E s raro que una debutante como Sam Taylor-Wood sea capaz de hacer un «biopic» al uso, sin otras pretensiones y respetando todas y cada una de las reglas del género. Lo difícil es hacerlo tan bien como ella, alcanzando la perfección en sintonía con una producción que resume las excelencias del cine inglés de siempre, con una ambientación, un vestuario y unas interpretaciones que nos trasladan materialmente al Liverpool de los años 50. En aquel lugar y en aquella época transcurre la vida familiar del joven John Lennon, descrita con toda la intensidad de un folletín melodramático trazado por el inmejorable guión del destino real.

«Nowhere Boy» es una película necesaria para comprender el sino trágico que marcó al futuro Beatle desde su primera niñez, y cómo una educación entre mujeres definió su carácter rebelde y su sensibilidad musical. Esos roles influyentes se los reparten una emocional Anne-Marie Duff y una rigurosa Kristin Scott Thomas. En medio está el impresionante Aaron Johnson con su talento precoz, consiguiendo un parecido más que razonable.

Aaron Johnson clava la imagen y actitud de Teddy Boy que tenía el John Lennon quinceañero, pero es que además le imita fielmente cantando su primera composición «Hello Little Girl». La genial recreación se extiende a su grupo inicial The Quarrymen, al que se une un tal Paul McCartney, caracterización de la que se encarga el también niño prodigio Thomas Brodie-Sangster.

Resucitan el sonido «skiffle» de entonces, con las versiones que hacían y las composiciones embrionarias del tándem Lennon-McCartney, inauguradas con «In Spite of All the Danger», donde ya destacan las inconfundibles armonías vocales.

La antológica banda sonora se completa con grabaciones originales de Big Mama Thornton, Screamin' Jay Hawkins, Wanda Jackson, Eddie Cochran, Gene Vincent, Elvis Presley o Dickie Valentine, entre otros. El único tema de John Lennon adulto que suena es «Mother», por su temática recurrente, y ya en los títulos de crédito finales.