Saleh clama venganza tras resultar herido en un ataque contra su palacio
El presidente yemení, Ali Abdallah Saleh, clamó venganza ayer contra el jefe tribal opositor Sadeq al-Ahmar y sus hermanos, a los que acusó del ataque con obuses que sufrió cuando se encontraba en la mezquita de su palacio presidencial y en el que resultó herido leve. El líder de la tribu Hashid negó cualquier relación con es hecho, del que responsabilizó al propio Saleh para justificar un aumento de la violencia gubernamental en los combates en la capital.
GARA
Ali Abdallah Saleh resultó herido leve en la cabeza en un ataque con obuses contra el palacio presidencial en Sana'a, su capital. El ataque causó la muerte de cuatro guardaespaldas del mandatario y dejó heridos a varios altos cargos gubernamentales. Saleh sufrió heridas en la parte posterior de la cabeza, provocadas por las esquirlas de uno de los proyectiles que impactó contra la mezquita del complejo cuando se estaba celebrando la oración del viernes y, según algunas fuentes, fue ingresado en el hospital del Ministerio de Defensa.
Por la noche, en un breve mensaje de audio difundido por la televisión oficial yemení, el presidente clamó venganza contra el líder de la tribu Hashid, jeque Sadeq al-Ahmar, y sus hermanos, a los que responsabilizó del ataque y afirmó gozar de «buena salud». «Estoy bien, estoy sano», señaló Saleh, que aseguró que en el bombardeo de la mezquita del palacio presidencial murieron siete oficiales, entre ellos el coronel Mohamed Jatib, jefe de la Seguridad Especial del Presidente. El presidente prometió eliminar «las bandas» de Al-Ahmar.
Durante el día, varias fuentes gubernamentales, que insistieron en que Saleh se encontraba bien, anunciaron que comparecería públicamente. Sin embargo, al final se difundió una grabación de audio de menos de cinco minutos en la que podía apreciarse que le costaba respirar.
«Son una banda»
«Los que cometieron esto son elementos fuera de la ley y agentes de la traición», dijo Saleh, que prometió perseguir a «los criminales». «Son una banda que está fuera de la ley y que no tiene relación con los jóvenes de Tahrir -agregó-. No tienen vinculación con las manifestaciones, es un movimiento golpista».
Subrayó que el ataque ocurrió durante un alto el fuego entre las autoridades y los seguidores de Al-Ahmar, a los que acusó de «ser una banda armada que ocupó instituciones del Estado y ministerios, saquearon bienes y no tienen relación con el levantamiento» contra su régimen.
En el atentado, resultaron heridos graves el presidente de la Cámara Alta del Parlamento, Yehia al-Rai, y el gobernador de Sana'a, Neeman Duid. Y varios altos cargos más sufrieron heridas leves.
La tribu Hashid, ex aliada de Saleh que ahora respalda a sus opositores y con la que las fuerzas gubernamentales combaten desde hace dos semanas en la capital, negó cualquier relación con el lanzamiento de proyectiles. El jeque Al-Ahmar fue más allá al subrayar que detrás del ataque estaba el propio presidente, que lo hizo para ayudar a justificar una escalada de la violencia por parte del Gobierno en los enfrentamientos armados que se están produciendo en Sana'a.
De hecho, después de que el palacio presidencial fuera atacado, las fuerzas gubernamentales bombardearon las residencias de los líderes de la confederación tribal. El principal objetivo fue la vivienda del hermano menor de Al-Ahmar, Hamid, en el barrio diplomático de Hedda, cerca del complejo presidencial, donde hubo más de diez explosiones.
En una rueda de prensa, el viceministro de Información, Abdo al-Yenadi, apuntó que las fuerzas de seguridad recuperaron el control de todos los ministerios y establecimientos en poder de los milicianos de la tribu Hashid en el barrio de Al-Hasaba.
Cinco muertos en Taiz
Por otro lado, en Taiz, el principal centro industrial en el sur del país, al menos cinco personas -tres reclutas de la Policía y dos manifestantes- murieron y otras 27 resultaron heridas durante las protestas, según fuentes del hospital militar consultadas por Efe. Las fuerzas de seguridad apuntaron que las víctimas se produjeron por el impacto de misiles lanzados contra la Policía por miembros de la tribu Seraes, en represalia por el trato que los agentes dan a los manifestantes antigubernamentales.
Las fuerzas de seguridad dispararon al aire para evitar que los opositores se congregaran en la mezquita Al-Said para participar en el rezo del viernes. En distintos barrios, donde se desplegaron la Guardia Republicana y la Policía, se instalaron puestos de control y se escucharon disparos.
En la capital, donde decenas de miles de manifestantes celebraron un día de «lealtad a Taiz», ayer de madrugada volvieron a estallar intensos combates entre las fuerzas de seguridad y los partidarios del jeque Al-Ahmar tras una breve tregua.
Medios para resistir
Los combates estallaron el 23 de mayo después de que Saleh rechazara, por tercera vez, firmar la propuesta de las cleptocracias del Golfo para una salida pacífica. El mandatario se mantiene en el poder pese al movimiento de protesta sin precedentes gracias a la indecisión de las potencias extranjeras al respecto y a la fidelidad de buena parte del Ejército, según los analistas.
