El fortuna celebra sus primeros cien años fiel al deporte base y popular
El Club Deportivo Fortuna, uno de los motores del deporte popular en Donostia, conmemora un centenario repleto de anécdotas. El organizador de la Behobia, la carrera con mayor poder de atracción, ha crecido mucho sin olvidar el amateurismo y los deportes minoritarios.
Miren SÁENZ I
Hablar del Fortuna es echar la vista atrás, pero también adelante para comprobar que su objetivo -«promover el deporte en su faceta más amplia, como herramienta de disfrute, de superación y de integración social»- se mantiene intacto. Como cualquier entidad, ha vivido sus altibajos. Épocas de esplendor, pero también de crisis, períodos de máxima actividad y algunos menos productivos. Su historia es parte del deporte guipuzcoano.
Con una filosofía eminentemente popular, el Fortuna nunca ha sido un club de élites. Nació en el entorno de la Parte Vieja y se ha mantenido fiel al estrato social en el que se movía. Ya desde sus inicios se destapó como un gran organizador, con una capacidad de innovación fuera de dudas para idear pruebas populares con pocos medios.
Lejos del golf o del tenis, las actividades que desde un principio pone en marcha están vinculadas al deporte que practican las clases modestas. Pese a estar en el inicio del atletismo, el baloncesto, el montañismo, la pelota, el fútbol o la natación en su vertiente guipuzcoana, sus equipos nunca han frecuentado las categorías de honor. El modelo actual incluye 1.200 socios, trabajo en equipo y la gestión de algunos de los polideportivos de Donostia, labores en las que trabajan un centenar de personas y permiten aprovechar instalaciones para el desarrollo y la práctica deportiva.
Antxon Iturriza -cronista de montaña y autor de una ingente obra plasmada en enciclopedias, libros y artículos- es socio del Fortuna. Acostumbrado a bucear en los archivos, su contribución al centenario será en forma de libro. «Un siglo da para mucho y después de tanto tiempo las cosas se difuminan. Yo mismo me he quedado sorprendido de ver la envergadura deportiva de un club que ha tenido tanta actividad», asegura.
Una cuadrilla de amigos que -como otras muchas- se juntaban para jugar a fútbol puso la primera piedra. El 24 de abril de 1911 constituyeron el club bajo una denominación bastante común. «Era un nombre de moda en el mundo del deporte. Hay muchos Fortunas en ese momento. Hay clubes de fútbol en Vigo y en Düsseldorf. En Alemania he encontrado 135 asociaciones con ese nombre, también en Irun y en Bilbo hay alguna. Quizás era el menos adecuado porque el Fortuna ha tenido mucha iniciativa, pero poco dinero. Siempre ha sido un club modesto, en la cuota que pagaban sus socios, en recursos y en sus planteamientos», señala.
Pioneros y multideportivos, despliegan su actividad en distintos frentes. Se estrenan con una carrera de motos a Igeldo, siguen con la primera prueba de cross en 1915. Un año después promueven un concurso de montaña convirtiéndose en la primera entidad guipuzcoana y la segunda vasca, tras el Club Deportivo Bilbao, que lo lleva a cabo. Sin grandes alpinistas en sus filas, su marcha regulada es la más veterana del Estado, con 71 ediciones ininterrumpidas. También se les atribuye la ocurrencia de ascender al Adarra en Año Nuevo, toda una tradición.
En 1919 se inventan la Behobia-Donostia, heredera de la prueba pedestre que arrancó tres años antes y discurría por la orilla del Urumea y el Paseo Nuevo. Había más carreras entonces, pero ninguna como ésta que se iniciaba en un punto y concluía 20 kilómetros después justo debajo del Victoria Eugenia, donde el Fortuna tenía entonces su local. También llegó a instalarse la meta en el viejo campo de Atocha, para que la gente se entretuviera viendo fútbol mientras esperaba al ganador atlético. La reina de las populares, que ya ha agotado sus 23.000 dorsales para la próxima edición, la disputaban entonces entre 15 y 20 corredores. Los espectadores, sin embargo, eran multitud.
