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Antonio ALVAREZ-SOLíS

¿Ministro o candidato?

No deja de sorprender a los inocentes -¿y qué es el español sino un inocente mal intencionado?- que el Sr. Rubalcaba siga siendo ministro cuando ya es virtualmente candidato. Cierto que aún no ha celebrado el PSOE sus primarias, pero el ministro ha iniciado ya su campaña electoral. De momento ha decidido llamarse simplemente Alfredo, lo que no es poco para escribir la primera línea del programa. Pero insisto en mi extrañeza: ¿por qué no ha dejado ya el Ministerio? Suena mal que un ministro que ha de organizar las elecciones empiece por organizar la suya. Sé que desde la cartera que ocupa pueden hacerse ya muchas cosas, entre ellas el nuevo organigrama administrativo si la victoria le es propicia, pero en este caso no parece tan segura la victoria. O sea que el ministro puede estar repartiendo humo. En cualquier caso resulta sin duda elegante que uno se vaya del puente de mando si ha de elegirse nuevo capitán. ¿No será que el Sr. Rubalcaba no se fía plenamente del Sr. Zapatero y espera a la última hora para desatarlo? Podría ser. A la entrada de la Moncloa quizá el Sr. Rubalcaba habría sido más feliz colocando el consabido aviso: «Cuidado con el presidente. Muerde». El Sr. Zapatero no parece dichoso con su conversión en una fotografía. No ha podido ni salvar a su ministra de Defensa, que ahora consuela su amargura haciendo la guerra en Libia. Todo esto es espeso y oscuro. En fin, ¿el Sr. Rubalcaba es un ministro aspirante a candidato o un candidato aspirante a ministro? Todo ofrece un aire liviano, una apariencia inconsistente. ¿Y si al final se presenta don Felipe González o el Sr. Bono con el apoyo del arzobispo de Toledo? ¿En qué cubilete está la piedra?