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El ghota del arte compra optimismo en art basel

La élite del arte contemporáneo, reunida hasta el domingo en Basilea (Suiza) en la edición número 42 de Art Basel, ve el futuro con optimismo y vaticina que la crisis será dentro de poco un mal recuerdo para el círculo de los privilegiados compradores de arte. El placer de comprar ha vuelto, para quienes pueden permitírselo. Ayer abría sus puertas la que es, sin duda, la más importante feria del mundo.

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Stephanie Lerouge (AFP) y GARA

El mercado del arte disfruta de muy buena salud en este momento, algo que hemos comprobado en ferias recientes y subastas. «Las cosas no están paradas como hace un año o año y medio. Esto va hacia adelante», afirma Marc Spiegler, co-director, junto a Annette Schönholzer, de la feria más importante del sector. Hay hambre de arte dos años y medio después de que comenzara la crisis financiera. Además de las cifras de las últimas subastas -este año ha habido auténticos récords internacionales-, lo que, según ellos, evidencia esta bonanza es el aumento en el número de candidaturas para la zona «Art Unlimited» y las inversiones realizadas por las galerías participantes.

Buque insignia de Art Basel, desde su creación en el año 2000, «Art Unlimited» ha propiciado que las galerías presenten obras de arte de dimensiones museísticas. Este año, en sus 16.000 metros cuadrados de extensión, permite ver 62 obras monumentales, muchas de ellas creadas expresamente para la ocasión. Allí se codea la obra de artistas emergentes con la de autores de renombre, como el artista británico Anish Kapoor, el estadounidense James Turrell o el francés Daniel Buren. Frente al hall 1, que contiene a «Art Unlimited» y a los artistas emergentes, el hall 2 coloca a los pies de los visitantes kilómetros de pasillos de moqueta sobre los que circulan coleccionistas, representantes de instituciones y periodistas. «Se nota más entusiasmo. Presentamos a valores seguros, lo que nos permite no sentir tan duramente la crisis, pero es cierto que esto va a mejor», dice Lara Blanchy, de la galería parisina Chantal Crousel. «Solar Catástrofe II » -una obra hecha de trozos de paneles solares pegados sobre tela- encontró comprador el martes pasado, en la jornada profesional, por 110.000 dólares. «Empieza fuerte. Hay una gran cantidad de energía. Y hay puntos rojos en los marcos», reconoce también Tzila Krugier, de la galería de Ginebra Krugier, que no duda en exponer al lado de un Picasso a un artista desconocido, Gene Mann. «Algunos son cada vez más pobres, otros más ricos. Nosotros trabajamos para la gente rica», señala.

Se acabaron los tiempos de la modestia y la contención. En los primeros meses de este año, el redescubierto placer de comprar se ha multiplicado: en febrero, la subasta de arte contemporáneo de Sotheby's cosechó 391 millones de dólares, 24 millones más que en 2010. Sin duda, los nuevos mercados ofrecen grandes perspectivas de crecimiento. Sobre todo China se sitúa a la cabeza con amantes del arte cada vez más ricos. Sotheby's facturó el año pasado 685 millones de dólares con sus subastas en Hong Kong, tres veces más que en 2009.

El futuro se encuentra en el lejano oriente. Eso también lo ha entendido Art Basel, que en mayo adquirió en total el 60 por ciento de la feria Art HK, la feria de Hong Kong, considerada la más importante del sector en Asia. Una jugada redonda, pues según el portal líder del sector, Artprice, ya el año pasado el 33 por ciento del volumen de subastas de arte mundial fue en China. Un porcentaje en torno a un tres por ciento mayor que el de Estados Unidos, antaño el principal mercado del arte del mundo.

Feria de los superlativos, Art Basel este año espera a más de 60.000 visitantes, que podrán admirar las obras de 2.500 artistas, representados por 300 galerías de todos los continentes. Hay también representación vasca, encabezada por Asier Mendizabal, que expone también estos días en la Bienal de Venecia. Aquí sus obras están en dos galerías -la barcelonesa Projecte SD y la anglosajona Anthony Renolds Gallery-, aunque también hay otros nombres como la donostiarra Cristina Iglesias o todo un clásico: Eduardo Chillida, un valor seguro.

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