Junto con el atletismo, la natación fue otra de sus señas de identidad. Alumbraron las primeras pruebas de largo recorrido, la Travesía del Urumea (1919-1958) y fueron atrevidos. Sin ir más lejos, en 1924 se encargaron de los XVIII Campeonatos de España de Natación y al carecer de piscina habilitaron la dársena del muelle como campo de pruebas. En 1929 montan un Campeonato de ciclo-cross, inédito hasta entonces en el Estado español, y toman las riendas en posteriores ediciones. Le dan a todo. Suyo es el primer Campeonato vasco navarro de esquí en 1934. Entre 1940 y 1941 organizaron pruebas femeninas de atletismo en Berazubi, que un año después fueron prohibidas por el régimen franquista. Sólo en 1962 se reanudó la actividad atlética de las mujeres.
Su impacto en la ciudad es indudable, no sólo como organizador de eventos sino también como fundador de varias de las federaciones deportivas actualmente vigentes.
El club ha aprovechado el primer siglo para tener un detalle con los familiares de algunos de sus integrantes más carismáticos ya fallecidos: Luis Adarraga, por ser el socio número 1 -sus dos hermanos fueron el 2 y el 3-. Los hernaniarras estuvieron entre los fundadores y entre los distinguidos, pues Javier se colgó en los Juegos Olímpicos de París'1924 la medalla de oro en pala, cuando la pelota era deporte de exhibición.
Paco Yoldi -un navarro afincado en Donostia y dedicado a impartir clases de natación- es otro de los imprescindibles. La piscina de Anoeta -la única cubierta de la ciudad de dimensiones olímpicas (50 metros)- lleva su nombre en honor a la «balsa de Paco», aquel perímetro de madera y hierro colocado frente a la playa de Ondarreta donde decenas de donostiarras aprendieron a nadar. Alguna alumna recuerda sus entrenamientos en seco, cuando a falta de piscina entrenaban los movimientos recostadas sobre un banco en la sede de Campanario.
Hubo mención para Pancho Gómez, uno de los artífices de la recuperación de la actual Behobia, y Mertxe Uzal, piragüista y atleta, y como tal impulsora de ambas facetas que ejerció también como vicepresidenta del club. Cada uno de ellos da nombre al trofeo de veteranos de la popular guipuzcoana. Completa el quinteto Antxon Ganboa, que ejerció de tesorero mucho tiempo.
Los otros deportes
Arantza Rojo, responsable de comunicación, admite que llevan un 2011 intenso. «Nos estamos esforzando en intentar proyectar la imagen real del club, que va más allá de la Behobia. Mucha gente ni siquiera identificaba la carrera con el C.D. Fortuna. Aunque estamos muy orgullosos de la carrera, que es además nuestro motor y colchón económico, hay nueve secciones que también no están dando alegrías».
También coordinadora de secciones, Arantza Rojo aprovecha el momento para repasar los otros deportes. «El tenis de mesa ha jugado fase de ascenso, el waterpolo, que es sección nueva también, el voleibol se mantiene en Primera, en esgrima estamos que nos salimos...Se está conjugando todo porque se les pone mucho cariño», admite una de las responsables de esas nueve secciones que se completan con natación, montaña, escalada, piragüismo, remo y ajedrez.
Rojo disfruta del momento: «Creo que se está proyectando una imagen del club positiva y activa y muy responsable con el deporte de base. Así que estamos haciendo cosas, lo estamos celebrando y nos lo están reconociendo», concluye.
El Club Deportivo Fortuna ha contado con 21 presidentes en un siglo. El primero fue Luis San Vicente y el último Enrique Cifuentes, que lleva la mitad de su vida en el cargo. Con 30 años ejerciendo de máximo responsable tiene intención de mantenerse al frente «porque no estoy cansado y tampoco veo a interesados en hacerse con el puesto. De todas maneras
el Fortuna es un club poco presidencialista, donde se trabaja en equipo y los responsables de cada sección tienen su espacio», comentó a GARA. En la fiesta del centenario celebrada el viernes en el Palacio Miramar se reunió con dos de sus predecesores Roberto Reza y Luis Millán. M.S.