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REPORTAJE | tras LAS ELECCIONES DEL 22-m

La arquitectura del poder en las cajas

Tras las elecciones municipales y forales, las nuevas corporaciones eligen a su vez a sus representantes en otras instituciones supramunicipales como pueden ser las mancomunidades, Eudel, agencias de desarrollo y, lo que ha levantado más polvareda estos días, también en las cajas.

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Isidro ESNAOLA I Economista

El proceso de fusión de las cajas ha acaparado gran parte del protagonismo postelectoral. En Nafarroa no quisieron esperar a los resultados electorales y la semana anterior, en plena campaña, tomaron la decisión de traspasar todos sus activos al nuevo banco que formarán junto a Caja Canarias, Cajasol y Caja Burgos.

La estructura del poder en las cajas es bastante enrevesada, pero toda la maraña creada no tiene más función que dar cierto aire de funcionamiento democrático y participativo a unas instituciones que son controladas con mano de hierro desde los partidos políticos. Un pequeño repaso a los estatutos nos dará las claves del poder en estas entidades. En el cuadro adjunto se ofrecen los datos de la situación actual en cada una de las cajas y los cambios que plantea el anteproyecto de Ley de Cajas de Ahorros del Gobierno de Lakua.

La Asamblea General

El máximo órgano de las cajas es la Asamblea General o Consejo General. En el cuadro adjunto se puede observar que la mitad de los consejeros de estas asambleas los eligen las instituciones, ya sean las diputaciones, los gobiernos, los ayuntamientos o las Juntas Generales; es decir, que están en manos de los partidos políticos. La única diferencia la encontramos en el anteproyecto del Gobierno de Gasteiz, que rebaja esa proporción hasta el 40%, pero en este caso entra en consideración una nueva variable: las llamadas cuotas participativas -acciones, para entendernos-, que sí tendrán voz y voto en esa asamblea en proporción al capital que posean, al tiempo que el resto de grupos disminuirá su participación manteniendo, eso sí, las proporciones fijadas por la ley. Así que a nada que se emitan cuotas participativas, el capital privado junto con los partidos políticos obtendrá una holgada mayoría en los órganos de decisión de las cajas cualquiera que sea el resultado final del proceso de fusión. La Asamblea General o Consejo General elige al consejo de administración de las cajas, que en la actualidad están formados por entre 16 y 17 miembros y, según el citado anteproyecto, deberán tener entre 13 y 17 vocales que han de ser elegidos manteniendo la proporción de cada grupo.

La otra mitad de los representantes corresponde a los trabajadores, 7 en el caso de la CAV y 3 en el de Nafarroa, y a los clientes o impositores, con 43 representantes y 8 respectivamente. El peso de los representantes de los trabajadores es el más pequeño de todos los grupos, lo que ciertamente resulta llamativo en unas instituciones sin ánimo de lucro y con vocación de promover la participación, por lo que cabría suponer que la de trabajadores y trabajadoras debería ser prioritaria. Los representantes de los trabajadores son elegidos por los sindicatos, quedando el grupo de los representantes de los clientes como la clave para el control de las cajas en el caso de que los partidos políticos no consigan mayorías suficientes a través de los representantes de las instituciones. Y el sistema de selección y elección les abre las puertas para controlar su composición.

La representación de los clientes

Entre aquellos que llevan un mínimo de dos años como clientes y han mantenido durante ese tiempo un saldo mínimo, se nombran 860 compromisarios por sorteo -veinte veces el número a elegir, 43- y según el anteproyecto se aumentará hasta 30 veces. En Nafarroa son 100. Una vez elegidos tienen que acordar listas entre ellos y presentarlas para que sean votadas por ellos mismos.

No es difícil imaginar que resulta poco menos que imposible que personas que no se conocen, no saben quiénes son el resto de compromisarios que han salido en el sorteo (conseguir las listas resulta complicado, más todavía otros datos básicos para ponerse en contacto con el resto), puedan en un período de tiempo mínimo organizarse, conformar una lista, presentarla, dar a conocer su programa al resto de compromisarios y resultar elegidos. Este procedimiento más propio de una comedia que de un sistema democrático resulta un campo abonado para las organizaciones que tienen un amplia estructura, los partidos políticos, que pueden chequear las listas, buscar afiliados y simpatizantes, componer listas de candidatos, presentarlas al resto y ganar las elecciones.

Y para hacer más complicado el trabajo de los representantes de los clientes, la mitad de los miembros de la Asamblea General cambia cada dos años. Pero, mientras los otros estamentos pueden nombrar a la misma persona para otro período siempre que cumpla los requisitos, los clientes no pueden, porque han salido de un sorteo y terminado el mandato no pueden repetir, a no ser que les toque otra vez.

De esta forma, mientras algunos van cambiando constantemente, lo que dificulta enormemente la formación de mayorías entre los clientes, otros, nombrados por las instituciones, permanecen. En este contexto, el trabajo de organizaciones de clientes como Banatuz en Kutxa tienen un enorme mérito.

Por último, los representantes de los clientes no tienen medios para discutir los temas con otros clientes y tampoco pueden rendir cuentas a nadie. Simplemente, van a la asamblea, cobran una suculenta dieta por asistencia, votan y terminado su mandato se vuelven a su casa. Éste es el sistema democrático y participativo con el que cuentan los clientes de las cajas para hacer valer su voz y su voto en los órganos de decisión.

El futuro de la fusión

Por lo demás, la composición de las Asambleas Generales de las tres cajas en el proceso de fusión es la que se puede observar en el infograma adjunto. Mientras que en BBK y Vital los partidos que se han posicionado a favor de la creación de un banco tienen una mayoría de más de dos tercios (67), en Gipuzkoa la Asamblea de Kutxa está mucho más dividida. Si se aprueba la nueva Ley de Cajas en un corto espacio de tiempo, las cajas deberán adecuar los estatutos y renovar totalmente las asambleas, lo que podría modificar la relación de fuerzas en todas ellas a tenor de los resultados electorales. Si, por el contrario, la ley se retrasa, la siguiente renovación parcial sería la primavera del año que viene, con lo que serían las actuales asambleas las que deberían tomar la decisión sobre la creación del banco.

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