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Raimundo Fitero

Flores

No hay manera de parar las porras con flores. Los cerdos se comen con la misma fruición un manojo de rosas que una cagada de pato. Al Gobierno de Artur Mas le ha faltado tiempo para dejarse notar. La entrada de sus policías borrachos de odio en la Plaça Catalunya es una experimentación. ¿Se les fue de las manos? No. Estaba todo previsto. El tal Felip Puig es un genuino representante de una casta política que ocupa las instituciones para desarrollar sus pesadillas. Se ha tomado el movimiento 15-M como algo personal.
Todo lo que dice la muchachada en sus carteles le afecta por acción u omisión. Quiso hacerse presente para instaurar un principio de autoridad a base de palos, violencia y mentiras. Le han fallado las cintas de vídeo. Ya aparecerán, se están montando.

La indignación aumenta. Si había bajado la intensidad, el Gobierno catalán ha contribuido a cargar de razones a todas las manos que saludan limpias. Los Mossos tienen una historia muy tétrica con sus salvajes actuaciones en la calle y en las comisarías. Son nuevos, pero están muy resabiados. Han debido hacer una perfecta selección de personal.

Los más violentos, los de menos peso cerebral, los que más odio acumulan desde su infancia. Eso es lo que han demostrado. Probablemente sea una campaña turística, porque esas imágenes salvajes han dado la vuelta al mundo. Las pancartas que ponen: «Madrid es Cataluña» forman parte de los tiempos nuevos. Si siguen acampados recibirán muchas visitas.

Han pasado unas cuantas horas, todo se ha ido acomodando, pero el viernes a la noche, cuando se estaba debatiendo sobre el asunto en “Al rojo vivo” de La Sexta-2, en una de las conexiones con Barcelona, el corresponsal fue Andreu Buenafuente, con una flor en la mano, que estaba allí como ciudadano indignado, que explicó la situación, sin una broma, sin una doblez, solidarizándose, avergonzado por la actuación de la policía catalana, intentando transmitir sensatez, confirmando que había más personal que nunca, que el efecto de la decisión política de un conseller autoritario había sido el contrario de lo que buscaba. Un detalle. Tendremos que estar muy atentos a los acontecimientos.

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