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Ha echado raíces; ahora debe dar frutos

Europa asistió ayer a una gran manifestación de descontento popular en forma de movilizaciones, que habían sido convocadas hace meses en cerca de un centenar de ciudades. El principal objetivo era protestar contra el Pacto del Euro, alcanzado el 12 de marzo en el Consejo Europeo y según el cual los países que comparten la moneda única aprobaron medidas sobre moderación salarial, flexibilidad laboral y recorte del gasto social, aunque las decenas de miles de personas que salieron a la calle censuraron en su conjunto el modo en que las instituciones están afrontando una crisis en la que la clase trabajadora vuelve a ser la principal perjudicada. El 19-J, en este sentido, ha sido una moción de censura contra los líderes políticos del continente.

Buena parte de la atención la acapararon las manifestaciones celebradas en el Estado español, donde una auténtica marea humana se sumergió en el espíritu del 15-M y demostró que el movimiento de los «indignados» se ha consolidado y cuenta con la simpatía de buena parte de la sociedad, a pesar de que en las últimas semanas había perdido la mayoría de las complicidades mediáticas que tuvo al principio. En las marchas participaron muchos jóvenes, pero también jubilados, desempleados y trabajadoras, en lo que constituyó una exitosa demostración de fuerza.

Pero al éxito le acompaña la responsabilidad. El movimiento del 15-M ha demostrado saber contactar con el descontento generalizado que la situación política y económica ha causado en la ciudadanía. Ahora, si realmente tiene como objetivo revertir la situación, alcanzar un nuevo estadio democrático, lo que tienen que hacer sus integrantes es plantear alternativas y articular los mecanismos necesarios para llevarlas a cabo. Desde que comenzó su andadura, este colectivo ha tenido sus luces y sus sombras, ha mostrado una vitalidad y una frescura insospechadas, pero también ha adolecido de permeabilidad frente a lo que decían los medios y ha carecido de un programa concreto para la transformación social. Ayer confirmó que ha echado raíces, ahora debe demostrar que puede dar frutos.

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