Porteros vascos de leyenda: cualquier tiempo pasado fue mejor
A todos les suenan Blasco, Lezama, Cedrún, Iribar, Zubizarreta, Esnaola, Urruti, Arkonada... pero pocos o nadie recuerda a sus suplentes. Ellos y muchos otros forman la larga lista de arqueros vascos de la historia, que un entrenador de porteros del Leioa recopila en un impagable blog.
Joseba VIVANCO
Iribar malogró más buenos porteros que las lesiones», ironiza Mario García, de 46 años, taxista de profesión y entrenador de porteros en la SD Leioa en su tiempo libre. Entre una cosa y otra, Mario recopila en un blog desde hace unos años biografías, curiosidades y avatares de todos los porteros vascos que han jugado en Primera y Segunda División desde los Arana, Acha e Ibarreche de inicios del siglo pasado.
Entre esos protagonistas se cuentan Zaldua, Deusto, Marro, Aizpurua, Burgueña y Agirreoa, arqueros que engrosaron la lista de aquellos a quienes el omnipresente Chopo condenó al banquillo. «Nos damos cuenta de la cantidad de buenos cancerberos que emigraron por no seguir a su larga sombra», asiente el autor de http://marius-porterosvascosdeleyenda.blogspot.com, esta enciclopedia sobre la mayor aportación del fútbol vasco al balompié mundial: los porteros.
El 24 de mayo se cumplían diez años de la trágica muerte en accidente de tráfico de uno de esos grandes guardametas salidos de las playas guipuzcoanas, Javier Urrutikoetxea. Veló por la meta de la Real Sociedad 13 años, pasó por el Espanyol, y logró sus mayores éxitos deportivos en el Barcelona.
El donostiarra fue uno de los excelentes arqueros vascos de los años 80, formado al igual que Arkonada y Artola -los tres, con la selección española en la Eurocopa del 80- en el modesto Lengokoak, en una década en la que muchos equipos de Primera y otros tantos de Segunda fiaban sus porterías a un vasco: Cendoya en el Almería, Esnaola en el Betis, Zubeldia (Zaragoza), Otxotorena (Castilla), Izkoa (Granada), Gorospe (Burgos)...
Los aficionados al fútbol conocen con más o menos detalle a los más grandes: Agustín Eizagirre, pasando por Blasco, Ignacio Eizagirre, Lezama, Carmelo, Arakistain, Yarza, Zubiarrain, Iribar, hasta llegar a Arkonada o Zubizarreta. Son muchos los nombres que jalonan esta relevante -a la par que desconocida- historia de nuestro fútbol; y la gran mayoría son eso, desconocidos.
Pocos saben que el gran Eduardo Chillida defendió la meta txuri-urdin cuando la Real -presidida por su padre, Pedro- militaba en Segunda, en la temporada 1942-43. Jugó 14 partidos como titular, encajó 16 goles y el equipo ascendió. Un encontronazo con un jugador del Valladolid, Sañudo, le obligó a colgar los guantes. El fútbol perdió un portero y el mundo ganó un enorme artista.
Porteros dantzaris, remeros, carniceros...
Porque ha habido porteros que eran dantzaris -como Tiburcio Beristain, elgoibartarra de la Real-, remeros, ciclistas, pelotaris -Jesús Izagirre, apodado Kokotxas, que jugó en la Real y acudió a los JJOO de Amsterdam-, y hasta carniceros. ¿Quién no recuerda a José Ignacio Garmendia y su carnicería? Durante 16 temporadas se mantuvo firme en la portería del Eibar, hito tan sólo comparable al de Salvador Sadurní en las filas del Barça. Además de dos ``Zamoras'' en Segunda, en abril de 1986 marcó un gol desde su área al Pontevedra, que le granjeó fama televisiva.
El de las Morcillas era el apodo de otro meta, Ignacio Izagirre (1920), donostiarra que jugó en la Real y tras la Guerra Civil fichó por el Valencia a espaldas de los guipuzcoanos. Visitaban los chés San Mamés con él como suplente, y cuentan que Eizagirre recibió la visita de su padre Agustín -el primer gran portero realista, que llegó a jugar en los JJOO de Amberes-. El negocio familiar era una carnicería y el padre llevó una cesta de longanizas y morcillas para que degustaran los jugadores, con tan mala suerte que Pío, el portero titular, se empachó de tanto comer y fue baja de última hora. Eizagirre obtuvo así la titularidad y ya no la abandonaría.
Aunque, para empachos, los de Joaquín Urquiaga, nacido en Zorrotza en 1910 y apodado El chavo gordo, ya que hizo parte de su carrera en México. Destacaba su oronda figura, sobre la que los periódicos locales ironizaban preguntando: «¿Quién va al arco? El gordito, como siempre».
Había hasta porteros reconvertidos. El caso más conocido es el de Juan José Santamaría, un bilbaino que había sido delantero centro del Indautxu a quien, con 15 años, le pusieron a jugar entre los tres palos porque no había otro. Además disfruta del honor de ser el primer portero en anotar un gol en Primera División, al gran Miguel Reina, en un Racing-Atlético de Madrid. Iñigo Artega, natural de Añorga, sigue siendo recordado en Santander por su gol de portería a portería en el campo de Navalmoral de la Mata, y acabó jugando en el Chaves portugués.
