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Balance temporada 2010-11

La falta de frescura final y los goles encajados empañan una campaña con nota alta

Los rojiblancos han logrado el objetivo marcado al inicio de temporada de alcanzar Europa, pero el gran desgaste físico del equipo al final es un aviso para el próximo curso, con tres competiciones en liza.

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Joseba VIVANCO I

«Yo a mis equipos los coloco bien en la cancha, lo que pasa es que cuando empieza el partido los jugadores se mueven». La frase la rubrica el técnico argentino Alfio Coco Basile. La semana pasada, al hacer balance de la temporada, el entrenador rojiblanco, Joaquín Caparrós, se refirió a lo mucho que se ha escrito y hablado sobre el estilo de juego de su equipo. Respondió a las críticas que ha recibido con el argumento de que «el estilo no lo marca un entrenador», sino los propios futbolistas. «La obligación de un entrenador -ilustró- es sacarle el máximo provecho a los jugadores con los que cuenta, y lo que no se puede es imponer un estilo sin tener los futbolistas que necesitas para ello». Una exposición que estos días hacía suya también en una entrevista en televisión un técnico nada sospechoso de coincidir con el andaluz en su visión del fútbol, como es Michael Laudrup. Al final, va a resultar que es cierto lo que Caparrós defendió al hilo de estas palabras: «Lo importante es conseguir los objetivos».

El de Utrera puso «nota alta» a su equipo por lo hecho y conseguido esta temporada. Lograr cada año el pase europeo no es un premio al alcance de muchos, ni siquiera del Athletic. Además, hay números que cantan a favor del trabajo de Caparrós y su plantilla: como el récord de puntos alcanzado en la última década; haber hecho de San Mamés un campo algo más inexpugnable -el cuarto con más victorias en casa-; la elevada cifra de goles anotada -por encima de un equipo tan ofensivo como el Villarreal-; acabar siendo el cuarto equipo, empatados con los levantinos, con más victorias en total...

Otro de los aspectos en los que el equipo ha dado un evidente paso adelante, aunque inadvertido para muchos, es en su capacidad esta campaña para ganar partidos fuera de casa y contra equipos de los considerados `débiles', que en otras temporadas se perdían. Es cierto que se le ha achacado mucho no haber ganado a ninguno de los cuatro primeros clasificados, pero no es menos cierto que ha sabido traer valiosos tres puntos de campos como el del Hércules, Levante, Almería, incluso contra Osasuna, y ganar al menos un punto en visitas rendidas al Sporting, Getafe o Málaga.

Lo cierto es que no se pueden poner muchos peros a las estadísticas del Athletic, aunque, como reconoció su técnico , «luego están los matices». Si bien él se refirió a que «ha habido partidos no buenos». También es verdad que atisbó uno de los déficits que sigue arrastrando este equipo, como es su debilidad defensiva. «Si lo hubiéramos hecho mejor ahí, habríamos crecido aún más en la clasificación...», dejó entrever.

No ha bastado que hombres del medio campo como Javi Martínez o Carlos Gurpegi estén entre los que más faltas hacen de la Liga, junto a un atacante como Toquero. Los balones siguen llegando al área bilbaina y siguen colándose en sus redes. Esta temporada han encajado 55 goles, la anterior fueron 53, en la precedente 62, y en la primera de Caparrós, sólo 43.

El año en que el técnico andaluz se estrenó con el Athletic quedó claro que su mayor preocupación fue frenar la sangría defensiva. El equipo venía de recibir 62 goles la temporada anterior. Parece más que evidente que tras intentar apuntalar esa línea, trató de dotar de mayor ofensividad al equipo, aunque, tras cuatro años, el esquema atrás se sigue resintiendo. Prueba de ello son los excesivos vaivenes este curso en la zona central o el carril izquierdo. Los cinco goles en propia puerta parecen más una anécdota.

Poca aportación goleadora

Hablando de goles, es cierto que los rojiblancos han encontrado puerta este curso, que incluso Fernando Llorente se ha consolidado entre los privilegiados goleadores estatales. Sin embargo, un vistazo al reparto nominal de esos tantos deja en evidencia la exigua aportación, por ejemplo, de los defensas -excepción hecha de Iraola-, y la modesta de los hombres de medio campo. Incluso un jugador clave como Iker Muniain ha tenido la red contraria como asignatura pendiente, en ésta su temporada de confirmación. Los dos mano a mano errados ante el Racing la última jornada fueron el epílogo de esa falta de acierto.

Fernando Llorente ha elevado sus dígitos aportadores hasta los 18, lo que supone que ha sido responsable de casi uno de cada tres goles del equipo, el 31% esta temporada; junto a su fiel escudero Toquero han sumado el 45%.

Siguiendo con este hilo, en la 2009-10, el riojano hizo el 28% de goles y entre ambos aportaron también el 44%. En la precedente, la 2008-09, Llorente marcó casi el 30% de los goles de su equipo, siendo Iraola el segundo goleador. Y en la 2007-08, entre Llorente y Aduriz, el 45%.

