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NBA

La final del sur

Esta noche arranca la gran final de la NBA como una reválida. Al igual que en 2006, se enfrentan dos maneras de entender el sur yankee. Vaqueros y country frente a los jubilados del caribe. JR contra Dexter. Dallas Mavericks vs Miami Heat.

Izkander FERNÁNDEZ

Dallas Mavericks vuelve a las finales absolutas de la NBA cinco temporadas después. Tras aquel sonrojante bloqueo que los llevó a perder ante Miami Heat en seis partidos en la final de 2006, la franquicia tejana ha rozado el fracaso año tras año.

Primero fue aquella final y la forma en que los Mavs perdieron el anillo: tras colocarse 2-0 en los dos primeros partidos de casa, sufrió cuatro derrotas que enviaron al ambicioso proyecto de Mark Cuban a la nevera.

Más dura fue la siguiente campaña. En 2007 Dallas fue el mejor equipo de la temporada regular, pero perdió en la primera ronda de playoffs contra el octavo clasificado del Oeste, Golden State Warriors.

Entonces llegó Rick Carlisle para hacerse con las riendas del potro tejano. El proyecto asentado sobre la figura del alemán Dirk Nowitzki pareció difuminarse y perder fuelle tras caer derrotado en las primeras rondas de las eliminatorias por el título. Poco a poco el excéntrico multimillonario Mark Cuban cambió su compulsiva política de fichajes por un proyecto de fondo. A Dallas llegaron Shawn Marion, Jason Kidd y Tyson Chandler, creando un poso de seguridad y de constancia.

Para esta temporada Cuban ha vuelto a tener la red presta, y Predrag Stojakovic y Corey Brewer han dado muchísima profundidad al banquillo tejano.

La temporada regular ha ido sobre ruedas mientras Nowitzki ha estado al frente de la nave, y ha sido un desastre cuando el alemán se quedaba fuera por problemas físicos. Los Mavs arrancaron magníficamente bien, pincharon cuando pinchó Nowitzki, y se recuperaron cuando éste volvió a la cancha.

Jugando como equipo

Dallas asistió atónito al sprint final de unos jóvenes Oklahoma City Thunder, que casi relegan a los Mavs a la cuarta plaza del Oeste de cara a playoffs. Portland Trail Blazers aguardaba en una primera ronda complicada.

Los de Carlisle empezaron 2-0 arriba, tocaron fondo tras empatar a 2 y a partir de ahí Dallas ha ido ganando enteros como favorito a todo. Primero le ganó dos partidos consecutivos a Portland para el 4-2 final, luego arrasaron con los Lakers en una histórica barrida, para finalizar llevándose la Conferencia Oeste ante Oklahoma City por 4-2.

Dallas juega como un equipo, algo inaudito y ajeno al día a día de la NBA. Sus virtudes explotaron contra los Lakers, y su acumulación de aciertos los ha llevado hasta la final de la NBA.

Tampoco engañan a nadie. Nowitzki es su principal pilar. Un cuatro imparable en constante estado de gracia que postea con la misma facilidad que anota desde más allá de la línea de siete metros. Su defensa siempre es un quebradero de cabeza para sus rivales. De hecho, la final de Conferencia ante los Thunder empezó a decantarse cuando destinaron hombres altos a parar a Nowitzki.

Así, el juego de interior del equipo de Oklahoma se resintió en exceso, y por la brecha brotó demasiada sangre.

Serge Ibaka sufrió lo indecible para frenar al ala pívot alemán, sin éxito. Su juego ofensivo, importante para los Thunder en su eliminatoria de primera ronda ante Memphis Grizzlies, pasó a ser una aportación de tercera línea, significando el principio del fin para su equipo. Por más variables que buscó Oklahoma con Nick Collison, Kevin Durant o Nazhr Mohammed fue contestado sin piedad por Dirk Nowitzki.

Pero, aparte de Nowitzki, hay mucha carne en el asador de Dallas. Para empezar, tienen un base de verdad en el quinteto titular. Jason Kidd pertenece a una extirpe de bases organizadores programados para crear juego antes y para anotar después.

Con Kidd dándole sentido al juego, Dallas parece una orquesta ajustada y afinada. El balón circula con efectividad y favorece una selección de tiro de la que llega a aprovecharse incluso el propio Nowitkzi.

El resto de su quinteto es eminentemente físico. Chandler es el pivot atlético que a muchos les gustaría tener, al menos en momentos puntuales de la competición; Marion, un alero con capacidad de hacerlo bien tanto en ataque como en defensa; y DeShawn Stevenson es la variante táctica que da minutos de descanso al verdadero escolta titular de Dallas: Jason Terry.

Y es que al sólido quinteto hay que añadirle una segunda unidad profunda como pocas. Brewer apuntala el aspecto defensivo y será probablemente quien tenga que vérselas durante muchos minutos con LeBron James y Dwyane Wade, y el pívot Brendan Haywood pondrá sus músculos y sus centímetros en marcha para defender con fiereza la pintura tejana.

Los suplentes del perímetro de los Mavs irradian calidad. Terry y Stojakovic azuzan los nervios del rival amenazando constantemente desde la línea de tres. Fueron ellos quienes destrozaron a los Lakers cuando había que hacerlo. Además, el base JJ Barea ejerce de reserva perfecto para los Mavericks.

Las incógnitas abordan a los Mavs y a su técnico cuando se analizan cuestiones defensivas. ¿Quién parará a LeBron y a Wade? ¿Aguantará Chandler a Bosh? La gran conclusión es que Dallas tiene que jugar a su juego, al baloncesto de circulación, asistencia y canasta. Ahí empiezan y acaban sus opciones para lograr su primer anillo.

Izkander FERNÁNDEZ

Miami Heat es el favorito para llevarse el campeonato de la NBA de este año. Lo es por una plantilla construida a golpe de capricho y talonario que comprende a tres estrellas de primer nivel de la liga. Dwyane Wade, LeBron James y Chris Bosh conforman la versión más lujosa y joven de gran trío que se recuerda en la historia de la liga.

Desde que Boston Celtics, gracias a la asociación Paul Pierce-Kevin Garnett-Ray Allen recuperase el término baloncestístico, parece que no existe otra forma de construir un equipo. Han sido y son muchos los que ponen dinero y esfuerzo y pocos los que se llevan un anillo. Boston tiene el suyo, aunque quizá le saliese un poco caro. Ahora falta por ver si a Miami Heat le funcionará la fórmula.

La franquicia de Florida vuelve a una final por segunda vez en su historia cinco temporadas después. Lo hace frente al mismo rival, Dallas Mavericks, a quien ya derrotó en 2006 por 4-2 tras comenzar perdiendo 2-0. Por si fuera poco, Miami llega en su mejor momento, al igual que Dallas, con la interesante explosión de Bosh en el tramo final de los playoffs.

No obstante, los comienzos de los Heat de Miami del gran tridente estuvieron asentados en las dudas y el recibimiento negativo del 90% del planeta baloncestístico. Y es que la salida de James de la disciplina de Cleveland Cavaliers, recogida en un reality show televisivo, puso a todo el estado de Ohio y a buena parte de EEUU en pie de guerra.

Horas después de que Chris Bosh anunciase su fichaje por los Heat y de que Wade aceptase renovar, LeBron deshojaba la margarita ante una cámara de televisión: él también jugaría para la franquicia de Florida.

El mecanismo antinatura, a golpe de talonario, mediante el que se creó el nuevo proyecto de los Heat fue criticado y recibido con aspavientos. Nadie iba a regalarle nada.

Un equipo no lo conforman tres jugadores que cobran 47 millones de dólares. A partir de ese despilfarro hubo que ajustar al máximo para poder crear una plantilla con mínimas garantías. Fruto de la descompensación existente en las filas de los Heat, el arranque de la temporada regular estuvo sembrado de dudas. Interrogaciones que no desaparecieron a lo largo de los 82 partidos de regular season en los que los Heat no cumplieron las espectativas.

Derrick Rose y sus Chicago Bulls adelantaron a Miami a 250 kilómetros por hora y se hicieron con el primer puesto del Este antes de playoffs.

Ascenso

El momento idóneo para despejar dudas llega con los playoffs. Miami quedaba en una parte del cuadro peligrosa ya que Boston Celtics esperaría en segunda ronda en caso de pasar la primera. Y así fue. Boston eliminó a los Knicks por 4-0 y Miami a los Sixers por 4-1.

Los Celtics fueron la primera prueba de fuego para Miami. Con la sombra de un juego interior endeble, los Heat afrontaban su eliminatoria de semifinales de Conferencia ante Boston con reservas. Con Shaquille y Jermaine O'Neal participando, su falta de centímetros en la pintura podía pasar a ser un problema importante.

Pero nadie apareció. Shaq no participó por problemas físicos y Jermaine fue una broma. Los Heat funcionaron bien basándolo todo en el binomio James-Wade y esperando las apariciones puntuales de un irregular Bosh. El gran tridente de la era postmoderna conformado por Pierce-Garnett-Allen repetía fracaso y la impaciencia de Danny Ainge, el presidente de operaciones de los Celtics, se disparaba. Una de las soluciones de Ainge pasaba por recuperar a Yao Ming para el baloncesto.

Algo iba a ocurrir en Miami. Tras derrotar a Boston, Chicago hizo lo propio con Atlanta Hawks. El primer partido de la final de Conferencia fue para los Bulls de Rose y Carlos Boozer.

Y entonces ocurrió. Apareció Bosh tras una temporada casi completa en letargo. Tuvo compañía, Udonis Haslem, el único jugador nacido en Miami y el único junto a Wade que disputó la final de 2006, también ayudó en la pintura. Boozer y Joakim Noah sucumbieron ante Bosh, Haslem y los largos brazos del cinco titular de Miami, Joel Anthony. La mayor duda que pendía sobre los Heat quedaba disipada tras arrollar a Chicago por 4-1. Rose, el MVP de la temporada regular, se quedaba fuera de la final. En cambio, Wade, LeBron y Bosh por fin sonreían y justificaban su rol de super estrellas bien pagadas.

La irrupción definitiva de Bosh y las inesperadas aportaciones de gente del banquillo como Mike Miller o Haslem le han cambiado la cara a Miami.

Bosh ha pasado de ser una solución puntual que no siempre funcionaba a uno de los motores del equipo. Su buen tiro de cinco metros obliga a su par a salir de la zona. Así, el ex de los Raptors confirma una triple amenaza: tiro, amago y penetración o pase para alguno de sus compañeros exteriores. LeBron y Wade aparecen más descargados y lúcidos de cara a los momentos importantes como se vio ante Chicago.

Para Erik Spoelstra, su mayor problema será Dirk Nowitzki. Bosh no va a parar al jugador alemán. Sin embargo, Wade y LeBron tampoco serán fáciles de parar para Dallas. Muchas estrellas en juego. Demasiadas. Y riesgo de que esta noche el cielo acabe estrellado.

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