Es el último, pero hay muchos más ejemplos de dignidad y de lucha. Cada palmo de Euskal Herria se está construyendo así. Cierto es que unas veces se puede terminar con victorias y otros, sin embargo, se quedan a mitad de camino. Nadie nos dijo que la lucha sea un camino a salvo de obstáculos, tropezones y saltos. Lo importante es aprender que uno debe levantarse lo más rápido posible para seguir luchando. Así, más tarde o más temprano, llegará esa victoria que todos ansiamos en cada lucha personal o colectiva que llevamos dentro.

Me llama la atención, sin embargo, que avanzamos en este siglo XXI, pero los empresarios, y quienes les hacen toda clase de reverencias, siguen utilizando los mismos métodos que dos siglos atrás: siguen chantajeando con los salarios, con los despidos y, por no continuar con esta larga lista de agresiones, con empeorar las condiciones de trabajo. Hemos vuelto atrás, a pesar de que el calendario avanza sin detener ese reloj.

No entiendo que haya empresas con abultados beneficios económicos que planteen despidos, como es el caso de Telefónica. No entiendo que en La Naval se pretenda acabar con 160 empleos, aunque la mayoría sean por la vía de las prejubilaciones. No entiendo cómo unos metros más allá, en Trapagaran, se haya dejado morir a Babcock, el buque insignia de los bienes de equipo, o que ABB plantee destruir 160 empleos, cuando tiene enormes beneficios económicos. Tampoco entiendo lo que ocurre con las trabajadoras que atienden el servicio telefónico de la multinacional Iberdrola, me refiero a las de Konecta BTO y otras muchas.

Está claro que todas estas actuaciones de destrucción de empleo y de empeoramiento de las condiciones de trabajo tienen por objeto conseguir a corto plazo más beneficios a cambio de elevar la precariedad y la destrucción de puestos de trabajo que, por desgracia, para los empresarios no dejan de ser números. No les importan las personas. Es así.

No entiendo que el Gobierno de Patxi López se posicione a favor de todas esas empresas que destruyen empleo y generan desigualdad. Ni que tenga a sus directivos como sus principales asesores en materia económica.