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Errose Erezuma En nombre de su familia y amigos

No los olvidamos

Nos encontramos en una coyuntura política en donde resuena en numerosos lugares el grito de la insumisión: en los países árabes, en las plazas de muchas ciudades, en la Puerta del Sol de Madrid. Pero nosotros queremos recordar, en el vigésimo aniversario de la muerte de los militantes Jon Erezuma y Joan Carles Monteagudo, la existencia durante muchos años de la mayor de las insumisiones posibles: aquella en que se pone en riesgo la propia vida. Por algo tan grande como inmaterial como es el amor a su patria, el amor a la libertad. Que representa, en suma, el amor a la humanidad.

Ellos dejaron por el camino numerosas cosas deseables: su casa, su familia, sus compañeras, sus amigos, su trabajo, sus prometedoras carreras, su pueblo... Y, también, el sonido del mar, el aire de sus amadas montañas, la belleza de los paisajes que les encunaron y las rutas que recorrieron, amaron y alimentaron tantos sueños.

Escuchamos algunas voces que dicen que hay que olvidarlos y otras que hay que condenarlos, despreciarlos, rechazarlos o deslegitimarlos. Como si fuera posible hacerlo con la raíz erguida de la tierra, con la fuerza del mar rompiendo en olas, con la luz del sol que ilumina corazones, con la llama que brilla encendiendo deseos. Como si fuera posible silenciar al verso herido que atraviesa los muros, al irrintzi sonoro que traspasa los silencios. Como si fuera posible apagar el espíritu del pueblo que sacude conciencias. Como si fuera posible no oír el latido de los corazones que reclaman verdad, el eco de las voces que exigen justicia, la llamada del recuerdo que pide memoria.

Nosotros no los olvidamos ni los olvidaremos nunca. Los tendremos siempre entre nosotros por su vida, sus obras, sus ideales y su sacrificio. Son nuestros seres más queridos y a ellos se lo debemos todo.

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