escalada artificial I Dureza
«En busca de la placa perdida», otra muesca extrema en Montrebei
Los catalanes «Tronco» y David Palmada «Pelut» abren un nuevo itinerario en la Pared de Cataluña. Seis jornadas de apertura, con 355 metros de recorrido, nueve largos y una dificultad máxima de A5. La apertura estuvo marcada por el viento y la lluvia.
Andoni ARABAOLAZA I
«¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?.
Ahora mismo es lo que me estoy preguntando dentro de la hamaca, haciendo fuerza para no salir disparado. El Tronco resistiendo como puede, clavo tras clavo, intentando no ser arrancado de la pared. Hace un aire infernal. Claro, hoy no daban agua; pues, jódete, y toma viento. ¿No querías big wall? Pues el que esté en la pared que se joda». Estas son algunas de las líneas que David Palmada Pelut escribía en su diario mientras aguantaba como podía dentro de la hamaca los embates de un viento infernal.
No sabemos si estas líneas dan una idea al lector de la nueva experiencia que Pelut y su compañero de cordada Tronco han vivido en la reciente apertura que han realizado en la Pared de Cataluña de Montrebei.
Pero lo que si está claro es que la nueva línea, «En busca de la placa perdida» (355 m, A5, V+), tiene tintes serios en su dificultad y en su compromiso. El propio Pelut adelanta a GARA lo siguiente: «Es una ruta de envergadura, dura y de mucho trabajo, de carácter artificial y con los tres primeros largos de roca bastante mala. Algunas reuniones están equipadas y el resto a montar. Los largos no cuentan con ninguna expansión, a excepción del tercero. Este lo superamos con buriles sin chapa, quedando Ae/A1 debido a la calidad de su roca».
Inicio por la vía «Sin perdón»
Una nueva ruta que empieza por el primer largo de la vía «Sin perdón», para luego desviarse a la izquierda y trazar su propia línea en el gran espacio existente entre la «Sin perdón» y la «Nice day». Y añade Pelut: «Esta vez nos vamos en busca de la placa perdida. Está claro que lo más evidente está casi todo abierto; por eso quedan líneas salvajes y a veces no con esa calidad que todos deseamos».
Y, como es de suponer, eso era lo que buscaban estos dos grandes especialistas en el arte del artificial extremo. Consiguieron enfrascarse en una nueva gran aventura; en una aventura situada en casa, sin salir a terrenos desconocidos y lejanos.
Pero, a pesar de ello, del supuesto «control» del escenario en cuestión, los dos protagonistas de la apertura se llevaron más de una sorpresa: «Está claro que la roca para llegar al tesoro, a la placa perdida, no nos pondrá las cosas fáciles. Somos así de optimistas y vamos sin expansiones -relatan-. Pero pronto la pared nos enseña su lado oscuro y cutre, y nos avisa que no vayamos de listos. Así, después de una reunión limpia nos toca una retirada en busca de buriles para pasar la placa roja de la desesperación. ¡Qué rabia! Pero esto es así. Vamos navegando por un mar de placas y una vez finalizado el largo 3 preparamos todo para lanzar nuestro definitivo viaje en busca de la placa perdida».
Muy mal tiempo
Tras bajarse de la pared, los escaladores se toman un par de días de relax y vuelven de nuevo al objetivo. Lo tenían claro: una vez metidos en la pared saldrían por arriba. Y así fue.
Por delante tuvieron seis jornadas de trabajo. Seis días de escalada marcada por una previsión nada buena: «Daban toda la semana un tiempo de mierda. ¡Qué guay, al menos no hará calor! La apertura estuvo marcada por el mal tiempo, donde pasar varias horas colgados abriendo el largo con ese viento y lloviendo no se hacía nada agradable; desmereciendo en algún momento la ascensión».
