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«De los 50 poblados vascones que aparecen, 45 son desconocidos»

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Iñaki Sagredo

Historiador y autor de «Vascones»

Se le conoce por su obra magna «Navarra. Castillos que defendieron a un reino». Sagredo ha buscado su lugar entre la nueva escuela crítica de historiadores y su espacio propio es el estudio de las fortificaciones medievales, como por ejemplo su monográfico sobre Amaiur. Ahora presenta su nuevo trabajo, «Vascones», que en realidad comienza unos siglos más atrás que otras de sus obras.

Aritz INTXUSTA | IRUÑEA

Sagredo es un historiador y arqueólogo que no se anda con chiquitas. Él desentierra castillos. Ahora se ha lanzado a clavar la pala en poblados vascones del Pirineo. Sus conclusiones vuelven a tomar forma de libro.

¿Su nuevo libro, «Vascones», nos permite viajar a...?

El libro nos lleva hasta la etapa oscura, la menos documentada, los siglos V y VI, hasta los tiempos de Eneko Aritza... Vamos, a la época menos trillada. Hay muchos elementos altomedievales en el Pirineo que han sido poco o nada estudiados. Es incomprensible que en el siglo XXI, parte de todo el Pirineo navarro siga sin tocar. Creo que hay una reflexión que hemos de hacer todos. ¿Por qué no se ha hecho nada? Es una pregunta muy sana.

Estoy de acuerdo. Pero, ¿qué hacer para que se haga algo?

Cuando empezamos a sacar libros sobre castillos, teníamos claro que esto no acababa con la publicación del tomo. Ya hemos empezado a hacer algo. Ahora estamos recuperando una fortificación en Aitzorrotz en Eskoriatza. Lo estamos haciendo a la vieja usanza, con las mismas técnicas medievales. Cuando publicamos algo, más allá de dar a conocer, animamos a indagar. En eso estamos. Este libro es un primer paso, el segundo paso será convencer a las instituciones de que hay un trabajo arqueológico capaz de aportarnos mucho sobre nuestros orígenes.

¿Se refiere al Ducado de Vasconia?

Hablamos del origen del Reino de Pamplona y de Nafarroa, cuando atacaban los francos, los visigodos y los árabes. Buceamos a los años de la batalla de Orreaga y a antes de la batalla. En aquella época se hicieron una serie de fortificaciones para defenderse, sobre todo en Zuberoa, en Behenafarroa y en el Pirineo. Y los documentos de los cronistas francos y árabes nos hablan de reyes vascones. Nos describían a un pueblo, los vascones, que habitaba en las dos vertientes del Pirineo. Los montes vascones, el Saltus vasconum, era algo mucho más amplio, hasta los valles de Echo, de Ansó, de Aran. Hay que tener en cuenta que las fronteras actuales se intentan justificar también en los libros de historia.

Entra usted en un universo bastante polémico.

Es triste encontrarte con libros de historia supuestamente serios que marcan que los aquitanos están en Zuberoa marcando la frontera actual con los vascones que estaban en Erronkari. Es ilógico. Con la toponimia en la mano, esto resulta insostenible. ¿Qué pasa? ¿Que Santa Engracia, que está a diez kilómetros de Isaba, la habitaban los aquitanos, y que, al otro lado, eran vascones? Eso no es serio. Por eso en el libro intentamos derribar de falsa creencia.

¿Podemos decir que «Vascones» es un libro fundamentalmente arqueológico?

Pienso que sí. Las primeras páginas las dedicamos a romper los tabús que acabo de mencionarte. Después, entramos de lleno a hacer una catalogación de puntos donde hubo poblados vascones. Hemos encontrado evidencias interesantes, como monedas romanas. Esto nos ayuda a derribar la falsa creencia de que los vascones estaban encerrados en su mundo propio, sin comunicarse con el exterior. Durante muchos años, se ha pensado que los romanos eran los progresistas y los modernos, mientras que los vascones eran los arcaicos. No era así.

¿Cómo eran las relaciones entre los vascones y los romanos?

Había vascones en poblados romanos y había romanos en el Saltus Vasconum. Existía una comunicación fluida entre ambos mundos.

Pero sí que se ha buscado la parte más cerrada.

Creo que donde jugamos sobre seguro es en el Pirineo. Por así decirlo, es la zona vascona más pura, por su propia geografía montañosa. Si vamos a Errioxa, encontraremos la toponimia más cerrada en el valle de Ezkarai, en lo más recóndito. Con el Pirineo pasa igual. El menor nivel de comunicación, sirvió para preservar mejor las creencias arcaicas. Por poner un ejemplo, los romanos tenían un gran poder adivinatorio a través del vuelo de las aves. Llegaron a halagar, incluso, a un emperador romano, diciendo de él que tenía una habilidad pareja a la de los vascones sobre los auspicios con aves. Estas son las creencias arcaicas a las que me refiero, influenciadas por el bosque y los seres mitológicos. Aún hoy, si vas a los bosques del Pirineo, a los pocos que nos quedan, sientes que viajas a aquella época. Y justo ahí es donde nos encontramos un mundo por explorar.

Volvamos a las piedras. ¿Cómo son los poblados vascones?

Generalmente de planta ovalada o circular. En muchos casos, se aprecia que se erigieron empalizadas de madera, y en casi todos, que se ha excavado un foso alrededor. Otros aprovechan peñas y cortados como mecanismos de defensa. Importan mucho las vistas. La mayoría de poblados permiten dominar mucha extensión, son bastiones de vigilancia. Otros se colocados junto a cañadas... Hay de todo.

Todo apunta a que su libro es el primero de una serie.

Aquí simplemente exponemos dónde están localizados los poblados más autóctonos, cerrados y pastoriles. Aquéllos que sólo se conectaban con el resto a través de las rutas del ganado, de la trashumancia. De los 50 poblados que señalizamos, 45 eran desconocidos. Obviamente, sobre esa base, hay mucho que trabajar, miles de vías para encontrar diferencias y paralelismos. Hay poblados que tienen continuidad visual unos con otros, lo que los relaciona. También podemos investigar la vinculación de los poblados con los pueblos actuales. De Irun Gaztelu a Jaurrieta hay tres kilómetros. ¿Los apellidos de Jaurrieta tendrán algo que ver con Irun Gaztelu? Damos pasos en un terreno inexplorado.

Su libro, más que dar respuestas, va encaminado a dejar al lector con los dientes largos.

Esa es la intención. Con sólo desarrollar un estudio serio de tres de los 50 pueblos, hacer pruebas de carbono 14, rastrear las monedas, etc. sabremos mucho más del mundo de Eneko Aritza que lo que hemos sabido hasta ahora. Hay que ponerse en marcha.

 
al detalle

«Los poblados vascones son de planta ovalada o circular. En muchos casos se levantaron empalizadas de madera y, gran parte, tenían un foso defensivo»

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