Markeliñe disecciona el sistema y el progreso en «Anomalía magnética»
La última propuesta de Markeliñe, «Anomalía magnética» es «una autopsia al sistema», más ahora que hemos perdido el magnetismo que nos unía a la tierra. Una dosis de elementos visuales y la sugerencia y la energía de los actores ponen en escena «casi un discurso político».
Nerea GOTI |
«Anomalía magnética» en su versión en castellano o «Alterazio magnetikoa», en euskara, es el intrigante título del último espectáculo de Markeliñe. «Es una proclama, una autopsia del sistema», responde a GARA José Ramón Martínez, uno de los integrantes de la compañía afincada en Zornotza, que ya ha estrenado la obra en Euskal Herria, en Gasteiz, concretamente, y que prepara ahora su puesta en escena en Durango, el próximo día 24.
La temática se podría presentar como una llamada de atención a lo que está pasando en nuestro proceso de evolución, en el que hemos perdido la conexión con la energía que nos rodea. «Es anomalía magnética porque dejamos de tener magnetismo con la tierra», explica.
De hecho, el poco texto que tiene el espectáculo reproduce las palabras con las que el jefe de la tribu Suwamish respondió en 1855 a la oferta de compra de sus tierras por parte del presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce. «¿Cómo es posible comprar el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña», responde el jefe Seattle. «Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros» añade en un momento de la misiva que manda de vuelta a la oferta del jefe blanco, entre reflexiones como «contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos» o «La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia».
«Nosotros desarrollamos una historia de la evolución del hombre que llega hasta la actualidad, que es lo que más nos interesa, y donde se habla de la crisis, de los políticos, de la riqueza», precisa Martínez. Más cercano a nuestros días es el otro elemento que entra en juego, «ese ADN privilegiado y exclusivo de toda esa gente que ha podido estudiar en grandes universidades donde les han enseñado que el cerdito de la hucha se puede hacer más gordo».
Sobre el escenario, cuatro actores y dos técnicos, 30.000 watios de luz y 5.000 watios de sonido obran la magia de «Anomalía magnética». «Hay muy poco texto, unas pocas frases de la carta del jefe indio y algunos pequeños conceptos sobre el ADN», detalla Martínez sobre una obra «con una escena visual poética preciosa, donde captas el silencio de 500 personas en la calle», el acompañamiento de «una música muy sencilla» y elementos visuales como una tela, «que se transforma en mes, una tienda india o un cerdo gigante» y algún momento de pirotecnia. «Pero lo más interesante es que se cuenta una historia, un conflicto, un qué va ahora», resalta Martínez.
Pese a que, según reconoce Martínez, corren tiempos difíciles para las artes de calle, «Anomalía magnética» ha pasado la pueba ante el público con buena nota. Desde Markeliñe sostienen que la mejor forma de medir la aceptación de una obra de teatro de calle, gratuíto para el público, es observar la espontánea reacción de la gente. Comprobar al final del acto si los que estaban al principio se han ido, se quedan hasta el final o si los que pasan también se quedan, y, según comentan, ésa es la reacción que han constatado en Valladolid y Gasteiz.