Los expertos estiman que el equilibrio de las fuerzas militares sigue inclinándose del lado de Saleh, que controla las unidades del élite, frente a sus adversarios que mantienen el control de las tropas ordinarias. Además, las fuerzas disidentes, encabezadas por el general Ali Mohsen al-Ahmar, optaron por no involucrarse en esos combates y no tienen una fuerte presencia en Sana'a.
Por otro lado, creen que las presiones externas, que no son suficientemente intensas porque Occidente todavía teme el vacío de poder que podría dejar su partida, no parecen molestar a Saleh, que ha apostado por mantenerse en el poder y dictar los términos de su partida.
Al menos 17 personas murieron ayer y otras 55 resultaron heridas por la explosión de un artefacto cerca de una mezquita en Tikrit. La fuerte deflagración se produjo cuando los creyentes salían del templo, en el centro de la ciudad, tras efectuar el rezo del viernes.
El presidente de Israel, Simon Peres, ha pedido a su homólogo ruso, Dmitri Medvedev, que Rusia deje de vender sistemas armamentísticos avanzados a Siria, con el argumento de que el régimen de Al-Assad «ha matado a miles de manifestantes a sangre fría y no sé lo que puede deparar el futuro».
La rebelión libia se ha apuntado un nuevo éxito diplomático con el encuentro entre el embajador chino en Qatar y el presidente del Consejo Nacional de Transición, que aglutina a los rebeldes que luchan contra el régimen de Muamar al-Gadafi. Ambos se reunieron en Doha e «intercambiaron puntos de vista sobre los acontecimientos de Libia», señaló el portavoz del Ministerio chino de Exteriores, Hong Lei.
«La postura de China sobre la cuestión libia es clara, esperamos una solución política a la crisis libia y creemos que el futuro de Libia debería ser determinado por sus ciudadanos» precisó el portavoz.
China, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho a veto, se abstuvo en marzo en la votación que aprobó la resolución que autorizó bombardear Libia para «proteger a la población civil», y desde entonces ha pedido reiteradamente un alto el fuego. Rusia adoptó una posición similar en aquella votación pero luego se sumó a la demanda de Occidente y pidió la salida de Gadafi.
A pesar de las presión internacional, la deserción de numerosos líderes políticos y los bombardeos diarios de la OTAN, Gadafi se niega a dejar el poder.
En la madrugada de ayer, la capital fue nuevamente bombardeada, sobre todo el área donde se encuentra la residencia del líder libio. GARA
Decenas de miles de manifestantes salieron ayer a las calles en Siria para expresar su rechazo al régimen de Bashar al-Assad, sobre todo en Hama (norte), donde al menos 34 civiles murieron por disparos de las fuerzas de seguridad durante su intervención para reprimir la marcha, en la mayor movilización contra el Gobierno desde el comienzo de las protestas a mediados de marzo. La televisión emiratí Al-Arabiya elevó a 67 el número de víctimas mortales.
En Hama se manifestaron más de 50.000 personas, según Rami Abdel-Rahman, director del Observatorio sirio de los Derechos Humanos, con sede en Londres, quien añadió que las fuerzas de seguridad abrieron fuego para dispersar a la multitud causando decenas de muertos y heridos, algunos de gravedad. Un activista de la ciudad habló de una «verdadera masacre».
Además, un civil murió por disparos de las fuerzas de seguridad durante una manifestación en Ha, al norte de Hama.
«Los movilizaciones de hoy -por ayer- son las más grandes desde el comienzo del movimiento, a pesar de la amnistía anunciada por el presidente Bashar al-Assad. Esto demuestra que la gente ya no confía en el sistema», afirmó Abdel-Rahman.
La agencia oficial SANA reportó que «cientos de personas se han reunido tras el rezo del viernes en Hama» y que las fuerzas de seguridad se mantuvieron alejadas de la protesta.
Según la televisión oficial, en Hama «tres saboteadores murieron en enfrentamientos con la Policía cuando atacaron un edificio gubernamental».
En 1982, la ciudad de Hama fue escenario de una brutal campaña de represión, que dejó unos 20.000 muertos, tras un levantamiento de los Hermanos Musulmanes contra el entonces presidente del país, Hafez al-Assad, padre del actual mandatario.
Decenas de miles de personas salieron a las calles también en Homs (50.000), Maarat al-Numan, en las ciudades kurdas de Al-Qamishli, Amouda y Ras al-Ain, en Banias, en Deraa Jassem y en Damasco.
Desde hace semanas, el viernes es día de movilización en Siria. Ayer, los manifestantes marcharon en homenaje a «los hijos de la libertad». Según UNICEF, al menos 30 niños han muerto por disparos desde el 15 de marzo en la represión de las protestas.
La chispa de la revuelta fue el arresto y tortura de 15 niños y adolescentes acusados de ser los autores graffitis contra el régimen en Deraa.
En total, la represión se ha cobrado más de 1.100 muertes desde mediados de marzo, según la oposición. GARA