Un monolito con 51 estrellas recuerda a los fusilados en Etxauri
Una estrella por cada uno de los 51 fusilados por los franquistas en Etxauri, junto a elementos del «Guernica» de Picasso, es la simbología escogida por el escultor Pello Iraizoz para el monolito que se inauguró ayer en esta localidad navarra. Los familiares de los fusilados pusieron la nota emotiva. Por otra parte, dos cuerpos de fallecidos en el fuerte de San Cristóbal fueron entregados ayer a sus familiares en un acto que tuvo lugar en el monte Ezkaba.
Martxelo DÍAZ |
Un total de 51 personas fueron fusiladas por los franquistas en Etxauri hace 75 años. Ninguna de ellas era natural de esta localidad navarra. Todas ellas fueron sacadas de la cárcel de Iruñea o del fuerte de San Cristóbal, subidas a un camión y trasladadas a Etxauri, donde les mataron. Ayer, 75 años después, el Ayuntamiento de Etxauri inauguró un monolito, obra del escultor Pello Iraizoz, con el que se quiere recordar a estos 51 fusilados, representados en 51 estrellas.
Juan Herranz, de Errotxapea, hermano de los fusilados Ángel y Francisco, de 21 y 19 años de edad, agradeció a los vecinos y al Ayuntamiento de Etxauri el reconocimiento brindado en el homenaje de ayer. «Fuisteis asesinados por defender la libertad y la democracia, tantas veces en peligro, igual que ahora. En 1978 hubo una transición, en la que vuestros camaradas hicieron la vista gorda y no depuraron responsabilidades para que entonces aflorara vuestro recuerdo como lo hace ahora. Ahora, en cambio, están aliándose con otros políticos de signo contrario, que obvian estas situaciones. Algunos políticos de derecha me han dicho a mí, en el Parlamento, que lo que os hicieron había que hacerlo. Tendría que caérseles la cara de vergüenza. Me alegro mucho de que no estén hoy aquí, porque no tienen que estar. Lo que tienen que hacer es abrir fosas y aprobar presupuestos. Yo vendré aquí para hablar con mis hermanos, pero los políticos que no se acerquen. ¡Viva la República!», declaró.
Inmaculada Echeverri, nieta de Cirilo Echeverri, uno de los cinco vecinos de Caparroso que fue fusilado en Etxauri, relató cómo su abuelo fue detenido el 25 de julio de 1936, cuando la procesión de Santiago pasaba junto a su casa, debido a la denuncia de un vecino. Estuvo ocho meses en la cárcel de Iruñea y tras firmar la carta de libertad, fue llevado a Etxauri para ser fusilado. «Su único delito fue ser presidente de la Agrupación de Labradores, colectividad que cultivaba la tierra y que con las cosechas pagaba las semillas y abonos que se pagaban por adelantado», explicó, antes de relatar que el Ayuntamiento golpista le incautó sus bienes y le hizo responsable de las deudas de la Agrupación de Labradores pese a saber que había sido fusilado. De este modo, su viuda tuvo que hacerse cargo de la deuda impuesta injustamente y que debía abonar a la Sociedad Anónima Cros, fábrica de abonos. Además del vagón de abono, tuvo que pagar los intereses, el notario, la imprenta, el secretario de juzgado, boletín oficial, honorarios de abogado, costas... «¡Hasta las estamplillas le hicieron pagar!». De este modo, la deuda inicial de 3.114 pesetas se incrementó hasta las 5.336 pesetas para una mujer viuda y con hijos a su cargo que hasta 1979 no pudio recuperar el cadáver de su marido.
Las historias de los Herranz y Echeverri son sólo tres de los 51 dramas que se vivieron en Etxauri hace 75 años. Ayer, el alcalde de esta localidad navarra, Javier Erro, destacó que «recuperar la injusticia cometida con las personas asesinadas a la puerta del cementerio es una obligación moral y política para nuestra corporación».
«Es un honor porque nos reclamamos de las ideas y de la defensa de los trabajadores que ellos con su ejemplo representaron. Fueron portaestandartes de unos ideales que no sólo no han desaparecido, sino que siguen estando de actualidad: el rechazo de la injusticia económica, de la marginación social y del clientelismo político», subrayó Erro.
El editor Jose Mari Esparza, por su parte, aplaudió el gesto de los vecinos y el Ayuntamiento de Etxauri y subrayó que a diferencia de Milagro, Buñuel o Azkoien, en esta localidad navarra quienes se unieron a los fascistas no se ensañaron con sus vecinos.
Cuerpos recuperados en Ezkaba
Por otra parte, cientos de personas se congregaron ayer a las puertas del fuerte de San Cristóbal, en el monte Ezkaba, para recordar a las personas que murieron fusiladas en el penal o por las duras condiciones que sufrían los presos, en un acto organizado por la sociedad Txinparta de Antsoain.
El fuerte de San Cristóbal fue el escenario de una fuga de presos el 22 de mayo de 1938 que fue la más multitudinaria de la historia de Europa.
Ese día, 2.500 presos republicanos tuvieron la oportunidad de huir de la prisión, pero la mayoría no se atrevieron a salir del fuerte y de los 795 que sí se fugaron, sólo tres lograron escapar y los demás murieron o fueron apresados
Ayer se entregaron a sus familiares dos de los cuerpos exhumados en el «cementerio de las botellas», así llamado porque entre las piernas del fallecido se colocaba una botella con sus datos personales, lo que está permitiendo la identificación de los restos.
Se trata de los restos de un vecino de Guadix (Andalucía), Antonio Raya, cuyos familiares se desplazaron desde Barcelona, y de un hombre natural de Xàtiva (País Valencià), José Fuster, cuyos restos fueron recogidos por su hijo.
También acudieron al acto familiares de presos cuyos restos habían sido exhumados anteriormente y que se desplazaron desde Extremadura, Galicia, Castilla y País Valencià.
Además, por primera vez estuvieron presentes los familiares de Valentín Lorenzo, uno de los tres presos que lograron escapar del fuerte y cruzar la muga con Ipar Euskal Herria, con los que lograron contactar hace unos meses.
Asimismo, se recordó especialmente a Abel Salvador, fallecido recientemente a los 93 años y que estuvo preso en el fuerte y a Rogelio Diz, hijo de un preso que fue uno de los autores del «Himno de la fuga».