Otro `portero' cuya imagen quedó recogida para la historia fue la de todo un Rafael Iriondo, el de la delantera histórica de los Gainza, Panizo y demás, guardando la meta del Athletic en un partido contra el Oviedo, tras lesionarse Lezama... y es que por entonces no se podía sustituir al arquero.
Y no Zarra, pero sí su hermano Tomás Zarraonaindia, fue Trofeo Zamora en la 1930-31 con el Arenas de Getxo. Le apodaban el tenazas o el pulpo. Una lesión frustró su paso al Valencia y acabó en Osasuna. Del histórico Arenas que ganó la Copa de 1919 al Barcelona era portero José María Jauregi, conocido como Panotis, que llegó a internacional.
La lista parece interminable. Tan alargada como la sombra de guardametas que hicieron historia en sus clubes, caso de José Ángel Iribar, el más `cojonudo', del que nunca olvidaremos su mítico saque con la mano hasta el otro campo. Fue el mismo que `echó' de la cueva de los leones a otro mito, Carmelo Cedrún, al que bautizaron el `nuevo Zamora', y cuyo hijo, Andoni, quiso `vengar' a su padre, pero apenas sí estuvo un año en San Mamés y desarrolló su carrera en Zaragoza, con Copa del Rey incluida.
Precisamente, en la capital maña se recuerda a Enrique Yarza, un donostiarra que formó parte de la famosa generación de ``Los Magníficos'', que permaneció 16 años en el club aragonés. También se acuerdan allí del navarro de Jaurrieta Andrés Lerín, figura gloriosa durante años en la ribera del Ebro.
Un vasco en el Madrid de las seis copas
Fueron porteros que marcaron época lejos de los terrenos de juego vascos. Como José María Busto, el cancerbero que más tiempo defendió la portería del Sevilla -17 temporadas-, tras llegar en 1942 procedente del Baracaldo Altos Hornos. O Dionisio del Río, pionero de los porteros vascos que jugaron en el Málaga, y que abrió las puertas a los Ibarretxe, Goikoetxea, Deusto, Meléndez Alberdi (primo de Carlos, el portero suplente por excelencia del Athletic y Espanyol -que después de 13 años jugó sólo 11 partidos en Primera-), Burgueña y Goitia.
Otro caso es el del pack que formaban Ignacio Oregi y José Luis Ulacia en la UD Las Palmas de los años 60 y 70. O José Luis Molinuevo, uno de tantos que defendió la meta del Sporting y, ya como entrenador, recomendó a un tal Enrique Castro Quini. O Juan Adelarpe Alonso, natural de Hondarribia, de quien pocos sabrán que ganó cinco Ligas y seis Copas de Europa con el mejor Real Madrid de la historia. Y José Arakistain, el azkoitiarra integrante del mítico `Madrid Ye-Ye', que ganó la sexta Copa de Europa en 1966. O Patxi Javier Goikolea, durangarra que estuvo siempre -y ése era su deseo- a la sombra del gran Ramallets en el Barcelona.
De entre todos, un recuerdo para Francisco Javier Yubero, el irundarra que empezó en el Dunboa, jugó en la Real, el Betis y el Rayo, y falleció en 2005, a la edad de 33 años, tras padecer un cáncer de páncreas. Él es uno más de esa larga lista de porteros vascos que no pudieron parar ese último gol.
«Mira, Andrés Mendieta fue un gran portero de Lekeitio que llegó a jugar con España en los JJOO de México en 1968. Pues era el padre de Gaizka Mendieta, el jugador de fútbol que estuvo en el Valencia», revela en un apunte Mario García. Anécdotas que ha ido recopilando en este blog que comenzó, a modo de curiosidad, con Iribar, Zubizarreta o Arkonada, y que acumula ya 111 porteros editados y «ciento y pico que me quedan todavía por meter».
Una labor que le lleva mucho tiempo, y es que hay que rastrear la vida y obra de cada uno, sus fotos, qué fue de él... Amistades, nuevos amigos, familiares de guardametas -incluso le han escrito desde Argentina-, internet, libros casi desclasificados... la ayuda le llega de muchas fuentes. Y las sorpresas: «El abuelo del entrenador del Valencia, Unai Emery, fue portero. Antonio Emery ganó dos Copas con el Real Unión, en 1924 y 1927, en cuatro temporadas. Le apodaban Pajarito Emery, no porque volara mucho en los partidos, sino porque cuando debutó en Santander dijo que por jugar aquel partido había dejado de ir a una merienda de pajaritos». Pues bien, no sólo su abuelo, también el aita de Unai, Juan Emery, fue arquero, primero en el Real Unión, para pasar después por el Alavés, Burgos, Logroñés, Deportivo y Sporting, hasta acabar en el Huelva en 1964.
Mario, que junto a sus colegas de entrenamientos Aitor Ares y Dani Molina colabora también en otro blog, Desdemiarea.com -donde recogen noticias sobre el mundo de la portería-, no oculta su admiración por quien cree que fue el mejor portero de todos los tiempos, el Chopo. De los de hoy, se decanta por Casillas y el manejo del balón con los pies de Valdés. Sobre el peso actual de los porteros vascos, evidentemente, opina que cualquier tiempo pasado fue mejor. J.V.