Ayuntamientos con las puertas abiertas a toda la ciudadanía y con la mirada en el horizonte
Los ayuntamientos de Hego Euskal Herria son desde ayer más abertzales y también más de izquierdas. Bildu se erigió en la primera fuerza en número de alcaldes y concejales, en primer lugar por la confianza que los ciudadanos han depositado en la coalición, pero también por su coherencia a la hora de conformar acuerdos o destinar su voto a otras fuerzas, siempre con la prioridad de favorecer un proyecto abertzale y de izquierdas. Además, en los casos en que, aun ostentando la mayoría, la suma de otras fuerzas podían arrebatarle la Alcaldía, se ha visto «favorecida» por la falta de acuerdos entre esas otras fuerzas. Cabe concluir de ello que el pacto anti-Bildu ha fracasado estrepitosamente y su principal abanderado, el PP, ha salido malparado del intento.
Capítulo aparte merece la actitud del PSN que, en consonancia con su postura anunciada en el Parlamento -y con más motivos que nunca para facilitar un gobierno progresista y el final del gobierno de una de las derechas más rancias de Europa- revela por un lado su absoluta falta de autonomía para tomar decisiones y, por otro, la verdadera razón de ser del PSOE, convertido en guardián de las esencias españolas por encima de todo. Ayer Iruñea, Tafalla, Lizarra, Barañain Zizur Nagusia y otros ayuntamientos quedaron en manos de UPN gracias al PSN, que llegó incluso a no presentar a sus candidatos o a votar en banco para asegurarle alcaldías a UPN. El PSN ha culpado esta semana a Bildu de la «imposibilidad» de llegar a un acuerdo entre formaciones progresistas. Hace cuatro años la disculpa fue NaBai, formación con la que en esta ocasión, según afirmaron sus dirigentes, no tenía ningún problema. Si hace cuatro años sus votantes e incluso muchos de sus militantes no entendieron dicha actitud, menos aún van a entender que ahora no haya corregido su deriva. El PSN se acerca a un precipicio y no puede rectificar su rumbo, empujado por un fuerte viento procedente de Madrid.
Pero la otra cara de la moneda es la actitud de las fuerzas abertzales, que sí han sabido leer el mensaje de los electores, tanto en Nafarroa como en el resto de herrialdes, y que ratifica los esperanzadores resultados que ofrecieron las elecciones del 22-M.
Desde muchos medios se ha venido cuestionando la capacidad de gobernar de Bildu, algo que más bien parece una muestra del miedo a una forma diferente de gestionar, guiada por el interés general de los ciudadanos, del país. Bildu anunció su disposición a hacerlo así donde le fuera posible, pero también a poner sus votos al servicio de mayorías abertzales y de izquierdas sin contrapartida alguna para evitar gobiernos de la derecha española. Cabe esperar, pues, que sea fundado el temor de quienes no desean una forma de gobernar basada en la convicción de que el Ayuntamiento no es un lugar en el que durante cuatro años un número reducido de personas deciden a espaldas de la ciudadanía, y que el poder que ésta traslada a los electos no debe convertirse en una herramienta al servicio de intereses particulares. Gobernar un ayuntamiento conlleva, asimismo, actitudes y procedimientos democráticos por algo más que por el hecho de llevar ese adjetivo. Lo resumió perfectamente ayer el recién elegido alcalde de Donostia, Juan Karlos Izagirre, al anunciar que las puertas del Ayuntamiento están abiertas a todos los ciudadanos y tender la mano al resto de formaciones incluso para participar en la gobernabilidad.
Sin embargo, el proyecto abertzale y soberanista de izquierdas no termina en la presencia en los ayuntamientos y en las diputaciones. Mira hacia el horizonte e incluye un proceso de normalización política y de paz que no admite dilaciones. Si su presencia en todas las instituciones es, por supuesto, de suma importancia, no lo es menos la necesidad de aportar su capital político, también desde las instituciones, a ese proceso junto a otras organizaciones y asociaciones políticas, sindicales y sociales. En efecto, la ilusión creada en torno a Bildu no es, no debe ser, un mero fenómeno electoral.
Camino para los derechos de los presos y presas
Ese proceso de normalización contempla prioridades, y una de ellas es la relacionada con la existencia de cientos de presos y exiliados políticos. Como primer paso para avanzar en la resolución de esa cuestión, urge desactivar la política penitenciaria que condena a cadena perpetua, que mantiene en prisión a enfermos graves, que aleja a los presos y presas vascos a cientos de kilómetros de su tierra. Hoy las calles de Bilbo acogerán la invitación de la iniciativa Egin Dezagun Bidea a hacer camino por sus derechos. Se trata de un camino abierto el pasado enero en esa misma capital con un enorme paso protagonizado por una multitud solidaria.
Hoy incontables partidos, sindicatos y todo tipo de asociaciones del movimiento popular, así como miles de particulares, estarán en Bilbo, y tendrán muchas razones para ello, pero sólo dos serían más que suficientes. Una, se trata de derechos y su respeto es inexcusable. Y dos, este pueblo, que reivindica su derecho a decidir, ha empezado a hacerlo práctico, y se ha decantado por un cambio para cuya materialización es indispensable, entre otras cosas, terminar con las expresiones causantes de sufrimiento que persisten en este país.