Como en el cuento de Pedro y el lobo, al final el lobo, a modo de año de transición, llegó. La paulatina marcha de las estrellas baskonistas aumentaban en los últimos años las voces que hablaban de que el conjunto necesitaría tiempo antes de volver a brillar. Sin embargo, y a pesar de los altibajos, el Baskonia se las ha ido arreglando no sólo para volver a jugar finales, sino incluso para ganarlas.

Hasta esta temporada. La marcha de Splitter, aunque no fuera ninguna sorpresa, ha supuesto un vacío demasiado grande para un Caja Laboral Baskonia al que le tocará ver todas las finales desde la barrera. Sin la movilidad ni la intimidación del pívot de Joinville, el Baskonia se ha quedado huérfano de referentes en los momentos clave, sobre todo en esos que subrayaba Dusko Ivanovic tras la eliminación liguera en el que a su equipo le faltó «paciencia en ataque y dureza en defensa».

Obviamente, la salida de Splitter también ha tenido efectos positivos, que son la mejora de Barac y el paso adelante de Teletovic. Pero ni el pívot croata ofrece en defensa las prestaciones del brasileño -es más pesado y de movimientos laterales más lentos- ni el bosnio ha mejorado gran cosa en la retaguardia. Asimismo, la ausencia de un recambio claro para Teletovic -sólo Rancik aportó en su breve estancia en Gasteiz; Pape Sow dio intensidad pero se lesionó, mientras que Dragicevic no ha tenido mucho tiempo para acoplarse- y el escaso rendimiento de Batista han supuesto que el Baskonia no haya tenido consistencia en su juego interior, perdiendo en demasiadas ocasiones la batalla del rebote ante rivales más móviles y también con más efectivos.

Ante todo, irregulares

Los problemas de este Caja Laboral Baskonia han sido de mentalidad más que de juego. El equipo ha sido paradigma de la irregularidad, mostrándose casi invencible en Zurbano y fallando lejos de casa -una derrota en Gasteiz por 10 fuera en la ACB-, tanto en la competición doméstica como en Euroliga. Las crisis del tercer cuarto han sido la cara más visible de esa irregularidad, sobre todo en la eliminatoria de cuartos ante el Maccabi, donde el cuadro israelí obtuvo un 106-60 a su favor contando los terceros períodos de los cuatro partidos de la misma. Al final, los play offs sólo fueron el reflejo de toda la campaña.

Entre los exteriores, Huertas y San Emeterio han estado directamente huérfanos. El base paulista no ha tenido un recambio de garantías en todo el año. Ribas ha rendido mucho mejor como escolta a tiempo completo y Logan, pese a su clase, tampoco es un base y le cuesta defender -fue semidefenestrado por el propio Ivanovic en los albores de los play offs-.

Mientras, San Emeterio ha terminado agotado. Con más de 32 minutos por partido, el MVP de la temporada regular en la ACB y miembro del quinteto ideal de la Euroliga, ha sido el único alero de fiar. Oleson defiende duro, pero es intermitente en ataque -8 puntos y 1 rebote en la ACB, 6 puntos y 2 rebotes en la Euroliga- y Bjelica, antes de lesionarse en marzo, aportaba sólo 4 puntos y 2 rebotes en 11 minutos -1 punto y 1 rebote en en la Euroliga-.

El lobo transitorio pasó. Lo bueno es que toda la actual plantilla, excepto Palacio, tiene contrato en vigor. No obstante, habrá que ver si se fuerza alguna salida y si la NBA, salvo que haya huelga, lanza sus redes a los pívots, sobre todo unos Pacers enamorados con Barac.