Los datos revelan que la pareja de delanteros habituales cada temporada aporta en cada una de ellas parecido porcentaje goleador, incluso el propio Llorente iguala su particular porcentaje cada temporada, estancado y sin que su peso aumente cada año en este aspecto.

Sobre los demás hombres de punta -por el Athletic han pasado ya una docena de delanteros en las últimas cuatro campañas-, los De Marcos, De Cerio, Igor o Urko Vera poco han colaborado en este sentido, sobre todo por falta de oportunidades. Pero es evidente que en este Athletic el peso rematador recae en exceso sobre los de vanguardia y especialmente sobre uno, mientras que su acompañante -valorando el logro que suponen los 7 goles de Toquero- nunca llega a los dos dígitos.

Falta de frescura final

Al margen del reparto de la capacidad goleadora, el juego ofrecido por el equipo en la última parte liguera ha sido lo más cuestionado por la afición. Partidos infames como el de Osasuna, actitudes amarrategis como contra el Espanyol, incomprensibles remontadas en contra como ante el Levante o actitudes dignas de la mejor música de viento como la del día del Málaga, son lo último con lo que se ha quedado la retina rojiblanca. Técnico y jugadores han reconocido la falta de frescura para afrontar muchos de esos partidos con la intensidad necesaria. A los partidos del Athletic en el último tramo de la temporada le han sobrado muchas veces cuarenta o cincuenta minutos.

Los arreones iniciales de los que los leones hacían gala en San Mamés para amedrentar a sus rivales hasta ponerse por delante en el marcador, pasaron en esta última fase a mejor vida.

Adelantarse con uno o hasta dos goles no era aval para la victoria. El partido contra el Valencia en la Catedral fue un ejemplo de ello, lo mismo que la segunda mitad contra la Real Sociedad, en la que se pasaron excesivos apuros. O contra el Levante. Quizá por eso, en casa, contra el Villarreal, Caparrós escenificó aquel sorprendente encuentro de tablas en la primera parte, para no desgastar al equipo en los primeros cuarenta y cinco minutos; y, aun así, la jugada le salió mal y se perdió.

También hubo buen juego

Pero este desgaste final no quita que los rojiblancos, esta campaña, han dejado destellos de buen juego, nada acomplejado y vertical, en San Mamés pero también en estadios complicados, aunque fuera en algunas fases de partidos o medios tiempos. Ocurrió en Valencia, Sevilla, el Bernabéu o el Calderón. El problema es mantener ese elevado nivel de presión e intensidad durante noventa minutos y, como se ha visto, durante la temporada. Y el Athletic sigue fundamentando su estilo de juego en percherones como Javi Martínez, Carlos Gurpegi o Toquero, que han llegado con el depósito en la reserva.

En síntesis, nota alta, como se autoevaluó Caparrós. ¿Los peros? «Déjate de imagen; clasificación amigo...».

Los once «hombres de Jokin»

Salvo en un par de puestos concretos, los chiquillos de hoy podrían recitar de carrerilla la alineación tipo del Athletic esta pasada temporada, lo mismo que en los años cincuenta cantaban aquella de los Carmelo, Orue, Garay, Canito, Mauri, Maguregui, Arteche, Marcaida, Arieta, Uribe y Gainza. Sin duda, una de las críticas más unánimes que el equipo ha recibidio en el último tramo de la Liga ha sido su falta de frescura, sobre todo, física. Lo ha reconocido el propio técnico y los mismos jugadores. Venir de un Mundial para piezas clave como Llorente o Javi Martínez, o jugar a un elevado ritmo cada partido en la primera vuelta, ha terminado por pasar factura. Sin embargo, tampoco el preparador andaluz ha optado por repartir los minutos en demasía entre toda la plantilla. Es más, cabe cuestionarse qué pasará la próxima temporada cuando el Athletic tenga que hacer frente a tres competiciones, a cada cual más exigente. Se lo preguntaban hace unos días al propio Carlos Gurpegi; su respuesta, más que evidente: «Si se aprovecha bien la plantilla hay jugadores que pueden aportar muchas cosas. Aprovechando y dando a todo jugador su parte de minutos y de cariño creo que se puede hacer una buena temporada».

La estadística de minutos jugados este curso revela que cinco jugadores (Iraizoz, Iraola, Llorente, Javi Martínez y San José), han sobrepasado los 2.000 minutos; otros seis (Gurpegi, Muniain, Toquero, Susaeta, Koikili y David López), los 1.000. A partir de ahí, el `fondo de banquillo', con Orbaiz y Gabilondo como principales alternativas, pero con cada vez menos peso en el once, y el resto en un muy segundo plano y hasta anónimo casi plano. Caparrós tiene claro que apuesta por unos fijos, al menos aquéllos que le dan el rendimiento que él quiere. Ellos, ese once tipo, no son sino los `hombres de Jokin'. J.V.

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