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Final del Campeonato Manomanista de Promoción

Mikel Olaetxea terminó encontrándose a sí mismo

El de Lizartza pudo conectar su juego de saque remate en un momento crítico y revolcó un 9-18 adverso.

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OLAETXEA 22

MERINO I 18

Jon ORMAZABAL

Casi en una repetición de lo sucedido en la casa consistorial de su localidad natal, Lizartza, donde las cosas volvieron a su estado natural tras un período de tiempo extremadamente complicado, Mikel Olaetxea fue capaz de encontrarse a sí mismo y superar una situación crítica para convertirse en el primer pelotari en calarse las tres txapelas de segunda categoría.

Víctima de sus propios errores, de la mucho mayor pegada de Miguel Merino y de una pelota excesiva, el delantero guipuzcoano estuvo fuera del partido durante mucho tiempo, llegando a perder por 9-18, pero en ese peor momento, fue capaz de mirar dentro de él mismo y encontrar en el saque remate, la fórmula que lo había llevado a la final en el campeonato en el que menos disfruta, la vía para conseguir una remontada imposible, con 13 tantos consecutivos para imponerse 22-18.

Se puede decir que la final de Promoción de ayer estuvo compuesta de dos partidos muy diferentes. En el primero hubo momentos en los que dio la impresión de que el juego clásico y los zagueros podrían encontrar en Miguel Merino un resquicio entre la moda del juego rápido de aire que se ha instaurado en las luchas individuales.

Pelota excesiva

Dos factores marcaron principalmente esta primera parte de la final; la gran diferencia de pegada existente entre Miguel Merino y Mikel Olaetxea y una pelota excesiva del riojano, que aumentaba este abismo existente entre ambos y que atropelló al delantero de Asegarce.

Este dominio tenía su origen en el saque, ya que Olaetxea renunció a restar de aire y se veía arrollado por el golpe de un Miguel Merino que tenía muy claro cómo debía imponer su juego. Las escasas ocasiones en las que el de Villar de Torre se salió de la guía marcada por Joaquín Plaza fueron las únicas vías por las que el delantero de Lizartza era capaz de sumar algún tanto, ya que ni siquiera con su saque era capaz Olaetxea de sumar grandes tacadas. En esta tesitura, Miguel Merino llegó a tocar la txapela con la punta de sus dedos cuando se adelantó 9-18 en el marcador.

Sin embargo, las tornas sufrieron un giro inesperado. Con todo perdido, Olaetxea comenzó a no ceder tanta iniciativa al restar de aire, consiguió recuperar el saque y, con una pelota de mucho menos bote, revolcó una situación que amenazaba con llevárselo por delante.

Con los ánimos de sus incondicionales, inferiores en número pero para nada en entusiasmo, el de Lizartza comenzó a conectar esos ganchos de zurda que hace dos meses ya le sirvieron para, junto a Jon Ander Albisu, calarse la txapela del parejas ante el propio Merino I.

Como tenía previsto de antemano, el delantero de Asegarce apostó por acortar los tantos, arriesgar con el remate en cuanto tuvo la menor oportunidad y asumir riesgos le sirvió para conseguir una gran remontada.

El partido no tenía nada que ver con lo que se había visto en la primera parte, Miguel Merino, que al principio parecía muy superior físicamente, era ahora al que le costaba respirar por mucho que su botillero solicitara un tiempo muerto detrás de otro y la txapela de segunda tomó camino a Gipuzkoa.

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