Profana La Caja Mágica
¿Se imaginan a un finalista de negro?
Los hombres de negro supieron sufrir, después de verse por debajo en el marcador tras irse 19 arriba al descanso. Los tiros libres y los rebotes, clave.
Arnaitz GORRITI I
Tiempo muerto de Emanuele Molin a falta de 12 segundos. En el marcador, 64-67 para Bizkaia Bilbao Basket. Los creyentes, a rezar. Los ateos, también. ¿Lograrían los hombres de negro profanar La Caja Mágica?
Falta de Mumbrú y tiros libres para Llull: 66-67 a 11 segundos. Tiempo muerto de Katsikaris. Más rezos. Falta sobre Mavroeidis: 66-69 y tiempo muerto. A alguien le daba algo. Llull se la jugó de tres y erró, y Vasileiadis agarraba el rebote y finiquitaba el duelo desde la línea de tiros libres. Sí, La Caja Mágica estaba profanada y el factor cancha volcado hacia los hombres de negro. ¿Y si nos lo imaginamos en la final?
El secreto estuvo en la sencillez. Sencillez en defensa, sin dejar meter balones dentro para Tomic o Reyes, o evitando las penetraciones de Llull o Rodríguez, cerrando el rebote defensivo como si la vida pendiese de ello o, en última instancia, atizando un manotazo a tiempo para evitar las canastas fáciles de los de Molin. Sencillez a su vez en ataque. Jackson, que se mostró bastante mejor de los problemas físicos derivados del último entrenamiento previo al partido del viernes, castigó a base de penetraciones con su habitual velocidad, tanto para anotar como para doblar.
Y correr. Correr tras robo, o tras pérdida rival, rebote en defensa e incluso tras canasta recibida, sintetizando a partes iguales paciencia y movilidad. Así, los de Katsikaris obtuvieron infinidad de canastas fáciles, mostrando no sólo los exteriores, sino también los pívots una notable querencia por correr.
Por contra, los hombres de negro no se prodigaron mucho en el tiro -erraron cuando lo hicieron-. Con 17 encestes de 23 intentos en el tiro de dos, ¿qué necesidad había de arriesgar en el lanzamiento lejano? Bastaba con que de vez en cuando Mumbrú o Vasileiadis, incluso Fisher o Banic desde la media distancia, obligasen a la defensa madrileña a quitarse la tentación de colapsar la zona.
Y para aderezar una primera mitad de fábula ante un Real Madrid atascado ante la maraña defensiva bilbaina, los de Katsikaris empezaron a romper el duelo en el primer cuarto, para quebrarlo del todo en el segundo, gracias a un parcial de 11-25. Los asistentes a La Caja Mágica se frotaban los ojos en tiempo de descanso: 25-44.
Ante el miedo a ganar
Es bien conocido que el Real Madrid gusta de remontar grandes desventajas, especialmente en su cancha. Asimismo, los hombres de negro corrían el peligro de saltar a la cancha con la relajación de quien cree que el trabajo ya está hecho y que, por movimiento pendular, se encontrase con el miedo a ganar en caso de que los merengues recortaran la renta.
Tardaron casi seis minutos en anotar, mientras que el Real Madrid remontaba con un parcial de 11-0, ampliado a un inquietante 20-6. La defensa madridista apretó, mientras que los hombres de negro trataron de cortar su mala racha con triples precipitados, obviamente, sin acierto. Por si fuera poco, los de Emanuele Molin cobraban falta casi en cada viaje, de modo que afianzaron su remontada a base de tiros libres. Con todo, los hombres de negro se mantenían por delante gracias al rebote, y empleando las puertas atrás con inteligencia, lograban abrir otra pequeña brecha, 47-54, al inicio del último cuarto.
Llegaba el drama, ya que un «dos más uno» de Llull y varios tiros libres ponían a los merengues por delante. Junto con el drama, llegaban el bonus de faltas y los errores infantiles, como una pérdida de Llull en una contra rápida y unos pasos de Mumbrú. El propio alero badalonés adelantaba a Bilbao Basket desde la línea de 4,70: 62-63.
Y llegaba el final. Un interminable carrusel de tiros libres que eternizaba el final y acortaba esperanzas de vida. Esta vez salió cara, una cara que hay que afianzar mañana, a partir de las 20.30 en Miribilla.
El «bebé» del que hablaba Fotis Katsikaris sigue creciendo y empieza a caminar. Con el factor cancha de semifinales quebrado, el técnico heleno entró con una promesa en sus labios. «Vamos a dejarnos la piel para seguir este bonito viaje que estamos haciendo. Nos vemos en Bilbo».
Amén de multitud de curiosidades tácticas, el preparador bilbaino subrayó el «carácter» de los suyos, después de ver cómo su rival revertía por completo una situación de 19 puntos de desventaja. «Ganar así tiene mucho más mérito», opinó.
Por su parte, Mumbrú dijo que «la afición fue el primer hombre, no el sexto, ante Valencia Basket, y estoy seguro que el martes también será así». A. G.