En concreto, Pelut quiere hacer una mención a un incidente ocurrido durante la apertura. Y es que, como nos dice, perdurará en su mente por el paso de los años: «Se empezó a tapar el día, pero no daban agua. Empezó a soplar un suave airecillo que pronto se transformó en insoportable y azotador. Tronco estaba escalando -recuerda-. Dejamos nuestra hamaca atada contra la pared un largo por debajo, pero se soltó. Así que empezó a golpearse contra la pared. Rápidamente preparamos una operación de rescate. Tronco baja a por la hamaca y yo preparo todo para izar toda la carga. Lío impresionante de cuerdas en la reunión. El fuerte viento las ha removido de tal manera que parece imposible volver a dejarlas ordenadas».
Pero con las prisas y los nervios cometen un graver error: subir la hamaca montada. Tronco empieza a volar dando vueltas con la hamaca y el petate golpeándose contra la pared.
El episodio toma tintes dramáticos: «De repente una fuerte ráfaga levanta la hamaca poniéndola plana y Tronco voltea por encima. Empieza a `volar' en medio del congosto. Esa imagen no se me borrará jamás. Lo peor vino cuando la ráfaga dejó de soplar, ya que la hamaca y Tronco se estrellaron contra la pared, golpeándose con fuerte violencia. Y todo colgados de dos pitones, pues esta reunión no tiene chapas. Al final remontamos la hamaca», indica aliviado.
Por suerte, todo quedó en unas magulladuras. El resto de la escalada, en cambio, fue por mejor camino: «Algún que otro susto, alguna caída sin importancia y por fin llega el momento tan deseado; ese pedazo de placa que nos obsequia con una calidad inmejorable de roca. Es el premio final para tanto sufrimiento del principio».
Muchas eran las voces que reivindicaban una guía completa de escalada en Ordesa. Y, por fin, esas peticiones se han hecho realidad. Además, según los datos que manejamos, está teniendo un eco muy importante de ventas. Sí, la guía «Escaladas en Ordesa» (Editions Pin à Crochets) ya lleva un par de meses viajando de mano en mano. Un proyecto de los pirineístas franceses Rémi Thivel y Christian Ravier; un proyecto muy bien trabajado, cuidado y diseñado.
En declaraciones a GARA, Ravier afirma que la historia de la exploración de las paredes de Ordesa es el trabajo de los pirineístas de ambos lados de la cordillera: «Esta es la razón por la que la guía está escrita en francés y español. Ha sido Martín Elías quien tomó con entusiamo todo el trabajo de traducción».
Primera guía de Santi Llop de 1986, recopilación de José María Rodríguez, informaciones sobre nuevas vías publicadas por las revistas especializadas y el libro de piadas del refugio del Último Burcado (Linas de Broto) han sido los pasos previos a esta última guía completa.
«Estos documentos, nuestra experiencia y la de amigos como Mikel Zabalza y José María Andrés han sido las bases de nuestro trabajo -explican-. Durante 3 años Rémi se ha ocupado de las fotos; ha hecho muchas idas y vueltas para sacar las imágenes nítidas que revelen los detalles de las paredes. Yo, en cambio -continúa-, me he dedicado a los dibujos y textos. Más allá de los aspectos técnicos también hemos querido reflejar ese ambiente especial que prevalece en Ordesa. Los textos de Simón Elías, Josune Bereziartu o Mikel Saez de Urabain muestran que escalar en Ordesa es un viaje de belleza y compromiso», nos adelanta Ravier .
Por otra parte, los autores quieren dejar claro que escalar en las paredes de Ordesa requiere experiencia: «La escalada allí es emocionante, compleja, física y a veces dura para el coco. Hay que aprender a leer el camino en esos muros de 400 metros. El futuro, en cambio, está en esas líneas de alta dificultad, pero de autoprotección. La búsqueda de vías de compromiso no interesa demasiado a la mayoría de los escaladores. Así pues, creemos que en Ordesa no habrá masificación». A.A.