GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

PROFILA | RATKO MLADIC

De «carnicero de Srebrenica» a fantasma en Vojvodina

Sin ser ni mucho menos el único, Mladic personifica como nadie los crímenes perpetrados durante las guerras que siguieron a la desintegración de Yugoslavia. La entrega tras 16 años de «El carnicero de Srebrenica» cierra un capítulo. Pero el drama al que tanto contribuyó sigue ahí, lacerante.

p006_f02_141x080.jpg

GARA

Su biografía arranca con la muerte de su padre, Nedo Mladic, un dirigente de los partisanos de Bosnia, a manos de los ustachi (nazis) croatas, al final de la II Guerra Mundial. Tenía dos años de edad.

Y termina con su entrega por parte de Serbia y con su seguro traslado a una celda de La Haya, donde se pondrá punto final a 16 años de «búsqueda» de un prófugo que ha vivido al albur del tira y afloja entre Belgrado y sus inminentes carceleros occidentales.

Todo el espacio intermedio se forjó en el odio, primero a los alemanes y a los croatas, luego extensivo a los bosnios (musulmanes). Un odio ancestral que, en manos de un militar considerado como «brillante» por sus compañeros de promoción, tuvo vía libre cuando el Estado yugoslavo del socialismo titista y multiétnico se hizo pedazos.

Tras una carrera militar fulgurante y su corto pero «instructivo» paso en 1991 por Kosovo como comandante ad- junto en Pristina, descubrimos un año después, e iniciada la guerra entre Croacia y Serbia, al ya general de división Mladic al frente de las tropas yugoslavas en la Krajina, enclave de mayoría serbia.

Belgrado tardará meses en destinarlo a Bosnia, punto caliente de la guerra. Y Mladic no duda en ordenar el sitio a Sarajevo, que duró más de 1.000 días y dejó más de 10.000 muertos. El escrito de acusación contra él incluye una supuesta grabación en la que insta a bombardear un barrio de la capital bosnia porque «no hay muchos serbios».

El segundo distrito militar del Ejército yugoslavo, que comandaba, se convirtió, tras la retirada nominal ordenada por Belgrado, en el núcleo del Estado Mayor del Ejército de la recién creada República Sprska (ente serbio en Bosnia), que siguió bajo las órdenes de Mladic tras limitarse a cambiar los símbolos de los uniformes de los soldados.

De la mano de su aureola creció su influencia política. Hasta el punto de que frustró en 1993 la iniciativa que, conocida como el plan Vance-Owen, fue el primer plan de partición de Bosnia. Se enfrentó para ello con el entonces líder político de la república Sprska, Radovan Karadzic -en prisión en La Haya tras su entrega en julio de 2008- y el «no» venció con rotundidad en el referéndum convocado entre los serbios de Bosnia.

La matanza de Srebrenica

Será, sin embargo, la masacre de más de 8.000 bosnios a manos de las fuerzas que comandaba la que le catapultará a la más triste fama y le atribuirá el apodo de «El carnicero de Srebrenica». En julio de 1995, y frustrado por los bombardeos aliados para levantar el sitio de Sarajevo, el comandante principal del Ejército de la República Srpska (VRS) ordena una ofensiva contra las áreas de Srebrenica y Zepa, «protegidas» por un contingente holandés de Naciones Unidas.

Tras hacer su entrada triunfal en Srebrenica, Mladic alardea ante la televisión y señala que «entregamos esta ciudad a la nación serbia, recordando el levantamiento contra los turcos. Ha llegado el momento de vengarse de los musulmanes».

8.000 de ellos murieron masacrados, tras ser separados de las mujeres y los niños, en una matanza que, según testigos, fue supervisada directa y hasta personalmente por Mladic.

Un mes más tarde, la ofensiva croata contra la Krajina derivó en la mayor campaña de expulsión y limpieza étnica de la guerra, con 250.000 serbios expulsados de sus hogares.

Junto con la partición final de Bosnia, ése es el legado de un hombre convertido en un fantasma. En una moneda de cambio entre la nueva Serbia y Occidente. La pieza ha sido cobrada. ¿Será pagada? ¿Qué vale un fantasma?

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo