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Raimundo Fitero

Euforias

No hace falta insistir mucho en las obviedades más recalcitrantes y aunque no haya sido el partido de fútbol más visto de la temporada, las cifras de audiencia de la final de la Champions fueron espectaculares. ¿Lo fueron porque el contenido no defraudó? Existe una parte de forofos que lo ven por fanatismo, absentismo intelectual o tozudez, pero que si lo anunciado proporciona en su retrasmisión lo que se espera, en este caso una cierta emoción bien dosificada, un buen fútbol, en teoría, existen más probabilidades de atraer y mantener a las audiencias. Y de todo eso hubo en el partido. Y en el post-partido.

Con la primera estatal aguantando la conexión durante muchas horas, pero en este caso con muy poca intensidad informativa. Fue un post muy retórico, muy frío porque habían ganado unos tipos que lucían una senyera cuatribarrada y no eran lo que se dice unos verdaderos españoles, cuando menos, algunos de ellos, tienen algunas dudas y anteponen otros conceptos muy poco asimilados desde la centralidad estatal, madridista y de las JONS por tradición.

Tienen los eventos deportivos unos componentes que escapan al rectángulo de juego. Por lo tanto, ganó el fútbol, como deseaban algunos jugadores lobotomizados por el señor Mourinho, pero se culminó la celebración con una Shakira catalanoparlante que es un añadido muy extravagante, pero un símbolo de la integración y del estímulo que por vía inguinal un deporte proporciona a una identidad. Como sucedió en el Giro, que le colocaron al ganador, Alberto Contador, un himno español con letra franquista. ¿Protestarán como lo hicieron cuando sonó el republicano Himno de Riego en otro evento deportivo? Pues probablemente no, porque esos errores con letra de Pemán se perdonan mucho mejor desde la caverna.

Es decir que vamos de euforia en euforia, intercalando lo político, lo social, lo emocional y hasta la voluntad de encontrar belleza estética en una patada a un balón. Con cerca de un millón de barceloneses recibiendo a los jugadores, con fiestas y reivindicaciones conviviendo sin problemas, entramos en un agujero negro de varias semanas sin partidos de fútbol de importancia. ¿Lo soportaremos?

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