en abierto para todo el país y en la tribuna de prensa se congregaron al menos una docena de medios locales para cubrir el evento.

No obstante, no parece que el fútbol tenga allí tanto tirón como en otros lugares del mundo. Para que el lector se haga una idea, el estadio en el que se jugó el partido -y que alberga todas las citas importantes de la selección estonia- no llega a las 10.000 localidades en su aforo. Para el choque ante el combinado vasco se abrieron al público sólo una de las tribunas y uno de los fondos, por lo que, siendo generosos, se podría cifrar en unos 3.500 el número de espectadores que acudieron a la cita.

En ese sentido, nada que ver con las cerca de 56.000 personas que presenciaron el partido del Camp Nou contra Catalunya en 2006, y las 42.000 que abarrotaron el estadio de Pueblo Nuevo en San Cristóbal para el partido contra Venezuela de 2007. Los diarios que pudimos repasar tampoco llevaron la crónica o la foto del partido a sus portadas, sino que se recogía con bastante brevedad en la sección de deportes. Un hecho, el de la repercusión social, que también deberá ser analizado por la federación para futuros compromisos foráneos.

Aduriz, el nombre propio

Otro de los grandes protagonistas del día después fue, como no podía ser de otra manera, Aritz Aduriz. Tras su ausencia en el partido de diciembre contra Venezuela, el delantero del Valencia volvió a vestirse la tricolor de la mejor manera posible. Sus dos goles ante Estonia le permiten figurar en dos estadísticas reseñables. Por un lado, con sus cinco goles, se coloca a solo uno de Julen Guerrero como máximo goleador de la selección. Por otro, se confirma como una figura clave en la delantera al haber marcado al menos un gol en los tres partidos que se han jugado fuera de casa.

En las declaraciones post-partido, el jugador donostiarra afirmaba estar «muy feliz» por la victoria, y destacaba lo colectivo por encima de lo individual. «Hemos ganado gracias al trabajo de todos, y eso es lo que más importa. No ha sido fácil, porque ellos han estado muy bien colocados durante la primera parte y nos ha costado mucho llegar arriba. En la segunda mitad hemos creado más ocasiones y yo he tenido la suerte de acertar en dos de ellas. Estoy contento por haber podido ayudar a la selección».

En cuanto a la oportunidad de jugar fuera de casa, Aduriz se congratuló de que el triunfo sirve para «demostrar una vez más que tenemos una selección muy potente» y que eso «se conozca también fuera de Euskal Herria». El futbolista guipuzcoano, cuyo siguiente objetivo es recuperar el protagonismo perdido en un Valencia con el que podrá participar en la Champions League, reconoció la importancia de jugar con la tricolor, «porque es un sentimiento muy especial para mucha gente».

Unos de vacaciones, otros no

El viaje de vuelta a Euskal Herria se llevó a cabo ayer por la mañana en un vuelo que partió de Tallín con un pequeño retraso sobre el horario previsto y aterrizó en Loiu hacia las 12.30. La mayoría de jugadores, que el miércoles se permitieron celebrar la victoria, comienzan ya su periodo vacacional, si bien algunos de ellos conocieron durante el viaje que tienen pronto nuevas citas deportivas, en este caso con la selección española.

Es el caso de Andoni Iraola, convocado junto a Xabi Alonso y Fernando Llorente por Vicente del Bosque para los amistosos que jugará la Roja ante Estados Unidos y Venezuela, respectivamente, los días 4 y 7 de junio. El de Usurbil se casa este sábado, por lo que deberá aplazar unos días su luna de miel. Por otro lado, Mikel San José, Iker Muniain, Javi Martínez, Ander Herrera y César Azpilikueta fueron citados para el Europeo sub 21 que se jugará en Dinamarca del 8 al 25 de junio. Ellos también deberán esperar un poco para las vacaciones.

Pero aunque termine el viaje de la selección de fútbol, son otras modalidades las que tomarán el relevo durante los próximos días. De momento, ya está anunciada la velada de kick-boxing que enfrentará a las selecciones de Euskal Herria y España el próximo 4 de junio en el polideportivo de Basauri, reedición de la cita que les enfrentó en Oiartzun en 2008. Está claro que la lucha por la oficialidad no para.

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